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Cuatro Pesos de Propina

Carrera contra la máquina

Cronista: Sergio Visciglia | Fotos: Beto Landoni

20 de Junio, 2009

Carrera contra la máquina

Los uruguayos de Cuatro Pesos de Propina volvieron al país para tocar en el Teatro Verdi, presentando una vez más las canciones del contestatario y potente disco debut “Se está complicando”.

“No habrá forma del dolor, no habrá manera del daño”. El primer estribillo de la noche, a puro ska-rock, rezaba el deseo para una jornada que marcaba el regreso al Teatro Verdi de la banda uruguaya. Pero como una jugarreta de palabras al título de su álbum, la cosa se iba a complicar y la oscuridad se adueñó del lugar segundos antes de que terminara el primer tema, en un abrupto corte de energía eléctrica que los vientos y la batería intentaron amenizar. El público respondió en grande cantando a capella “Solari” en su totalidad, mientras se intentaban solucionar los desperfectos.

La energía volvió y el cantante Diego Rossberg agradeció emocionado la repentina respuesta de la concurrencia, al tiempo que la banda devolvió el gesto ofreciendo al público la misma canción que éste había entonado.

“Ya estamos empezando a grabar el nuevo disco” volvió a la carga el carismático cantante, dueño de una pequeña silueta que se agiganta arriba del escenario, y presentó una canción que formará parte de la nueva placa. “La vaca I” es el comienzo de una trilogía que continuará cerca del cierre del show con “La vaca II”, en una historia que tiene a la protagonista en cuestión primero denunciando los males que sufre su especie camino al matadero, y rebelándose y escapando en la segunda parte. El final aún no ha sido divulgado.

Luego de una exquisita “Que no te pierda”, “Vente pa´qui” y “Glu-glu” impusieron un tranquilo y relajado bloque, que antecedió una vez más a nuevas piezas, destacándose la potente “Que se quemen en la hoguera”. La banda no paró un segundo y llegaron dos covers: “Este tema es de una banda uruguaya que me hace acordar a Los Redonditos de Ricota”, dijo el cantante, y sonó una canción de La Espinaca Monstruosa, banda casi desconocida en nuestros lares. El siguiente fue “Hoy sopa hoy”, con una letra irónica y grandiosa del fallecido cantautor uruguayo Jorge Lazaroff, donde los integrantes se turnaron para cantar las estrofas.

El volumen de la guitarra de Gastón Puentes subió justo cuando llegaban las canciones más emblemáticas y enérgicas de una banda que continúa la senda independiente. Y cuenta con el apoyo de un público fiel, el cual responde cada vez en mayor proporción la movida que impone rebelión y liberación ante el sistema rockero actual, no sólo con las letras, sino también en los hechos. Esto alcanza para continuar un camino coherente, pero que seguro empezará a encontrar piedras más grandes, y debates en su andar hacia la búsqueda de la masividad. “Latino” (reggae con intro de “No tan distintos” de Sumo), “La máquina II” y “Tocata mañanera” hicieron explotar la algarabía tanto arriba como abajo del escenario, con letras que escupen bronca y realidad.

Antes de los bises, un enganchadito de dos de las mejores piezas de la noche. El percusionista Gastón Pepe tomó el micrófono al frente del escenario y recuerdó que se estaban por cumplir siete años de los asesinatos de los piqueteros Maximiliano Kosteki y Darío Santillán (el 26 de este mes), mientras comenzaba a sonar “La balacera”, dueña de una letra donde el protagonista sueña que está viviendo un levantamiento de su pueblo pero que termina despertándose y viendo que “la gente seguía dormida”. “Sacámela (Basta)” fue el hit antisistema que consuma el falso cierre.

Tras una larguísima lista de agradecimientos sonaron “La ventana y María” y el ska “Pirata”, el único hit que no le gustaría tener a ninguna discográfica, que reza un contundente “libertad o sello”. Pero el fantasma de silencio y oscuridad que apareció al comienzo del show volvió a la carga antes del último tema, “La planta”, lo que no intimidó al público a adueñarse y a cantar toda la canción, una vez más sin la ayuda de instrumentos enchufados. De todas formas la energía volvió y la banda tocó el tema para que la fiesta entonces termine de la mejor manera y con el mismo estribillo que comenzaba dos horitas antes ahora en clave reggae: “No habrá forma del dolor, no habrá manera del daño”.

Cuatro pesos de propina volvió al país para continuar el camino de toda banda under, con el boca en boca (o el mp3 en mp3) como arma principal para crecer en público, y con buenas y entradoras canciones envueltas en contundentes letras que merecen una escucha.

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