10 años sin Alejandro Sokol: Que estés sonriendo
12 de Enero, 2019
Hace exactamente diez años fallecía uno de los íconos del rock argentino. Carismático, auténtico, impredecible, entrañable, único. El Bocha siempre estará en nuestros corazones.
"Si supiera adónde ir/intentaría fugarme solo/para poder seguir". Alejandro era un guitarrista de asados. La adolescencia lo encontró con Germán Daffunchio en Hurlingham dentro de un equipo de rugby. “Él me enseñó a tocar la guitarra”, recuerda siempre Germán, y las canciones de Sui Generis y Serú Girán eran las principales protagonistas. Los temas propios comenzaron a aflorar, como por ejemplo uno que se llamaba “Nena de nylon”. Entonces llegó el tano loco, y la aventura de viajar a Córdoba cambiaría la vida de los dos amigos para siempre. Entre borracheras y paté de hígado de paloma hecho por el propio Luca Prodan, salieron las primeras canciones de lo que luego sería Sumo: “Divididos por la felicidad” o “Pinini Reggae”, entre otros. Autodidacta siempre, Alejandro encaraba lo que hiciera falta, primero el bajo, después la bata, siempre a los tumbos, aprendiendo en el momento mismo. Así fue su etapa en Sumo, la más fresca de la banda, pero también repleta de un descontrol que por ese entonces, prefirió intentar evitar, y se alejó. Pero el Bocha ya estaba entre nosotros para quedarse, siempre combatiendo (o no) contra sus excesos.
“Hola, que tal, ¿cómo estás?/De nuevo aquí para encontrarnos”. Tras la muerte de Luca, Germán Daffunchio sintió un vacío gigante cuando su amigo Diego Arnedo eligió formar Divididos con Ricardo Mollo. Allí reencontró con Alejandro, quien tal vez como un germen de lo que haría en su última etapa, se presentaba en los bares con su guitarra, tocando covers y algunas canciones propias bajo el nombre de S.O.K.O.L. Su estado no era el mejor, las anfetaminas se adueñaban de él, y la nueva aventura le daría otra oportunidad. Con otro ex Sumo, Superman Troglio, y con nada menos que Andrea Prodan, nacía Las Pelotas. Y también el mito de un cantante oscuro, hosco, sucio y desprolijo, pero a la vez tierno y repleto de amor para dar. La inmortalidad del Bocha comenzaba a dar sus primeros pasos.
“Castigo a los culpables/dicen los carteles en la puerta/nos habla un sacerdote/cuánto tiempo queda/cuánto valés vos”. Los discos empezaron a surgir y la banda siempre se mantuvo a la sombra de sus excompañeros. “Cuando surgió la aplanadora del rock, nosotros éramos el rulemán de carrito”, sentenció alguna vez Daffunchio. Las Pelotas era esa parte de Sumo sanguínea, cruda, desarreglada, y también la más under que de a poco se iba transformando en culto. Por esos tiempos su aparición más masiva fue gracias a ser los primeros a quienes se les aplicó la probation en 1994 por tenencia de cocaína, con una prensa tratándolos como delincuentes, algo que rompería para siempre su trato con ellos, y que quedaría inmortalizado con el tema “Grasa de chancho”. En paralelo, Máscaras de Sal (1994), su segundo disco de estudio, les otorgaba el primer y efímero éxito comercial con canciones como “Hola, que tal” y la anti imperialista “Capitán América”. El público por fuera de la órbita de Sumo, de a poco empezaba a escuchar acerca de El Bocha.
“El dinero de hoy/no te sirve no importa/solo me quedas vos/el consuelo es poderte abrazar”. Pasaron dos discazos como Para Qué? (1998) y Todo por un polvo (1999), hasta que el milagro llegó con el hitazo “Será”. La banda dejó de ser la sombra para entrar a las grandes ligas comerciales, sin dejar de mostrarse como siempre. La impronta de Alejando era cada vez más fuerte, sus locuras, sus inconsistencias, sus excesos, sus faltas a ensayos o llegadas tarde a shows, se mezclaban con la alegría que convidaba a todos los que iban a ver sus shows. La sonrisa de Sokol te hacía sonreír. Nada mejor que una muestra de esta época es un video de la canción “Bombachitas rosas” en Cosquín Rock. Sokol, el lindo Sokol, en su máxima expresión. El Bocha ya era de los mejores frontman del rock argentino.
