Rolling Stones: rock and roll ardiente y pegajoso
22 de Abril, 2021
A 50 años del lanzamiento de Sticky Fingers, nos sumergimos en una de las obras cumbres de los Stones, con grandes clásicos, una portada a cargo de Andy Warhol y la llegada del famoso logotipo de la lengua.
Los Rolling Stones cerraron la década del ‘60 y comenzaron los ‘70 a un ritmo vertiginoso, sin levantar el pie del acelerador. La banda ya había parido dos discos fundamentales, Beggars Banquet (1968) y Let It Bleed (1969), que la habían devuelto con grandes resultados por la senda del rhythm and blues; también había despedido a Brian Jones –homenajeado por el grupo en Hyde Park tras su fatídica muerte- y contratado en su lugar a Mick Taylor, el joven y virtuoso guitarrista de John Mayall´s Bluesbrakers. Luego de emprender en noviembre de 1969 su primera gira en tres años por Estados Unidos y antes de cerrar la década con el desastroso concierto gratuito en el Circuito de Altamont, en San Francisco, los Stones comenzaron a trabajar en las canciones de un disco que con el paso del tiempo diversos críticos y numerosos fans señalarían como uno de los puntos más altos en el edificio compositivo de la dupla formada por Mick Jagger y Keith Richards a lo largo de casi sesenta años: Sticky Fingers (Dedos Pegajosos).
Los británicos desembarcaron en los Muscle Shoals Studios de Alabama (encajado en el interior de una antigua fábrica de ataúdes) una semana antes del show en Altamont. Aceitada tras varias semanas de conciertos, la formación trabajó con alta productividad en las pistas de “Brown Sugar”, “Wild Horses” y “You Gotta Move”. Esta última canción, que Jagger y Richards ya interpretaban a dúo durante la gira, pertenecía al bluesman del norte de Mississippi Fred McDowell, y el grupo la cargó de una atmósfera tribal, como un rito de invocación coloreado con una preciosa ejecución de guitarra slide.
CANCIONES INOXIDABLES
“Brown Sugar” se convirtió a inicios de los ‘70 en un clásico de primera línea junto a “(I Can’t Get No) Satisfaction”, “Jumpin’ Jack Flash” y “Honky Tonk Woman”. Jagger escribió la canción –que originalmente se tituló “Black Pussy”- durante la filmación de la película Ned Kelly en Australia y tuvo su bautismo de fuego en Altamont. La letra combinaba esclavitud, sexo interracial, sadomasoquismo, y el título provenía de un término que designaba a un tipo de heroína asiática muy potente. En una entrevista que concedió a la revista Rolling Stone en 1995, el cantante declaró: "Dios sabe en qué andaba yo en esa canción. Es un lío. Nunca compondría una canción así ahora. Probablemente me autocensuraría”. Richards recuerda la grabación del tema como una experiencia increíble: “Es una canción perfecta. Fue una de esas sesiones en las que sientes que quizás has grabado ‘la’ canción de rock and roll. Claro que nunca sucede, pero sentía ese mismo entusiasmo”. “Brown Sugar” también se destacaba por el irresistible solo de saxo del legendario Bobby Keys, quien ya había participado en las sesiones de Let It Bleed.
Richards reconoce en la épica balada “Wild Horses” el impacto de la llegada de Marlon, su primer hijo junto a Anita Pallenberg, nacido pocos meses antes de comenzar la gira estadunidense. Keith recuerda: “Realmente no quería irme. Fue un momento muy delicado, el niño tiene sólo dos meses y uno se va”. Jagger reescribió la mayor parte de la letra original de Richards en el estudio de grabación, y no fueron pocos los que señalaron que la inspiración de Mick provenía del deterioro de su relación con Mariane Faithfull. Parte de esas sesiones quedaron registradas en la película Gimme Shelter, estrenada un año después en Nueva York.
