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Autenticos Decadentes

Divina decadencia

Cronista: Sergio Visciglia | Fotos: Gentileza: Leandro Ciaffone

16 de Noviembre, 2008

Divina decadencia

Los Auténticos Decadentes hicieron dos conciertos el fin de semana pasado en el Teatro Ópera repletos de los condimentos que siempre tienen sus shows: hits, energía, alegría, y decadencia de la mejor.

Cada tema ofrece una formación absolutamente distinta a la anterior, uno de los percusionistas se enfrenta en una guerra de toallas con el asistente, las vestimentas del cantante principal son las mejores que se pueden ver en la música nacional, los vientos practican una coreografía despareja y divertida, otro de los percusionistas corre por todos lados, sube Matías Alé (?) y cuenta un chiste, el Bebe Contepomi tira al cantante hacia la gente, decenas de niños bailan y cantan en el escenario “Entregá el marrón”. No hay dudas acerca de quiénes estamos hablando…

Se trata del doblete de Los Auténticos Decadentes en el Teatro Ópera, bajo la excusa de presentación del DVD en vivo “Somos”, nombre también de la canción elegida para comenzar la jornada del domingo, minutos antes de las nueve de la noche. Le siguieron “Como me voy a olvidar” y “Pendeviejo” y la fiesta interminable fue un hecho desde el principio.

No hay razones para quedarse sentado, por más que se trate de un teatro. Los hits se sucedieron unos tras otros como en cada show decadente, pero lo más impactante fue la energía constante que contagian los trece músicos en escena (en especial Mosca, Francés y Edu, los tres percusionistas). La hiperquinesia arriba de las tablas hizo que todos los temas ofrecieran una escenografía de personas diferente, provocando un caos escénico que ya a esta altura es característica principal de la banda, y a su vez uno de sus mejores logros.

El otro gran logro, por supuesto, son esas canciones inolvidables: “Corazón” y “Diosa” en la voz de Jorge Serrano; “Besándote” y “El gran señor” en la de Diego Demarco, o el enganche de “Vení Raquel” con “El murguero”, bajo el mando de Cucho, y provocando la locura total arriba y abajo del escenario.

Y hay una cosa más a destacar, muy importante, especialmente para los shows en vivo, que es el sonido. La excelente prolijidad con la que suena una banda visualmente desprolija y que incita todo el tiempo al caos es maravillosa. “Veintidós años acá arriba”, recordaba Cucho en un momento, y ese número es muy significante para demostrar los buenos músicos que hay consolidados arriba del escenario.

Hubo tiempo para rememorar viejos temas como “(Yo sabía) Sabía que tú eras mía”, “Ya me da igual”, “Se va como la vida” y la grandiosa “Pochi Peluca”, donde solo algunos nostálgicos entrados en edad sabían de lo que se trataba (son canciones de hace casi veinte años). También en pequeños pasajes la banda ofreció descansos regalando deliciosos temas lentos como “Luna Radiante”, “El pájaro vio el cielo y se voló” y “Un osito de peluche de Taiwan”, bajo la inconfundible voz de Jorge Serrano.

Por el principio de la crónica se nombraba al muchacho este Matías Alé, que se subió al escenario en “Los piratas” y no lo pudieron bajar más (hasta se contó un chiste), y además al inefable Bebe Contepomi, amigo de la banda (¡y de todas las bandas!), que también se subió, pero con un poco más de dignidad.

Sin embargo, la mejor invitación arriba del escenario se dio al final de todo, cuando Cucho incitó a subir a todos los hijos de los músicos que coparon las tablas y casi que llegaban a las tres decenas de niños. “Boludo, no tenían televisor”, bromeó el cantante, y ya fuera de lista sonaron “Entregá el marrón” (muy loco ver a las niñas cantando eso) y “Siga el baile”, para cerrar una fiesta total de la mejor manera posible, con músicos e hijos bailando y saltando sin parar, como ejerciendo un guiño para advertir que Los Auténticos Decadentes pueden seguir generación tras generación. Como broche de oro, bien dijo Cucho a sus hijos: “Papá está trabajando”, y ese sí que fue el mejor cierre que podía tener la noche.

Si querés tener una sonrisa de oreja a oreja durante dos horas, mientras escuchás canciones que sabés de principio a fin cantadas por trece cuarentones que dejan todo arriba del escenario, no se explica como todavía no viste en vivo a Los Auténticos Decadentes.

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