La figura de una sacerdotisa roja emergió entre las sombras para dar inicio al show más convocante de su carrera: Marilina Bertoldi presentó su nuevo álbum Para Quien Trabajas, Vol. I (2025) en el estadio Malvinas Argentinas ante 20 mil personas.
Respetando el mismo orden que en el disco, “Para Quien Trabajas” y “Autoestima” dieron pie a un repertorio que no dio respiro antes de que la misma artista admita, como lo hizo Celeste Carballo décadas atrás, que “se vuelve cada día más loca”.
Cubiertos por una pana sonora de baterías electrónicas y sintetizadores, “De Caza” y “El Gordo” (a ésta altura considerado un hit moderno) fueron algunas de las canciones nuevas que se fueron acomodando entre las clásicas.
Desandando el tramo revisionista de su discografía, la banda sorteó con audacia algunos problemas de sonido para afrontar el vertiginoso tándem que incluyó “La Cena” y “Pucho”. Los inconvenientes técnicos terminaron de ajustarse en “Para siempre es un lugar”, canción de su flamante nuevo álbum, que sonó sin fisuras.
Antes de tocar “Sushi en Lata” la cantante tuvo que solicitar – con el humor ácido que la caracteriza – asistencia médica por varios desmayos entre el público debido al intenso calor humano provocado por la euforia colectiva de una multitud enardecida.
Rebelde con mucha(s) causa(s), a los posers del rock Marilina se les caga de risa en la cara: las declaraciones rimbombantes que la rockera que dispara en sus entrevistas, lo sostiene en el vivo con una actitud desafiante de versos con letras punzantes y sin más armas en sus manos que su Telecaster de fuego que tocó de manera incendiaria.
Pero esa rebeldía esconde un corazón sensible bajo un velo que dejó caer por un momento en “Enterrarte” y “Amuleto”. El público aprovechó ese instante de vulnerabilidad de la artista para abrazarla en masa cantando cada estrofa.
Para el último tercio del set el telón negro que cubría el escenario se desprendió para dejar lugar a un juego de luces cegadoras. La Marilina enojada y visceral, para muchos su versión más auténtica, reapareció con una peluca rubia con Madonna vibes y botas brillantes que dejaron entrever su costado más performático.
Los riffs distorsionados de “Racat” y “Cosas Dulces” abrieron violentos pogos protagonizados en su mayoría por mujeres y el pulso eléctrico hard-rock de “MDMA” fue la bomba que terminó de dinamitar el cráneo de 20 mil personas satisfechas con la dosis de rocanrol recibida.
Sin conformarse con reventar el Estadio Obras y el Luna Park hace un par de años, el espectáculo demoledor que Marilina Bertoldi ofreció en el Malvinas Argentinas consolidó su lugar como una de las artistas más influyentes en la escena del rock argentino contemporáneo.