·Discos·

Juan Ibarlucía nos sumerge en su tempestad

Muy bien debut discográfico del cantante en su faceta solista, con varias invitadas de lujo, y canciones y experimentaciones para viajar y dejarse conquistar.

Publicado

el

Luego de haber publicado seis canciones, el cantautor y productor Juan Ibarlucía, fundador de Pommez Internacional ofrece todas las piezas en La Tempestad, un álbum ideal para escuchar de principio a final, haciendo gala de los viejos tiempos cuando aquello era tan normal y necesario.

Ya de entrada, la canción que da nombre al disco funciona como una perfecta introducción, repleta de misterio y sonidos tribales y experimentales que suben y bajan hasta llegar a “Rencor”, junto a Ximena Giménez, la primera invitada de la placa. La oscuridad no cede, pero se hace tango y se embellece con la voz de la invitada en una pieza más que recomendable.

No será la única: inmediatamente Paula Maffia irrumpe con la exuberante “Ardor” y todo se vuelve melancolía, especialmente cuando escuchamos “voy a decirte adiós”. Más tarde, ya en la cara B de la escucha, Marina Will cerrará el triángulo de feats en “Carnal”. “No te pido amor eterno, simplemente una larga noche de verano”, proponen a dúo en un bolero sintetizado bajo voces, pianos y erotismo delicado y puro. Otro temazo.

Antes, “Ardor” advertía eso de que “mi corazón es un hotel alojamiento” entre otras tantas cosas antes de una larga coda electrónica y repleta de programaciones.  “Vortex” separa el trabajo en dos con más misterio y por qué no con cierta perturbación.

Ya estamos en la segunda vuelta de Juan, quien con “Animales nocturnos” parece recrear el espíritu de los Bad Seeds o PJ Harvey. ¡Guau! En la última recta “La canción de León” es eso mismo, una pura canción hecha y derecha, bien de rock nacional de aquel de los 70’s que tanto forjó los cimientos.

Llega “Pegaso” para el final, bien ganchera, postulándose como el “hit” del álbum para moverse y bailar sobre la tempestad. “Es nuestro amor una luz pasajera”, insiste y repite, antes de que los coros y las palmas nos lleven a los años ’60 de California.

Y ahí nos vamos con la “Coda”, para darle un cierre a esta obra que explícitamente nos regaló la introducción, el nudo y el desenlace. Más que auspicioso debut de Juan Ibarlucía, quien recopiló en esta tempestad las canciones que fue ofreciendo de a una en los últimos tiempos. Un mundo agradable.

Si te gustó esta nota, invitanos un cafecito

LAS + LEÍDAS

Exit mobile version