“Acariciando el suelo/todo se acaba de derrumbar/ya no te puedo ver/decime dónde estás”. Alejandro ya estaba intratable. Casi no había canciones suyas en Las Pelotas. Su inestabilidad era completa. Entre conciertos extraños, algunos intentos de internaciones, la banda osó tocar alguna que otra vez sin él. Lo más divertido de la época era encontrarlo en cualquier recital, desde bandas under hasta masivas que compartían festivales con él. Se subía a saludar al Pity en medio de una canción de Intoxicados, o a improvisar con Vicentico mientras entonaba “El cantante”. Su esencia siempre fue la misma, como alguna vez contó Mollo: “Sokol nos venía a ver, llamaba y decía que quería cantar un tema. Otro día: “hoy voy a bailar, no a cantar”. A todo lo decíamos que sí, era un tipo muy divertido, con un concepto de la música desde un lugar rústico y muy interesante, bien de él. Y además era muy buena persona, entonces tenía la puerta abierta siempre”. El Bocha tambaleaba.
“No mirés atrás/eso no va a cambiar/te quiere atrapar/te quiere envolver”. En paralelo a su etapa tan inestable con Las Pelotas, Alejandro volvió a sus shows solistas, con covers, canciones peloteras (algunas inéditas) y propias, disfrutando del tiempo musical con su hijo Ismael. Cada show era antológico y diferente, en The Roxy, Niceto, Santana o donde sea. Siempre con el caos reinando, pero con amor y la pasión ganando. Inti Raymi, dueño de este último lugar alguna vez recordó en las redes sociales el show que El Bocha se olvidó de ir. “Un lunes recibo su llamado para tocar el jueves. Ese día faltaban quince minutos para abrir y todavía no llegaba. Lo llamé y me dijo ‘¿Uh, hoy teníamos show? ¡Me olvide! ¿Qué hacemos? No tengo banda. Pará, ya sé. Que la gente vaya entrando que salgo para allá‘. Llegó dos horas tarde con Miky y Tavo de Los Piojos, el Pollo, trompetista de Las Pelotas y un amigo de baterista. ‘Qué banda te arme querido, ahora vas a ver‘”. El Bocha siempre haciendo de las suyas.
“A pesar de los lugares que visitás/a pesar de las bocas con las que hablás/a pesar de la música que escuchás/solo vas, solo estás”. El show de las Pelotas en River Plate en abril de 2008 en el marco del Quilmes Rock, fue de lo más triste que se pudo ver en el rock argentino en los últimos tiempos. Un Bocha de traje y corbata comandaba a una banda toda vestida de negro y con rostros serios, tristes, que sabían que era el final. El set no fue para nada antológico, tuvo la presencia de Pettinato y Gillespi, y “Ya no estás” sonó más desgarradora que nunca hasta entonces. Al término de “Debede”, último tema, Sokol volvió para saludar a su público con una remera que rezaba “Simplemente gracias”. Sin dudas era el comienzo del fin. Las idas y vueltas con sus compañeros ya no dieron para más. Cada vez con más problemas de excesos, ni él quiso más ayuda, ni ellos pudieron ayudarlo más. La inmortalidad del Bocha cada vez le ganaba más la pulseada al Bocha terrenal.
“Quisiera verte esta mañana/para olvidarme que ya no estás”. “Yo agradezco muchísimo a la gente que va, pero si tuviera que hacer un show para una persona, lo haría igual, porque lo único que quiero es tocar, y yo salgo al escenario a meterme en la música”, aseguraba Alejandro en una charla con Revista El Bondi, una de las últimas entrevistas que daría antes de aquel 12 de enero de 2009 en el que la muerte lo sorprendió en una terminal de ómnibus de Río Cuarto. La noticia corrió y fue directo a los corazones de los rockeros y peloteros. Un llamado, un mensaje, un abrazo, llantos. El Bocha terrenal ya no tenía lugar entre nosotros. Ahora sí, su inmortalidad se había consolidado. Te extrañamos. Que estés sonriendo.
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