Revista El Bondi - 15 AÑOS DE ROCK
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Quilmes Rock

Grilla de lujo

Cronista: Gentileza: Luciana Sosa | Fotos: Beto Landoni

15 de Abril, 2007

Grilla de lujo

La nueva edición del Quilmes Rock terminó de la mejor manera. Aerosmith demostró por qué lleva más de tres décadas en la música, Velvet Revolver se despegó de sus fantasmas y Evanescence exhibió una cara renovada de la escena gótica.

El domingo culminó la fiesta musical que reunió, a lo largo de sus cuatro jornadas, el presente, el pasado (sobre todo la reunión de Sumo, en su primera jornada) y el futuro sobre el mismo escenario. El cierre estuvo a cargo, nada menos, de Aerosmith, Velvet Revolver y Evanescence, como invitados internacionales. Mientras que Turf y Ratones Paranoicos calentaron motores ante casi 60 mil personas para el final. Aerosmith demostró por qué tiene más de 30 años en este negocio con un show contundente, Velvet Revolver dio cátedra de rock seco y un poco agresivo, encabezado por Slash y un dejo de Guns N’ Roses, sobre todo en el público.

Ni la llovizna, ni el intenso frío frenó tanto rock en el estadio de River. Desde las 16, el público tuvo accesos al estadio de Núñez, y 55 minutos más tarde subió Joaquín Levinton y su banda, para interpretar temas como “Cuatro personalidades”, “Pasos al costado” y “Magia blanca”, entre muchos otros. Con una alta cuota rockera (aunque para algunos espectadores no alcanzó, y se lo hacían saber a Levinton con algunos gestos para que dejaran el escenario) Turf animó la tarde en la que el sol apenas se asomaba, luego de haber estado tras un cielo gris, amenazador.

Ya para el final del primer número musical, cerca de las 17.40, la gente se seguía amontonando cerca del escenario, otros esperaban sentados, más atrás y un porrudo hacía piruetas sobre el campo, a cambio de algunos aplausos de los plateistas. Había remeras de los Guns y de Aerosmith de un color gris arratonado, que de nuevo fueron negras, entre los adolescentes y no tanto que vestían las de Velvet y de Evanescence.  Las chicas optaron por el look de Amy Lee (vocalista de Evanescence): dark y femenino, con polleras escocesas, o negras, medias rasgadas, borregos y mucho maquillaje. Los chicos también se maquillaron y se pudieron ver los peinados más exóticos, todos, para un mismo fin.  Hay que destacar que no se registraron incidentes, salvo algunos robos en el campo, entre la multitud, y el escaso cacheo en los ingresos.

Los Ratones Paranoicos subieron a escena a las 18, con el rock de “Ceremonia en el hall”, al que se le sumaron el “Rock del pedazo” y “Sigue girando”. El público respondió mucho mejor y la gran masa en el campo se movía al unísono de los temas de Juanse y compañía. El momento de mayor euforia fue cuando, cerca del final de su presentación, Juanse se trepó de los caños que se hallaban a los costados del escenario.

A las 19.20 el tablado, ya iluminado artificialmente, recibió a Evanescence que desprendió un ramillete de acordes filosos y oscuros, junto a baladas poperas y desgarradoras, pero con cierta cuota de sutileza. Amy Lee y sus músicos, en su primera visita al país, hicieron saltar y cantar hasta el cansancio a los miles de jóvenes que esperaban el show. Entre los temas que desplegaron estuvieron “Going under” y “Bring me to life” (los más poderosos del primer disco que se conoció en el país como Fallen, mientras que de su último material, The open door, sonaron “Call me when you’re sober”, “Lithium” y “The only one”.

Sentada al piano, Lee interpretó “My immortal”, una de las baladas de su primer disco, con la cual dieron a conocer un costado mucho más suave. Para el mismo, la marea de lucecitas (muchos provenientes de los celulares, donde la gente les hacía escuchar el tema a los que estaban fuera del concierto, o estaban grabando, tomando fotos, o simplemente iluminando el espacio) inundó el estadio. A las 20.30, Lee y compañía se despidieron de una muchedumbre eufórica, cuya adrenalina aumentaba aún más: en 30 minutos se presentaría Velvet Revolver.