UN “DISCO GENIAL” EN UN “MUNDO DURO”
Al regresar a Inglaterra, la banda continuó las grabaciones en 1970, trabajando entre los Olympic Studios de Londres y en el estudio móvil que los Stones habían instalado en Stargroves, la mansión de Jagger en Berkshire. En su autobiografía Vida, Richards recuerda que “algunas de las canciones de Sticky Fingers se basaban en la convicción de que Mick Taylor iba a salir con algo genial”. En “Sway”, Taylor se despacha con su solo avasallante sobre un ritmo nervioso y el frenético piano de Nicky Hopkins, mientras que “Can’t You Hear Me Knocking” demuestra el estilo fluido del guitarrista sobre una zapada con aires latinos que remite directamente a Santana. Luego de la primera parte de la canción, la sección instrumental se agregó casi accidentalmente. Taylor recuerda que la banda pensó que la canción había terminado: “Hacia el final de la canción, sentí que tenía que seguir tocando. Todo el mundo estaba guardando los instrumentos, pero la cinta seguía rodando, y sonaba tan bien, que todos agarraron los instrumentos otra vez y siguieron tocando. Fue una cosa de una sola toma”. Bobby Keys se anota otro tanto en el disco con un sugerente saxo blusero.
El baterista Charlie Watts señala en el libro According to The Rolling Stones que el tándem integrado por Keys en saxo y Jim Price en trompeta tenía la misión de añadir una dimensión extra, un color diferente, no hacer que la banda sonase distina”. Ese desafío se superó con creces en “Bitch”, un rock crudo grabado en una sesión de varias tomas durante toda una noche en el que el mortífero riff de Richards, la precisión de la sección de vientos y un Jagger furioso se combinaban de forma magistral. Para el lamento amoroso de ‘I Got The Blues’, Price se hizo cargo del arreglo de metales y Billy Preston –colaborador del grupo en los siguientes años- añadió su órgano góspel a una de las canciones más lentas que los Stones hayan grabado. Richards sostuvo que a medida que se adentraban en el tema “vimos que uno de sus encantos es esa lentitud, porque va creciendo. Y también tiene excelentes partes de vientos”.
Otro punto alto es el dramatismo que se respira en “Sister Morphine” de comienzo a fin: su primera frase reza “Aquí estoy, acostado en mi cama de hospital”. Según la leyenda, Marianne Faithfull fue quien acercó la letra de la canción a una melodía con la que Jagger trabajaba desde hacía tiempo, referida a un moribundo que pide morfina con deseperación. La canción se acelera con la entrada de Ry Cooder en guitarra slide, otro invitado habitual de los Stones por aquella época. Faithfull no recibió créditos por esta canción hasta que Sticky Fingers fue remasterizado en 1994 y se la reconoció como coautora. Ante las críticas por las constantes referencias a las drogas en el disco, Richards respondió: “Sticky Fingers es un álbum sobre las drogas duras, del mismo modo que el mundo es un mundo duro”.
La página country del disco –un estilo en que el grupo había buceado en sus dos trabajos anteriores- llegaba con “Dead Flowers”. Grabada bajo la influencia directa que por esos años tuvo sobre Richards el líder de Flying Burrito Brothers, Gram Parsons, la canción fue versionada por numerosos músicos, desde Townes Van Zandt y Steve Earle hasta Jerry Lee Lewis y Guns N’ Roses. El disco concluía con una canción de extraña belleza y franca melancolía: “Moonlight Mile”. Jagger y Taylor en voz y guitarra, respectivamente, se pusieron al hombro esta interpretación que contaba con arreglos de cuerdas y culminaba con aires de música oriental. Richards –que confesó a Rolling Stone en 1971 no haber participado en la canción que cerraba el álbum- reflexionó décadas más tarde sobre Sticky Fingers: “Estábamos creciendo, escuchábamos mucha más música y tocábamos con mucha gente diferente. Creo que en esa época, sin saberlo, comenzaba a notarse la experiencia. A todos nos sorprendió como quedó finalmente el trabajo en su conjunto. Es un álbum bastante maduro para su estilo”.
UNA TAPA MÍTICA Y UN LOGO ICÓNICO
Para la portada del disco, Mick Jagger encargó el trabajo a Andy Warhol, incluso antes de que el álbum tuviese nombre. Los legendarios jeans de la tapa, que incluían un cierre original, representaban un problema logístico para proteger al vinilo, y se resolvió con un cartón interior que representaba a un joven en calzoncillos. Warhol realizó el trabajo en The Factory y los Stones le pagaron 15.000 libras por el diseño. Lo que nunca quedó del todo aclarado quién fue el protagonista de los jeans: mientras algunos afirman que se trató de un amigo de Warhol, Corey Tippin, uno de los ayudantes del artista, Glenn O’Brian, sostuvo que Jed Johnson era el modelo de la parte delantera de la cubierta, y que él mismo era quien llevaba los calzoncillos.
