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Kerry King en el Teatro Flores: Manifiesto Thrash
El debut solista del guitarrista de Slayer hizo temblar a Flores.
La noche del viernes pasado, el Teatro Flores fue testigo de un ritual sagrado del metal. Kerry King, alma y músculo de Slayer durante casi cuatro décadas, aterrizó con su proyecto solista en Argentina por primera vez, y lo hizo con una contundencia que dejó cicatrices.
La velada arrancó con Manifiesto Thrash, banda local que calentó motores con una descarga furiosa que hizo justicia al espíritu de la noche.
Pero la espera estaba centrada en el debut del guitarrista californiano con su nueva criatura sonora, y cuando sonaron los primeros acordes de “Where I Reign”, el infierno se desató. Durante casi dos horas, King y su formación de lujo —Paul Bostaph (batería), Phil Demmel (guitarra), Kyle Sanders (bajo) y Mark Osegueda (voz)— mantuvieron una tensión sostenida entre su flamante repertorio y los clásicos que forjaron su leyenda. Temas como “Rage”, “Trophies of the Tyrant” y “Everything I Hate About You” mostraron el filo renovado del proyecto, con letras corrosivas y riffs demoledores que no dieron respiro.
El delirio creció con los guiños a Slayer: “Repentless”, “Disciple”, “At Dawn They Sleep” y “Black Magic”, fueron algunas de las piezas que demostraron que el legado sigue vivo, aunque ahora con un nuevo envase igual de incendiario. Y por si hubiera faltado algo, hubo dos joyas inesperadas: “Purgatory” y “Killers”, dos covers de Iron Maiden, recibidos con sorpresa y devoción por el público.
El final fue épico. “Raining Blood” en los bises desató un pogo visceral, catártico, como si todo el Teatro se hubiera convertido en un campo de batalla. Cerraron con la brutal “From Hell I Rise”, dejando claro que este nuevo capítulo de Kerry King no es una nostalgia reciclada: es una declaración de principios. Buenos Aires lo entendió y lo celebró: el metal no murió con Slayer, simplemente se transformó. Y sigue rugiendo.
Acá, algunas de las mejores fotos del show.
