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Miles de almas en un ritual sin calma: Crónica de la vuelta de Los Piojos

Los Piojos hicieron historia y volvieron a los escenarios en el Estadio Único de La Plata.

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‘’No te sorprenda volverme a ver’,’ decía un pasacalle en Ciudad Jardín a los días de haber sido creado el perfil Los Piojos Oficial en Instagram, como se llamaba anteriormente la antigua página web. Dejándonos confundidos y con expectativas, el ‘’solo les pido que se vuelvan a juntar’’ era el comentario que más resonaban en sus publicaciones. Algunos, después de que se estrenara el álbum en plataformas digitales del ‘’último ritual’’ (Ritual Piojoso en River 2009, 2024) creyeron que solo se trataba de otro contenido audiovisual, otro prehistórico DVD.

Pero no fue así. Un día cualquiera estás esperando el colectivo, volviendo de la facultad de periodismo, casi sin señal y no podés comprender la dimensión de lo que ocurriendo: Los Piojos anuncian su regreso. Sin poder cargar los comentarios por la poca señal, sin lograr interpretar cualquier conclusión desacertada, a días de que Oasis ya confirmaba su vuelta, Los Piojos dan la mejor noticia de todas.

Una locura, algo incomprensible para la ilusión que nos generó a todos esa despedida en 2009 pensando que era un para siempre, pese a que muchos manteníamos la ilusión de un regreso. Volvimos por un rato al pasado, a aquellos días en los que lo único que nos importaba era poder llegar a casa a escuchar su música en los diversos formatos que manejaron a través de los años: CDs, casettes, walkman, microcomponente, USB, celular. Y coleccionabas disco por disco y tratabas de conseguir los audiovisuales o los veíamos por YouTube. Y, por supuesto, todo el merchandising extra: la típica mochila negra que se despintaba apenas la apoyabas en algún lado, las remeras de tela dura, los pines y todo lo demás.

Esta semana, Los Piojos volvieron a decir presente en el Estadio Único de La Plata, llamado Diego Armando Maradona. Miles de ‘piojosos’ volvieron a decir “Acá estamos, no nos fuimos, somos los mismos de siempre’’.

Si bien teníamos la posibilidad de ir a descargar nuestra nostalgia a los shows de Ciro y Los Persas cada fin de año, lo que se vivió este fin de semana en la ciudad de La Plata fue totalmente diferente. Cuadras y cuadras de gente inundaban las calles de Tolosa, haciendo que las calles estuviesen cortadas hasta diez cuadras antes. Adentro, más de 50 mil personas reunidas en cada función y con el corazón sensible como aquellos días pasados. Un estadio colmado, un público fiel que no le importo esperar una hora más de la pactada, que disfrutó y se cantó todo como el primer día.

Para algunos realmente era su primer ritual, muchos iban en familia y con sus hijos. Fanáticos nuevos, viejos, y fieles que absorbimos toda la etapa de Ciro y Los Persas pero que nos sabíamos de memoria el repertorio de Los Piojos.

Si bien la formación original de la banda fue cambiando a lo largo de los años, recordemos que estuvieron activos desde el 1987. Con cambios de músicos y pérdidas como lo fue la muerte de Tavo Kupinski en un trágico accidente en el verano del 2011, se sumó en esta vuelta la polémica que hubo con Micky Rodríguez, bajista original que por las redes nos alertó que iba a ser de la partida.

La incorporación de Luli Bass nos dejó a todos con la boca abierta por su talento y la forma en la que supo cubrir ese espacio tan pesado. La banda sonó perfectamente, la puesta en escena contó con varias pantallas con videos e ilustraciones personalizadas que iban cambiando de color según qué canción pertenecía a determinado álbum. 

El show comenzó con “María y José”, del disco Verde Paisaje del Infierno (2000) y terminó con “Maradó” de Tercer Arco (1996). En las casi tres horas de concierto volaron hasta zapatillas y disfrutamos únicamente del repertorio de Los Piojos, lo cual es un poco extraño para aquellos que solemos frecuentar los proyectos solistas de sus integrantes. 

Gracias Piojos por volver, por dejar sus diferencias de lado (aunque no todas), por volvernos a ilusionar. Por volver a soñar con que se puede creer, por hacernos sentir parte de una comunidad por muchos años, incluso para algunos que compartieron con su música casi una vida.

Por los que estamos, los que se fueron, los que estuvieron y los que vendrán. 

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