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Los Fabulosos Cadillacs: Nunca podrán callar esta canción

Con dos conciertos enérgicos, exquisitos y agotados, la banda emblema del rock latino volvió a vibrar en Buenos Aires.

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El Movistar Arena está repleto. A través de las pantallas el DJ Sergio Rotman ya pasó su música para amenizar la espera. Las luces se apagan y suena la clásica melodía de James Bond. Cinco años después de aquel último acto, “el León del Ritmo” (como dirá el Sr. Flavio una y otra vez durante todo el show) vuelve a rugir en Buenos Aires.

La instrumental “Cadillacs”, el éxtasis de “Manuel Santillán, el león” y los pregones de “Demasiada presión” nos demuestran que la noche va a pasar a puros clásicos, como nos tienen acostumbrados desde aquella primera vuelta en 2008 en River. Están canciones también nos convencen de que el sonido es excelente y la banda va a brindar una de sus mejores performances de los últimos tiempos. Enganchada con “Carmela”, la genial versión del ska ochentoso “Estoy harto de verte con otros” y sus exquisitos arreglos es la mejor muestra de tal afirmación. Hermoso momento, además, se da en el medio de esta canción: mientras Vicentico canta “quiero ver a tu padre preocupado por mi traje, preocupado por mi modo y mi manera de tomar”, Sergio Rotman se dirige al guitarrista Florián Fernández Capello, sigue paso a paso la letra y le señala primero a su papá cantante, después al traje que el propio saxofonista lleva puesto y por último al vaso de whisky que está tomando.

Pero unos minutitos antes, otro acierto fabuloso: la intro de “El muerto” le revela a algún desprevenido que todavía no se había dado cuenta, ¡que volvió la percusión a la banda! Es que el último set fabuloso que había quedado evidenciado en el En vivo en el Madison Square Garden (2017) nos dejaba una formación potente con dos baterías, pero sin el toque latino que tanto gozan los amantes de su música. Ahora, Astor Cianciarulo se encarga de devolvernos un poco de sazón.

Tras más clásicos como “El genio del dub” o “Calaveras y diablitos”, se entromete una larga y psicodélica versión experimental y pseudo reggae de “Los condenaditos” con algunos versos de “Averno, el fantasma”, único destello de lo que es el último disco de estudio, la ópera rock La Salvación de Solo y Juan (2016).

Y llega el mejor bloque de la noche de la mano de temazos no tan hiteros, pero adorados por el público más fiel: el rocksteady con estribillo hardcore “El aguijón”, la cancionera “Nro. 2 en tu lista” (el mejor tema de los Cadillacs, tóquenlo siempre, ¡por favor!), la desgarradora “Basta de llamarme así” en su versión reggae original con Rotman luciéndose en el saxo, y la beatlera “Saco azul”, esta vez sin Valeria Bertuccelli recitando, pero con su hijo menor, Vicho, acompañando a su hermano Florián en la guitarra.

“Siguiendo la luna” devuelve los gritos de todo el estadio y “V centenario” nos trae la dosis justa de ska punk antes de llegar a los hits más hitazos que no van a faltar nunca: “Carnaval toda la vida”, “Mal bicho” y “Matador” sin dudas conforman el tridente ofensivo más imbatible de todo el rock latino noventoso. A esta altura el show es de lo mejor que estamos viendo en todo el año, las geniales pantallas acompañan con creces y los músicos, comandados por el relojito que es Fernando Ricciardi en la bata, insistimos, la están rompiendo toda. Vicentico recién saluda al público en el medio de aquel gran hit de Rey Azúcar (1995): “Hola, gracias por estar acá, estamos muy contentos”, es lo poco que dice antes de pedir un rato de silencio, oscuridad y celulares apagados para que todo explote al cantar “¡digo no, digo no, digo no!”.

En los bises Flavio se adelanta y toquetea un rato su bajo con reminiscencias a “Mañana en el Abasto” de Sumo y al Himno Nacional Argentino. Con una intro medio “Sympathy for the devil” de los Stones llega una percusiva versión de “Vos sabés” que por momentos suena vacía. Todo cobra un poco más de sentido cuando se engancha con “Hoy lloré canción”, lado recontra B de Fabulosos Calavera (1997) que en su versión original tiene a Rubén Blades y que, desde acá afirmamos, sin temor a equivocarnos, que es la primera vez en la historia que suena en vivo en nuestro país. El final a puro bongó y congas, y el grito de “Totito” del cantante quedan como homenaje perfecto a la foto que reposa durante todo el show en las tablas: la cara del inolvidable de Toto Rotblat.

La intro del teclado de Mario Siperman antecede al punky de “Mi novia se cayó en un pozo ciego” y Luciano Jr. (o el Tirri, para los más televisivos) se entromete para cantar “Belcha” y complacer a los más fanáticos que tanto pedían en vano la canción allá por la segunda mitad de los 90’s. El expercusionista y fundador de la banda, con su sola presencia hace sonreír con fuerza a todos los músicos, que cada vez que lo miran se ponen más contentos de lo que ya están.

El final se asoma con más clásicos inoxidables: “Vasos vacíos”, “El satánico Dr. Cadillac” y el coro que todos cantan desde que llegan hasta que se van y funciona como estribillo de “Yo no me sentaría en tu mesa”. “Ahora somos más hermanos que antes” resuena cada vez con más fuerza y el escenario es una fiesta con todos los invitados presentes más Vaino Rigozzi (mánager) que despunta su viejo vicio guitarrero.

Tras dos horas casi sin descanso, las luces se encienden y es hora de volver a casa. El público, repleto de treintañeros, cuarentones y cincuentones, también deja ver adolescentes y niños. Familia, básicamente. Varios grupos de pibxs que cantaron todos los temas de principio a fin nos demuestran que la vigencia de esta banda es interminable. Más ahora, que vuelven, y meten una performance espectacular, posiblemente la mejor desde aquella primera vuelta en 2008, recordándonos que son una de las mejores bandas de la historia de Latinoamérica.

FOTOS por Tute Delacroix

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