En su nuevo trabajo, la artista muestra una faceta diferente, transitando por varios géneros musicales para buscar sonoridades más energéticas y adrenalínicas.
Luna Sujatovich lanzó Ese fuego, su segundo disco de estudio en el que nos encontramos con una selva de géneros: pasamos por un rock más tradicional, un pequeño rasguño de pop; también por el soul en una balada romántica y por el neo soul con canciones más experimentales. Revive su experiencia de inmigración haciendo un tema homenaje a su país y retoma algunos ritmos folclóricos o afro para contarnos algunas historias neuróticas o de reencuentro amoroso.
-¿Cómo fue tu acercamiento con el folklore? -Te diría que a los 15, 16 años empecé a escuchar mucho al Dúo Salteño. Un profesor de música me había recomendado escucharlos. La verdad es que no me crie en una familia de músicos de folklore, y mi mamá no me llevaba a peñas ni nada de eso. Pero igual considero que si a los 15 años empezás a escuchar al Dúo Salteño… Entonces, siento que el folklore fue tomando cada vez más protagonismo en mi vida, y también con las nuevas olas, como la de Luna Monti y Juan Quintero. Yo, como ellos, tomé la tradición y la continué. Eso me resultó muy atractivo. Además, por formar parte de La Colmena, que es un grupo de 17 cantantes y dos percusionistas que hacemos música latinoamericana. Es un grupo que nació hace 12 años, producto de un taller que daba Luna Monti, un taller de música vocal latinoamericana. Y quieras o no todas esas influencias me fueron tomando. Los ritmos que tiene el folklore me resultaron muy atractivos, de una manera súper inconsciente. Como todo lo que te gusta, a veces no entendés bien por qué te atrae, ¿viste? La verdad es que empecé a apropiármelo y también a componer muchas cosas con el piano antes de componer canciones. Investigué y jugué mucho con los ritmos folclóricos en el piano.
-No es algo que nos atraiga mucho a los jóvenes, es más, tiene una fuerte impronta también, como que hay que adoptarlo. -Sí. Por ahí, a cada uno le llega de distinta forma, ¿no? Hay gente que le llega por la familia y gente que le llega de manera más indirecta, como a mí, o que se crio en ese espacio. Como para mi mamá el tango, o sea, a mi abuelo le gustaba mucho el tango y mi mamá se crio escuchando tangos. A veces no es por tu propia voluntad que te surgen las ganas de escucharlo. En mi caso, fue más una curiosidad que se despertó, porque también me gusta mucho lo vocal y el juego de voces. Por ejemplo, del Cuchi Leguizamón en el Dúo Salteño me gustan mucho esos tratamientos, de algo tal vez más elaborado y más complejo. Eso me resultaba muy atractivo, y así llegué yo. Digamos, cada uno llega a su manera, y me parece que todas son válidas, ¿no? No creo que haya maneras menos válidas que otras.
-¿Por qué elegiste a Raly Barrionuevo para que te acompañe en la canción “Tu Armadura”? -Porque en este disco nuevo me daban ganas de invitar a gente que haya formado parte de mis primeros años como solista. Como que miré hacia atrás y dije: ¿con quién estuve compartiendo? ¿Con quiénes estuve descubriendo y teniendo nuevas experiencias? Con Raly habíamos compartido unos conciertos, me había invitado también a cantar en uno de sus shows. Y mirando un poco las canciones, se me hizo evidente que en “Tu Armadura” él podía participar. Le re gustó la canción, escribió bastante de la letra y fue muy colaborativa. La composición de la música fue más por mi cuenta, pero la de la letra fue bastante colaborativa, y estuvo buenísimo. Me ayudó un montón, porque escribir letras no es mi terreno cómodo. Es lo que menos exploré en mi vida. Yo siempre toqué el piano y canté. Me pareció que estuvo muy bueno armar esa colaboración, y así con los artistas que están invitados al disco. Son todas personas con las que he podido compartir este proceso, de una manera bastante natural.
–Respecto al pase de un disco a otro, hay una Luna más evolucionada, más madura, que se animó a explorar otros géneros y estilos. ¿Qué estuviste viviendo o qué cosas te pasaron para llegar a escribir las canciones? -Las canciones tienen una historia diferente, un disparador distinto. Algunas nacieron en la pandemia, a partir de vivencias que tuve después de sacar mi primer disco, que salió en 2021, Desafío Guerrero. Yo diría que a partir de que salió (o desde que lo terminé de grabar), empecé a componer nuevas músicas. Las primeras canciones de este disco nacieron de vivencias de la pandemia. Por ejemplo, “Cambio de Piel” habla de la fiebre. Yo tenía COVID cuando compuse esa canción. Es poético, son disparadores. No me puse a hablar de la temperatura del termómetro ni de que fui al hospital. Son cosas que sirven como disparadores y que hacen que uno le dé el significado que cada uno quiera. Eso es el arte. Por eso, “la fiebre me separa del mundo” nació de esa situación. Algo que da impotencia es esa fiebre, la fiebre poética, que genera una separación del mundo porque estás absorbida por algo que te está pasando, o te gusta mucho una persona y no puedes dejar de pensar en ella. Entonces, te separas del mundo. Cada uno le puede dar el significado que quiera. Es un disco contrastante con el anterior, que explora nuevos ritmos y géneros. A raíz de haber tocado bastante el disco anterior, en el vivo sentí la falta de algunas canciones. Estas canciones vienen a cubrir eso. Necesitaba divertirme un poco más. Quise contrarrestar con algunas canciones solemnes. No tengo nada en contra de la solemnidad, pero a veces, cuando uno está muy solemne, me hacía ruido. Yo no soy así del todo, me gusta divertirme, buscar sonoridades y adrenalina. Eso me estaba faltando en mi disco anterior. Este disco despierta esas facetas nuevas y distintas. Por eso, llama la atención el contraste. Son búsquedas, y son las que me salen a mí.