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Creedance Clearwater Revisted

Crónica de una fiesta anunciada

Cronista: Pablo Andisco | Fotos: Jose Fuño

20 de Marzo, 2012

Crónica de una fiesta anunciada

Creedence Clearwater Revisited volvió al Luna Park y regaló 90 minutos de clásicos para su incondicional público.

Cuentan las crónicas de la época, que en tiempos de beatlemanía y primeros movimientos del rock en argentina, la banda que le seguía en popularidad no eran los Stones, los Who o los Zeppelin. Quienes más adeptos cosechaban, y quienes más discos vendían luego de los cuatro de Liverpool eran otros cuatro, californianos ellos, a quienes siete discos oficiales en poco más de cinco años de carrera les bastaron para sembrar su semilla en los oídos argentinos. Eran tiempos de vinilos y traducciones, y sus discos, especialmente Chronicle -o Crónica-, recopilatorio original del ’76, se volvió un clásico de cualquier discoteca casera, reciclándose posteriormente en formato casette o compacto.

En 1972 Creedence Clearwater Revival, la banda en cuestión, se separó y los rockeros argentinos fueron cambiando de preferencias, pero el amor por su música quedó ahí, siempre latente, una burbuja en el tiempo. En 1995, la histórica base rítmica (el bajista Stu Cook y el baterista Doug "Cosmo" Clifford) inició este recorrido como Creedence Clearwater Revisited (iniciando también problemas legales con el líder John Fogerty), y así vienen visitando periódicamente nuestro país. Pese a todo, y confirmando el nivel de popularidad, John también tuvo su bautismo porteño en dos inolvidables conciertos el año pasado en el mismo escenario.

Con la ovación de un público compuesto en su mayoría por aquellos fans que hoy, los que pueden, peinan canas, los Creedence subieron a escena con Stu sacando fotos y pronto se acomodaron en sus puestos. Arrancaron de la misma manera que en su swow del 2010, aclimatándose con "Born on the Bayou", acaso para calentar motores y acomodarse a la (sí, otra vez) insoportable humedad del Luna Park. Después hicieron "Green river" y "Lodi", iniciando una catarata de clásicos transgeneracionales.

Es que esta formación de Creedence no se anda con vueltas a la hora de plantearse su show, y decide cortar por lo sano en las diferentes maneras de encarar este tipo de conciertos de bandas grandes, ya se trate de regresos o nuevas giras: los 19 temas de la lista son clásicos, propios o apropiados, originados en aquellos años que marcaron a fuego generaciones de rockeros a lo largo del mundo, y en versiones lo más fieles posible a las originales. Así temas como "Commotion", "Who’ll stop the rain" y "Suzie Q" fueron encendiendo al público que colmó el Luna.

Después de "Hey Tonight", Stu presentó al resto de la banda (el buen guitarrista Kurt Giffrey, el multiinstrumentista Steve Gunner y el cantante y guitarrista rítmico John Tristao) y cuando llamó a Cosmo la ovación fue inmediata. El batero tomó el micrófono para saludar e intercambiar anécdotas con quien, con mayor o menor frecuencia, viene marcando bases por más de 50 años. Después el cantante (impecable al principio, con algunas dificultades al final, siempre carismático y más que airoso en la odiosa comparación) anunció un tema para las chicas bonitas, y llegó la también bonita "Long as I can see the light".

A partir de "Down on the corner" y durante un par de temas, Tristao tuvo problemas con su retorno, pero mostrando gran profesionalismo nunca dejó de cantar pese al evidente fastidio que le provocaba y los esfuerzos de los plomos por solucionarlo. Recién en la larga zapada motownera de "Heard it through the grapevine" (en el que cada músico tuvo su respectivo solo) pudo dejar el escenario y volvió con el problema solucionado y un mejor semblante.

Stu lo presentó como "el sonido definitivo del sur" y "The Midnight Special" llegó al Luna Park, en un mar de palmas y voces, y a partir de allí, fue satisfacción garantizada con lo más caliente del repertorio: "Bad moon rising", "Proud Mary", "Fortunate son" "Have you ever seen the rain" (lejos, la más coreada) y "Travelin’ band", con pogo y ¡mosh! incluidos.

Todo parecía concluir pero quedaba otro bis. Fuera del setlist oficial, como un guiño de viejos zorros, regalaron "Good Golly Miss Molly", de Little Richard (una "real oldie" ironizó Stu) y "Up around the bend", para terminar entre abrazos y reverencias una jornada más de creedencemanía a la argentina.

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