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Chucky Limón: “Tengo un costado místico, pero siempre con los pies sobre la tierra”

El músico argentino radicado en Berlín presenta “Todo lo que se acerca de nada”, su álbum número 33.

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Chucky Limón es argentino y vive en Alemania hace más de diez años. Es un músico multi-instrumentista, compositor y productor con una amplia y diversa trayectoria. También tiene su sello TuVieja Records, dedicado a la producción y promoción de artistas independientes. Luego de ser parte de varios proyectos, en 2012 lanzó su carrera solista y en septiembre de este año lanzó Todo lo que se acerca de nada, su álbum número ¡33!

Si miramos la lista de temas en Spotify o alguna otra plataforma digital, veremos que la duración de todas las canciones menos una es de 3 minutos, y que, en todas las canciones menos una, su duración termina en 3 (y la que no termina en 3, termina en 9, que son 3 veces 3), y varias duran exactamente 3:33. “La numerología me fascina desde chico”, confiesa Chucky, aunque rápidamente aclara que ya no lo vive con la intensidad mística que le daba en su adolescencia. “Pero sigue siendo algo que influye en mi trabajo. No soy un estudioso del tema, aunque me dejo guiar mucho por la intuición y lo que he experimentado. Curiosamente, me enteré hace poco que Tesla también se enfocaba en los números 3, 6 y 9, que son números clave para mí. El número 3 es el que más resuena conmigo, y el 9, siendo 3 veces 3, también. Entonces, al ser mi álbum número 33, quise jugar con esa numerología y acentuar esos detalles”.

Y si queremos explorar un poco más, nos vamos más atrás en la extensa discografía de Chucky Limón y encontramos que su álbum El Costado Embrujado también corre la misma suerte numerológica. “Digamos que es “brujería de primer grado”, tengo como un costado místico, pero siempre con los pies sobre la tierra”, concluye.

―Has resaltado que para este disco te basaste mucho en tus influencias más históricas, ¿cómo surgieron estas canciones y cuándo notaste que marcaban bien esas influencias?

―Las canciones surgieron mayormente en diciembre, en Berlín, pleno invierno, entre Navidad y Año Nuevo. Fue un proceso atípico. Primero me vinieron los nombres de los temas, por separado, y las letras surgieron en un cuaderno donde siempre anoto ideas. Las músicas, en su mayoría, nacieron cantadas en inglés, con otras letras. Luego junté todo y apareció el concepto. Las influencias las noté a la hora de grabar, sobre todo en cuanto a la libertad creativa y sonora, esa búsqueda constante que ves en artistas como Charly García, Spinetta o Cerati. Siempre admiré esa exploración que mantuvieron a lo largo de sus carreras. Las estructuras de las canciones también tienen una fuerte raíz en los Beatles, que fueron fundamentales en mis inicios musicales. En cuanto a las letras, quise que fueran un poco más crudas y directas.

Este álbum es más cancionero en comparación con el enérgico y urgente “Grabaciones Piratas”. Y, por ejemplo, otro de tus trabajos, “Shut up and play” es puro piano. ¿Te gusta generar conceptos y climas propios para cada álbum?

―Sí, definitivamente me gusta que cada álbum tenga su propio concepto y sonido particular. Disfruto mucho explorando nuevas texturas y que cada disco sea una experiencia inmersiva. Eso me permite enfocarme mejor en la producción. Me gusta que se sientan diferentes entre sí, no repito fórmulas. En cada disco trato de hacer algo que no he explorado últimamente. Sin embargo, hay álbumes como “El Disco Rayado” o este último, donde hago justamente lo contrario: aplico todo lo que he experimentado y lo adapto a cada canción. Este último álbum tiene canciones con diferentes enfoques: algunas con guitarras más al frente, otras con cuerdas o teclados, algunas más punks, otras más melódicas. Buscaba diversidad en el sonido y darle una producción más dedicada.

¿Cómo manejás tu relación con Argentina desde Berlín? ¿Cada cuánto venís y cómo son esas visitas en términos musicales?

Curiosamente, hasta ahora he ido cada 3 años, ¡lo cual encaja bastante con mi conexión con el número 3! Me gustaría ir más seguido, pero no siempre es fácil. Hasta ahora he hecho tres viajes a Argentina. La primera vez fue por un tema familiar, así que no pude hacer mucho en lo musical. La segunda visita fue más productiva: me dediqué a conectar con músicos, ver shows y asistir a ensayos, aunque sin muchos proyectos propios. En mi tercera visita pude dar dos shows: uno en Niceto y otro en el Club Lucille, donde toqué con La Resaca del Rock Barrial, una banda que armé con músicos locales (el nombre a modo de homenaje y/o parodia a Billy Bond y La Pesada). Grabamos ese show y lo edité como “Demonios Dentro”. Espero que en mi próxima visita pueda seguir tocando en vivo, y me encantaría grabar con músicos locales también.

Hace más de 10 años que tenés TuVieja Records. ¿Cómo es ese trabajo?

―Cuando empecé, TuVieja me parecía la respuesta a todo. Empecé a editar mis trabajos y el de colegas de forma independiente. Al principio era un proyecto más comunitario, como una cooperativa sin mucha curaduría. Con el tiempo, fui ganando experiencia y el proyecto fue creciendo. Ahora me dedico también a apoyar y desarrollar artistas independientes, no solo en términos de producción, sino también con cuestiones legales, de marketing, contratos, managment, etc. Últimamente, me he enfocado mucho en la asesoría artística. He trabajado con varios artistas (como Barbie Williams, Patokai, Mapel, ByDs y Wax Museum, entre otros) sin ningún tipo de exclusividad. No busco activamente proyectos, el trabajo suele surgir de manera orgánica. Si hago bien mi trabajo, me recomiendan, y así se va dando. No es una búsqueda comercial, sino más bien artística; me gusta que el proceso sea fluido y de confianza, un poco al estilo de Los Simuladores.

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