The Kooks
Una gran apuesta al futuro
17 de Junio, 2009
La banda británica de Indie Rock presentó su último disco Konk con función doble en La Trastienda.
Cuando una fórmula exitosa muestra resultados masivos, es casi imposible que no sea usada por otra gente para conseguir sus propios fines. En la década del ’60, los Beatles marcaron el camino del rock and roll y después varios grupos siguieron sus enseñanzas como The Kinks o The Monkees. La historia de los “cuatro fantásticos” es una buena analogía para comparar el camino que hace tiempo comenzó a delinear el Indie Rock. Su sonido, su estética y su sello originario de Manchester fueron constituidos por bandas como Oasis y Blur en los 90’, seguidos por una inmensa camada en los años 2000 como The Strokes, Coldplay y The Vines entre otros. En esta etapa desarrollada del Indie, con las estructuras ya delineadas, se encuentra The Kooks, quienes muestran detalles que los despegan un poco del resto, prometiendo con su potencial un gran futuro. Con su disco debut (Inside In/Inside Out, 2006) vendieron más de un millón de copias en el Reino Unido, alcanzando tres veces el status de disco de platino.
El miércoles a las 21 horas San Telmo parecía un barrio londinense, en el que varios argentinos invadían un bar del underground inglés. En algunos conciertos no tiene relevancia el lugar donde se realizan, pero que los Kooks hayan elegido La Trastienda, realmente fue un acierto. La intimidad que generan sus dimensiones y la proximidad con el público, que puede pasar de la ebullición a la más absoluta tranquilidad, son cualidades que se amoldan perfectamente a su música.
Luke Pritchard en voces y guitarra rítmica, Hugh Harris en guitarra, Paul Garred en batería y percusión y Peter Denton en bajo, salieron a un escenario minimalista de fondo blanco, el cual sólo proyectaba por momentos sus sombras (cualquier parecido al video “Boys don’t cry “de The Cure es pura coincidencia).
“Always Where I Need To Be”, su último hit del disco Konk (2008), con su estribillo híper pegadizo abrió el telón. Siguió la secuencia “Matchbox”, tema que relata en su letra: “No te acerques demasiado, no querrás ver mi fantasma”, algo que el público femenino no tomó muy en cuenta, en su afán de poder tocar a su ídolo Luke Pritchard, cantante y líder de la banda, sin duda una perla. Rebelde, arrogante, canchero, viste chaleco con sombrero al tono y se devora el escenario. Se contornea, salta y expresa cada frase con su cara. Todo lo que un frontman con todas las letras necesita. Lo que le juega en contra es el parecido que muestra de a ratos, con la voz de Alex Turner de Arctic Monkeys.
Con los brazos en jarra, Luke explicó que su manejo del castellano no es el mejor (gracias y hola, no pidan más) y así presentó “Ooh La”. La lista de temas continuaba el repaso por sus dos discos de estudio editados, que revelan sus múltiples facetas musicales: las baladas acústicas donde el cantante se luce con su voz más limpia, las canciones con más influencia pop y las que muestran su lado más rockero.
Pero Luke no está solo, sino que se encuentra muy bien acompañado. Hugh Harris en guitarra también aporta teclados y hace en cada tema su contribución vocal en los coros, sustento fundamental para el sonido Kooks en vivo. Mientras que Paul Garred y Peter Denton con su batería y bajo respectivamente generan una base sólida para que todo fluya, a pesar de la presencia indeseable de los acoples que tuvieron a mal traer a Harris.
El recorrido alternaba un sube y baja de emociones. “Naive”, el hit que los catapultó a los primeros planos, mantenía a todos siguiendo su entrecortada melodía y “See the world” generaba una explosión masiva.
El final llegó con “Sofa Song” con un Luke totalmente descontrolado, subido a los retornos y casi dentro del público. Ya con su remera destrozada, volvió al escenario para darle cierre al show, cuando una chica del público gambeteó la seguridad y trató de abrazarlo sin demasiado éxito. Después de una hora y veinte minutos los chicos británicos culminaron su doblete en La Trastienda con saldo más que positivo.
The Kooks tiene todos los ingredientes para convertirse en una receta duradera dentro de la historia del rock. Los únicos enemigos serán ellos mismos que tendrán que mantenerse y no dejarse llevar por el inmenso océano que es el género Indie.
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