Agostina Sol lanzó su primer EP Canción Nocturna luego de ir ofreciendo canciones desde el año pasado. Resabios de una pandemia que la empujó definitivamente a dedicarse a la composición, la dualidad entre la luz y la oscuridad parece marcar el concepto de este flamante trabajo.
“El 2020 trajo mucha angustia e incertidumbre y, si bien ya venía escribiendo y estudiando música desde chica, me daba mucho temor componer”, reconoce la artista, y profundiza acerca de esta situación: “Me ponía muchos frenos mentales y la idea me hacía sentir muy vulnerable. La pandemia me obligó a hacer canciones para mí, medio en una situación de desborde emocional y muchas dudas. El perfeccionismo no me dejaba ni siquiera probar o incursionar en el mundo de la composición. Fue en este contexto cuando por fin concreté una de mis primeras canciones, que me di cuenta de la satisfacción que me generaba y lo movilizante que era”.
-Hay un recorrido conceptual en la escucha, la luz y la oscuridad, ¿lo fuiste buscando o de repente te diste cuenta de que tenías esa temática en tus canciones?
-La verdad es que había una idea inicial plantada en “Toma 2”, el primer tema que compuse. “Sin negar el ardor, aceptar el calor del sol”, dice la canción y medio que da un cierre a toda esta historia.
-Empezaste por el final.
-¡Sí! Me parecía interesante jugar con esta idea en relación a la aceptación y a todo el recorrido previo a esa instancia. Me di cuenta que había un patrón en mi composición, había palabras que tendían a repetirse, y tracé un campo semántico bastante de entrada. Si las iba a repetir quería que me sirviera para contar una historia más compleja, darle a todo un sentido más global. Hay toda una evolución canción a canción, que implica al sol y a la oscuridad desde un lugar bastante ambiguo, donde por momentos la nocturnidad pareciera traer más claridad que la misma luz. Hubo una búsqueda que se fue dando de forma muy orgánica. Los versos más representativos fueron los que surgieron con menor esfuerzo.
-Contabas que venías estudiando desde muy chica, ¿te acordás de esos primeros momentos?
-Arranqué a estudiar música y a tocar la guitarra a los 13 años. Mi primera guitarra fue una guitarra eléctrica y me encantaba ir a clases, era el mejor momento de la semana. Tuve mi primer acercamiento con la teoría y también aprendíamos canciones. Yo elegía el repertorio: “Arlandria” de Foo Fighters fue uno de los primeros que aprendí a tocar. Fue también para ese entonces que empecé a incursionar en el piano, ya por mi cuenta. Tenía un teclado en casa que era de mi hermana y nunca lo usaba, tenía un par de octavas y no tenía sensibilidad ni pedal; pero para ese entonces era un montón. Arranqué viendo tutoriales de YouTube y a memorizar cómo se formaban los acordes menores y mayores en el piano. Me tomaba un montón de tiempo, pero estaba re comprometida en aprender a hacerlo, así aprendí a tocar mis primeras canciones. Temas de Amy Winehouse, de Foo Fighters, Paramore, por ejemplo.
-¿Y de más chica qué se escuchaba en tu casa?
-Tuve una infancia rodeada de música. En mi casa me cantaban y jugaban con canciones de María Elena Walsh, con canciones de Miranda. Me cantaban tangos y me creaban canciones propias. Mis tías, que vienen del palo del teatro, me las enseñaban y el juego era interpretarlas, actuarlas. En mi pre adolescencia también hubo un momento clave donde consumí mucha música que terminó marcando mucho mi estilo. Me la pasaba escuchando rock alternativo, indie y pop. Lana del rey, Pink Floyd, Queens Of The Stone Age, son un para de nombres que se me vienen a la cabeza. Más los que te contaba antes: Foo Fighters, Amy Winehouse, o Paramore.