En julio de 1970 finalizaba el contrato que mantenía unidos a los Stones con el sello discográfico Decca, y la banda se negó a renovarlo. Al mismo tiempo, anunciaron que no continuarían ligados a su mánager Allen Klein, al que más tarde demandaron. Pocos meses después, zarparon hacia Cannes y firmaron un nuevo contrato discográfico con Kinney Services National, una compañía de origen estadounidense del sello Atlantic. El acuerdo obligaba al grupo a producir seis álbumes en los siguientes cuatro años, incluido Sticky Fingers, que saldrían al mercado con el nuevo sello Rolling Stones Records, pero serían fabricados y distribuidos por Atlantic. El director del nuevo sello sería Marshall Chess, cuyo padre, Leonard, había fundado el famoso sello Chess de Chicago.
En el marco de la creación de su propio sello, nació uno de los logotipos más famosos de la historia del rock, el cual identificaría a la banda alrededor del mundo hasta el día de hoy: la imagen de unos labios, con dientes, y una lengua en blanco, rojo y negro. Provocador, el logo fue atribuido a Warhol; sin embargo, el trabajo correspondió a Mick Jagger y el diseñador gráfico John Pasche, como homenaje a la lengua iconográfica de Kali, la diosa india de la creación, la vida y la destrucción. A comienzos de 1971 se le pagó a Pasche cincuenta guineas por el diseño, y en octubre de 1972 se le abonó adicionalmente doscientas libras en reconocimiento por el éxito del logo.
LOS EXILIADOS DEL ROCK
En Vida, Keith relata la situación que provocaría un giro decisivo en la situación del grupo y sus siguientes pasos. “En 1970 nos encontramos en una situación ridícula en la que Allen Klein nos tenía que prestar dinero que nunca podríamos permitirnos devolverle porque él no había pagado los impuestos y en cualquier caso nos lo habíamos gastado”. El príncipe Rupert Loewestein, asesor financiero de los Stones, encontró la manera de sacar a los músicos de una deuda descomunal: les aconsejó exiliarse. La única alternativa era desaparecer de Gran Bretaña durante el año fiscal 1971-1972 para eludir los impuestos sobre sus ingresos de 1969-1970. Francia fue el destino elegido por la banda, entre otros motivos por las ventajas fiscales para quien viviese en un país relativamente libre de restricciones cambiarias. El anuncio oficial sobre la partida del grupo de Gran Bretaña para instalarse en Francia se produjo en marzo de 1971.
Ese mes, Los Rolling Stones emprendieron una gira de despedida en su país, la primera en cinco años, y aprovecharon para incluir en vivo canciones de su futuro disco, como “Wild Horses”, “Dead Flowers” y “Bitch”. El tour culminó con presentaciones en la Rondhouse de Londres, con la asistencia de los familiares del grupo. “Fue extraño mover el culo delante de mi madre –declaró Jagger-, como una cosa incestuosa.” El 26 de marzo, el grupo filmó un especial para televisión en el Marquee Club. En aquella oportunidad, la banda sonó algo despareja y Keith llegó a propósito con cuatro horas de retraso. El bajista Bill Wyman lo recuerda “con una pinta horrorosa: sucio, sin afeitar y bastante desquiciado”. Ofendido por la presencia de Harold Pendleton, el propietario del mítico reducto, Richards lo persiguió para partirle su guitarra en la cabeza.
El 16 de abril el nuevo sello estrenó un disco compuesto por “Brown Sugar” y “Bitch” como cara B. La edición inglesa traía un tema de regalo, “Let it Rock”, grabado durante su gira de despedida. “Brown Sugar” alcanzó el puesto número 2 en el Reino Unido y el número 1 en Estados Unidos así como en otros países. Sticky Fingers se lanzó una semana después y se mantuvo como número 1 durante veinticinco semanas en el Reino Unido y durante seis semanas en Estados Unidos.
La publicación del disco encontró a Los Rolling Stones en su totalidad instalados en Francia. Decididos a mantenerse unidos a pesar de los contratiempos, el grupo estaba preparado para escribir otra increíble página de su historia, aprovechar un período especialmente prolífico en lo compositivo y continuar la saga de obras maestras con su siguiente trabajo, el álbum doble que finalmente sería titulado Exile On Main Street (Exilio de la calle principal).
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