Revista El Bondi - 15 AÑOS DE ROCK
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Autenticos Decadentes

Un cuarto de siglo de decadencia

Cronista: Sergio Visciglia | Fotos: Anabella Reggiani

31 de Marzo, 2012

Un cuarto de siglo de decadencia

Los Deca festejaron el pasado sábado en Buenos Aires sus 25 años de vida. En estricto orden cronológico, recorrieron la fructífera discografía de su fiesta interminable…

1986 – Divina Decadencia. El Luna Park colmado se transforma en el DeLorean del Doc de Volver Al Futuro y todos viajamos desde la actualidad hasta aquel año en el que debutaba esta banda en un colegio secundario, y que tenía sus integrantes, un nombre, pero ningún tema. Alguna vez Cucho Parisi dijo: “lo único que cantábamos era ‘Divina Decadencia‘ pero a capella, porque no sabíamos tocar”. Así empezó este recital, pero ahora todos tocan de puta madre…

1989 – El Milagro Argentino. La fábrica de hits arrancaba su marcha, pero el show nos ofrece canciones “no tan hiteras” para el público general: “Skabio” (¿el único tema que tiene un chiste dentro de la canción?) y “El jorobadito” son dos joyitas de la primera época que arremeten de entrada, e inmediatamente se enfervoriza el estadio con “Vení Raquel” (con Horacio Fontova de invitado) y “Entregá el marrón”. Sin parar un instante, el rey de la canción Jorge Serrano nos deleita con sus joyas y es el turno de “Loco (tu forma de ser)”…

1991 – Supersónico. El disco menos hitero pero más apreciado por el público seguidor es aquel que asomaba con la infaltable “Ya me da igual”, pero los que resaltan sin dudas en la noche son dos temazos que si hubieran sido archi difundidos en su momento, hoy serían cantados por todo el país: “Paseando por Temperley” (de las primeras incursiones en el canto del guitarrista Diego De Marco) y “El vino triste”…

1993 – Fiesta Monstruo. En una noche plagada de hits (y también de grandes canciones viejas no tan conocidas), resultó extraño que de este gran disco haya sonado solo un tema, “La marca de la gorra”, que claro, su maravilloso relato y melodía pueden hacernos decir que valen por dos o tres canciones. Pero nos quedamos con las ganas de “Siga el baile” o “Pochi Peluca”, o tal vez “Tamayo” para algún fanático. Son 25 años de hits, alguno iba a quedar afuera…

1995 – Mi Vida Loca. Si algún álbum podría considerarse como el “disco hit” es sin dudas esta obra de arte de la fiesta y la canción lanzada a la mitad de los años ´90. La lista es interminable: “El murguero”, “El pájaro vio el cielo y se voló”, “Diosa”, Corazón”, y medio de colado se mete “Aguinaldo”. La casa de Tito Lectoure es una fiesta por donde se la mire: hay pogo, hay baile, nadie en las plateas permanece sentado, y desde el escenario suenan todas las opciones musicales posibles: cumbia, cuarteto, ska, reggae, baladas, rock, murga, etc...

1997 – Cualquiera Puede Cantar. La hermosa “Luna radiante” con Adrián Dárgelos de Babasónicos le da un respiro a los oyentes (y también a la banda), que por supuesto mucho no durará, porque la lista nos regala “Cómo me voy a olvidar” y “Los piratas” (con Javier Calamaro). Una de las mejores cumbias que escucharon los oídos de quien escribe incita a bailar sin pensarlo un instante, al son de “El gran señor”…

2000 – Hoy Trasnoche. Ya entrando en la recta final del concierto, un disco repleto de excelentes piezas queda acotado a dos joyas completamente opuestas entre sí, pero que engloban aquella placa del fin del milenio. De un lado, la enamoradora “Besándote”, y del otro la desopilante “El dinero no es todo”. Pero cómo ayuda…

2003 – Sigue Tu Camino. Uno de los mejores trabajos de la discografía decadente tuvo un lugar importante en esta jornada. Luego de festejar los quince años, la banda se encontró en un perfecto momento donde mejor se relacionaron la experiencia, la desfachatez, el virtuosismo y la joda interminable. El resultado se vio en las geniales obras que sonaron en la noche, desde el tema que da nombre al disco, hasta la gloriosa “La prima lejana”, pasando por el cachengue triste “Viviré por siempre”, la poesía de Serrano en su máxima expresión con “Un osito de peluche de Taiwán”, y el símbolo decadente por excelencia: “Pendeviejo”. Muchos pendeviejos presentes bailaron esta, y todas las canciones…

2006 – Club Atlético Decadente. Otro disco “abandonado” para la ocasión. Solo asomó “Somos” de esta placa, que si bien no es de las mejores, cuenta con piezas recomendables. Pero claro, ya casi van dos horas de show, no seamos hincha pelotas, si estamos cantando, saltando y bailando sin descansar un instante, ¿encima nos vamos a poner a escarbar a ver que tema no sonó? Sigamos disfrutando…

2010 – Irrompibles. El último trabajo de la banda es tal vez el que menos repercusión tuvo en el público. No se han asomado aún futuros himnos en su recorrido, pero suenan “La fórmula”, “Distrito federal” y “Tribus urbanas”. Paradójicamente, en una noche constantemente bien arriba, este último tramo es el que encuentra a la gente más tranquila y expectante. Chau, dice la banda, y nadie les cree, claro…

Una más y no jodemos más. “Somos todos estos y si sólo uno falta, ya se nota y no es lo mismo”, resalta Cucho (perdimos la cuenta de cuantas veces cambió su vestuario), y entonces todos escuchan atentamente el larguísimo bloque de presentación de los doce músicos que conforman Los Auténticos Decadentes, más los instrumentistas invitados, a cargo del percusionista Martín “La mosca” Lorenzo. Es así, esta es una banda que fue reconocida luego de un tiempo por colegas y periodistas, y, si bien todos conocemos sus canciones, también tardó en ganarse un lugar entre el público seguidor, no aquel que canta sus temas en los casamientos, sino el que lo va a ver. Hoy lo tiene ganado y bien merecido, demostrando que es una de las mejores bandas que ha dado ese amplio espectro denominado “rock nacional”…

No podía faltar “La guitarra”, el himno decadente y por qué no de la canción argentina. La banda festejó sus 25 años de vida y todos tenemos que aplaudir, primero su interminable fábrica de canciones, segundo cómo pasaron de no saber tocar a funcionar show tras show como un relojito, y tercero y fundamental, por mantenerse unidos sin baches durante tanto tiempo, algo que no parece ser común en nuestro rock nacional. ¡Salud!

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