Revista El Bondi - 15 AÑOS DE ROCK
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Pepsi Music

Despeinando pelucas

Cronista: Gentileza: Sebastián Barrera | Fotos: Gentileza: Leandro Ciaffone

30 de Octubre, 2009

Despeinando pelucas

Apenas doce mil personas para ver a Prodigy, una de las bandas más potentes y descontroladas que puede subir a un escenario.

Arrancó el primer día del ya clásico Pepsi Music, el de esa gaseosa tan insistente en sacarle el trono a la otra, trayendo bandas de afuera para ganarse la aceptación de miles de jóvenes que a esta altura del partido ya no saben qué marca es cuál entre tanto cartel por todos lados.

La apertura de este año con Prodigy prometía, pero generaba cierta incertidumbre después de un disco rechazado por los más fieles, pero adorado por el sector más rave de la escena como lo es Invaders Must Die (2009).

The Prodigy en vivo es una máquina a punto de romperse constantemente, una máquina que se sobre calienta y no deja a nadie en paz, recurriendo al sonido constante entre tema y tema, despreocupándose del cansancio de miles de persona que no pueden dejar de saltar.

Ruidos por todos lados, distorsión, mucho rock, hip-hop y punk, de todo generaba el comienzo del show con “Worlds on Fire”, del último disco. Pero fue “Breathe”, esa canción que conocen todos, fanáticos y no fanáticos de la banda, la que calentó los motores del descontrol más grande de la noche.

“Omen”, “Warriors Dance”, “Spitfire”, “Firestarter”, “Voodoo People” y “Smack My Bitch Up”: todas con una energía terrible, con Keith Flint y el MC Maxim Reality siempre atentos a que el show no pierda el ritmo, como si todo fuera una gran coreografía, con voces que se mezclan, bailes, fuck you para todos lados, saltos, bailoteos y mucho dialogo con un público cansadísimo pero eufórico por una banda que sabe lo que hace cuando tiene que tocar en vivo.

El cierre, luego de la falsa despedida, fue con “Out of space” y “The Big Gun Down” bien arriba, para que nadie se queje de la horita quince de show.

Saliendo del Club Ciudad, uno recuerda los comienzos del día, cuando todo era demasiado temprano y los mexicanos Kinky tocaron para poquísimas personas, o los chicos de Ojas, que no paran de crecer y que les tocó presentarse en los escenarios principales.

De los tres escenarios, la Isla se llevaba la atención por la mezcla de estilos: desde Andrea Álvarez hasta Rosal y Pánico Ramírez, pasando por Rescate, una banda que merecería tocar en otros escenarios, no sólo por sus melodías tan tarareables, sino por la convocatoria que normalmente tienen y por ahora no logran aprovechar.

Los Natas repitieron su clásico show lleno de distorsión, bien noise, bien noventas, bien Kyuss (con cover y todo). El público siempre escucha y agradece tenerlos presentes, para cortar lo que se venía escuchando, para despegar sólo un poquito, ya que después llegaba Loquillo, ese español con tan mala voz pero que la viene pegando hace treinta años en España y que nadie entiende cómo. El español se concentró en su habituable rock and roll, pero se paseó por el pop, el ska y un poco de punk para introducir a los muchachos de Prodigy, que esperaban a que todo termine para poder salir y poder despeinar a chicos que venían prolijos desde las cuatro de la tarde.

El primer día del Pepsi Music arrancó bien gracias a los ingleses que pusieron las cosas en orden después de las flojas opciones que el resto del día dieron a las apenas doce mil personas que se acercaron a un Pepsi un tanto devaluado en relación a años anteriores, pero que sigue trayendo bandas que el tercer mundo siempre va agradecer.

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