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Anclada en 1999, Slipknot regresó a Buenos Aires

El festival Knotfest, en todas sus dimensiones, pisó fuerte el suelo argentino en una jornada llena de metal y brutalidad sonora.

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Luego de un primer acercamiento porteño al Knotfest en 2022 en el Movistar Arena, Slipknot desembarcó en el país, ya no con una versión acotada del mismo, sino con la versión completa de su propio festival. La cita fue el sábado en el Parque de La Ciudad, el cual desde el mediodía se vio invadido por una multitud vestida de negro, repleta de máscaras y maquillajes para la ocasión.

Pasadas las 2 de la tarde, con un cielo despejado y un clima primaveral, comenzaron a desfilar las bandas por el escenario. Fue Nvlo quien abrió el juego con una recepción fervorosa por parte de los que habían llegado temprano. Luego llegaron los también locales, Arde la Sangre con un set prolijo y contundente.

Minutos antes de las 5 fue el turno de Baby Metal, la banda de Tokio que combina machaques con coreos, gritos y vestuario de la “Cultura Kawaii” japonesa, quienes fueron escuchadas por el público con curiosidad y sin mucho revuelo.

Con el sol aún de frente subió al escenario Meshuggah, con un set de diez canciones lapidarias, los suecos hicieron subir la temperatura del festival que comenzaba a colmarse de almas “heavys” por todas partes. El atardecer y las sombras en contraluz de un parque de diversiones abandonado fueron el marco perfecto para la última banda antes del tan ansiado cierre. También directo de Suecia, Amon Amarth descargó en el escenario todo su death metal melódico en una docena de canciones celebradas y arengadas por el público de principio a fin. Sin duda alguna, la nota de color del show fue cuando Johan Hegg, cantante de la banda, hizo que el público presente se sentara en el piso y remara para llevar adelante el imaginario gigante barco Vikingo.

Ya todo estaba listo para la presentación de los de Iowa y el clima reinante no podía ser mejor. Una barra de luces frontales descendió casi hasta el piso del escenario para impedir ver el armado de escena del plato fuerte de noche. Con el Parque de la Ciudad repleto de miles de personas, la musicalización nos remontaba a principios de siglo, con artistas tales como Coal Chamber, Sepultura, Limp Bizkit, Korn y Linkin Park. El espíritu del new metal estaba presente entre el público que coreaba cada una de las canciones. 

Luces fuera, estallido de público y la dulce melodía de Gary Writh, “Drem Weaver” comenzó a sonar con el escenario vacío dando inicio al espectáculo. Slipknot está celebrando los 25 años de su homónimo disco debut (1999) y cumpliría en tocarlo en su totalidad. Con esta propuesta comenzó a sonar el track que abre el álbum, “742617000027”, mientras se acomodaban en el escenario los nueve integrantes con sus respectivos mamelucos rojos y sus renovadas máscaras de terror. Así fue entonces que comenzaron con “(Sic)”, aplastándonos con un sonido demoledor para dar rienda suelta al directo de “Eyelles”, “Wait and Bleed”, “Get This” y Eeyore”.

El despliegue en escena y la ejecución ajustada de cada canción eran comandadas por Corey Taylor, quien nos miraba a través de su máscara con rastas y luminosos ojos de led rojos. Los respiros y descansos sonoros, tras la seguidillas de canciones, eran construidos por Sid Wilson (sintetizadores y mezclas) y Jeff Karnowski (samplers y teclados), quienes diseñaban otra atmósfera para recargar energías y seguir pogueando.

Llegaba el turno de “Tatteded & Torn”, “Me Inside” y “Liberate” para volver a esa tormenta de sonido imparable, con un escenario vestido en el fondo con un telón gigante con el nombre de la banda y varios estandartes en los perímetros con “S”, bañados con fuertes luces frontales al público generando un frenesí desquiciado. 

“Frail Limb Nursery” irrumpió en el audio de un nuevo descanso para pegarle “Purity”, “Prosthetics”, “No Life” y “Only One”. De esta manera llegaría el bloque final para completar un poco más de 80 minutos de show donde el público disfrutaba a lo grande de la música pesada y las interacciones de Corey Taylor con la audiencia en un español digno que todos celebraban. Así fue que “Mudslide” se hizo presente en el sonido para dar lugar a un cierre perfecto con “Spit It Out”, “Surfacing” y “Scissors”.

El Knotfest demostró, artísticamente, ser interesante y seductor para el público local. Cabe destacar, algo no muy usual en estos tiempos, que el volumen de los shows hizo recordar a épocas doradas donde hacía vibrar los cuerpos y no permitía charlar con el de al lado. Tal vez lo único que no estuvo a la altura de todo el espectáculo fue el circuito cerrado de video que alimentaba las pantallas verticales a los lados del escenario; la calidad claramente no era buena y los encuadres tampoco.

Jim Root, Mick Thomson, Alessandro Venturella, Sid Wilson, Jeff Karnowski, Shawn Craham, Michael Pfaff, el reciente incorporado y sorprendente baterista Eloy Casagrande, junto a Corey Taylor, nos propusieron en la celebración anclarnos a 1999. Quizá con la intención de ver a la distancia el surgimiento de un nuevo ícono internacional del metal que muchos daban por pasajero y que han sobrevivido (como pocos) al paso del tiempo, con un presente impecable y un futuro prometedor. El heavy metal goza de buena salud de la mano de varias bandas como Slipknot tomando el lugar de aquellas “leyendas” que dejan el espacio para seguir construyendo la historia de la música pesada.

Texto: Gentileza Hernán Petriz

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