Fue así como, durante ese lapso, los organizadores musicalizaron el estadio con canciones, entre otros, de Linkin Park. Una fría llovizna arremetió contra los amuchados espectadores. Para los del campo fue un breve respiro, para los plateistas otro golpe al frío que padecieron toda la jornada. Las luces se apagaron y Scott Weiland (voz), Slash (guitarra), Dave Kushner (guitarra), Duff McKagan (bajo) y Matt Sorum (batería) descargaron su furia rockera. Slash, con su típica galera ofreció una especie de show aparte, o bien paralelo, al de Velvet. Comenzando con un “olé, olé, olé, olé, Velvet, Velvet”, iniciado por Weiland, el grupo desplegó “Do it for the kids”, a sólo días del lanzamiento de su tan esperado segundo disco: Libertad.

A lo largo de este concierto impecable, agresivo y, por momentos, melancólico (recurso bien utilizado para que las casi 60 mil cabezas no explotaran con tanta información musical) Velvet Revolver dio sólo un adelanto del show que anoche dio en solitario en el estadio Obras. Ya sin el llorisqueo y el ego inflado de Axel Rose, los ex Guns N’ Roses (Slash, McKagan y Sorum) sólo se dedicaron a tocar sus cuerdas. Mientras los seguidores de ésta y de Stone Temple Pilots (ex grupo del cantante) se agarraban al cabeza, sin poder creer lo que escuchaban, cada vez que una guitarra daba pie al próximo tema. Inclusive cuando (y ahí el toque melancólico) interpretaron “Whis you were here”, de Pink Floyd. Weiland y Slash (con su guitarra de doble mango), solos en la pasarela del escenario, lograron llenar algunos ojos de lágrimas. El show también contó con “Fall to pieces”, “Set me free” (de la película The Hulk), “It’s so easy” (de los Guns), “Slither” y “Sucker train blues”.

La excitación alcanzó su punto máximo cuando Steven Tyler, Joe Perry y compañía hicieron sonar “Love in a elevator”. Durante la previa hubo fuegos artificiales, videos, en las 6 pantallas del estadio (dos en el escenario y cuatro en cada costado del centro de sonido, en el medio del campo). Con el tablado mucho más iluminado, las ubicaciones repletas, Aerosmith desplegó, nada menos, que una extensa lista de hits, compuesta por “Toys in the attic”, “Dude (Looks like a lady)”, “Fallin’ in love”, “Cryin”, “Crazy”, “Jaded”, “Dream on”,  “Janie’s got a gun”. “¿Están felices?”, preguntó Tyler en inglés. Ante la respuesta afirmativa, agregó: “Es nuestra culpa”. Después hubo un set blusero, con temas registrados en el disco Honkin’ on Bobo: “Baby please don’t go” (de Big Joe Williams) y “Stop messin’ around” (de Fleetwodd Mac). Para este último, Perry puso su voz, y Tyler la armónica, que con semejante boca la hace sonar como ninguno.

El piano también sonó en este show, con la dulce “I don’t want to miss a thing”. La cortina de lucecitas regresó con el tema de la película Armaggedon, pero tanta calidez fue avasallada por el más rockero “Living on the edge”.

Los aviones seguían sobrepasando el estadio y la dupla Tyler–Perry seguía “destrozando” el clima. Inclusive Perry se animó a tocar el theremin, y mostraron un video (animación en la que un asesino, gordo y sangriento, conduce un cadillac por el desierto, con destino a Buenos Aires), en el que aparecieron fragmentos de algunos temas que no incluyeron en vivo. Luego volvieron con los bises. Las gargantas, y los cuerpos presentes ya no tenían energías, a excepción de Tyler que, después del beso que le dio a una de las mujeres que estaban a un rincón del escenario, pudo esquivar, sagazmente, a un fan que subió al escenario (a una velocidad admirable) con el fin de abrazar a su ídolo. Los patovicas se encargaron de devolverlo a su lugar.

El Quilmes Rock comenzó el jueves con bandas nacionales, y fue testigo del regreso de Sumo (con Luca Prodan mirándolos desde alguna nube) durante el show de Divididos. El viernes tuvo el electrónico show de Babasónicos y el cálido y rockero concierto de Keane, mientras que el sábado el espectáculo fue más futbolero, con Kapanga, Intoxicados y el ritual de Los Piojos, entre otros. Para el cierre, el evento tuvo una programación insuperable. Es que una vez confirmada la presencia de Aerosmith en esta nueva edición (por el mes de diciembre), la lista de artistas internacionales fue sumando bandas que no conocían el país y otras que tienen ya un basto grupo se seguidores, como Bad Religion.

Ya a cuarenta minutos del lunes el Quilmes Rock tenía su último suspiro, las luces del estadio se encendieron por completo y la euforia, junto al cansancio de tan extensa jornada se fusionaron en un sentimiento que fue, nada más y nada menos,  inolvidable e insuperable.

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