No hay más que hablar
05 de Abril, 2018
Hace diez años, en el Quilmes Rock, Alejandro Sokol dio su último show como voz de Las Pelotas. El matrimanicomio pelotero, inesperadamente, llegaba a su fin.
“Algo extraño pasa aquí y no queres mirar”, dice un clásico de Las Pelotas que describe a la perfección lo que pasó aquella noche del 5 de abril de 2008 en el estadio de River Plate. A dos décadas de la ruptura de Sumo, tras la muerte de Luca Prodan, se notaba que otra historia se estaba por quebrantar. En el escenario del Monumental, parecía que había dos bandas en escena, una comandada por Germán Daffunchioy compañía, y la otra por Sokol en solitario. La relación con el “Bocha” venía áspera y, en la tercera jornada del Quilmes Rock, quedó confirmada esa situación, que ya traía sus vaivenes.
¿Qué pasó para llegar a esto? Los motivos fueron varios, pero el desencadenante principal fue el ritmo de vida frenético que traía Alejandro en comparación a sus compañeros. Si bien en los 80 decidió alejarse del grupo liderado por el “Tano” para buscar un camino más equilibrado con respecto a los vicios, su historia ahora se juzgaba por la falta de profesionalismo. Una actitud que seguramente no podía mantener lejos de las tablas, porque al fin de cuentas arriba siempre dejó todo y mucho más.
En paralelo, Sokol formó su proyecto, El Vuelto S.A., donde tocaba con su hijo Ismael. La música era su vida y le dedicaba todo el tiempo posible. De más está decir que frecuentemente era invitado a recitales de La Renga, Divididos y Los Piojos, entre otros. Mientras tanto, su banda principal, esa que llevaba cerca de 20 años recorridos, había conseguido el éxito rotundo luego de Esperando el milagro (2003), que incluía el hit “Será”. Sin embargo, en vistas del lanzamiento de un nuevo material, los problemas se fueron acrecentando.
En plena grabación de Basta, los músicos notaron que Alejandro no colaboraba lo suficiente en la composición y que su cabeza estaba enfocada en otro lugar. Eso se vio reflejado en las canciones: de los trece temas, sólo cinco fueron cantados por él. También se plasmó un sonido bien característico de Germán, las baladas. La figura de éste, junto con la de Sebastián Schachtel -tecladista- fueron ganando peso en las decisiones. Hasta aquí no había demasiado por reclamar; lo que vino fue el detonante.
El CD salió a la venta el 12 de marzo de 2007 y, tres meses más tarde, el grupo lo presentó en Rosario, en el Galpón 11, frente a 2700 personas. El repertorio venía bien, pero en la última canción (“Sin hilo”), el Bocha se subió a una de las torres de luces del escenario y empezó a trepar por el techo hasta llegar a la mitad del recinto. En esa pose casi suicida, cantó sin sobresaltos, pero las caras de sus colegas demostraban disgusto. Concluido el tema, la banda se retiró mientras Alejandro intentaba regresar.
En agosto de ese año, la oportunidad de verlos la tuvieron los porteños, que colmaron la cancha auxiliar de Ferrocarril Oeste. Pero la situación no mejoró: Sokol en varios tramos del concierto se olvidó las letras. Para algunos simples detalles, para otros graves errores. Venían nuevos shows en fila y todos necesitaban estar en óptimas condiciones para afrontar los compromisos. Pero dos meses más bastarían para el antes y después.
El 31 de octubre, en un confuso episodio, el Bocha sufrió un accidente automovilístico que lo dejó internado en el Hospital Piñeiro. Mientras manejaba su VW Gol, impactó con dos autos en la intersección de Avelino Díaz y Emilio Mitre, pleno Parque Chacabuco. La peor lesión fue la fractura de una de sus piernas, que lo dejaría inmóvil por un tiempo. Esta noticia fue mal recibida por los integrantes que, al enterarse que estaba fuera de peligro, viajaron a Montevideo para tocar en el Teatro de Verano.
A su regreso, los músicos se vieron obligados a cancelar unas fechas y mantuvieron fuertes charlas con Sokol. Hasta los mánagers Timmy McKerny Jorge Crespointervinieron para aliviar la situación. Existieron rumores de una posible rehabilitación y hasta una pelea a golpes entre el Bocha y el baterista Gustavo Jove. En este duro clima, se iba un año complicado para Las Pelotas, pese a contar con disco nuevo.
En una entrevista con el suplemento SI!, de Clarín, en febrero de 2008, Sokol reconoció sus defectos y que la banda le había sacado tarjeta amarilla; también exclamó que no lo podían echar y que estaba dispuesto a hacer las cosas bien. Estos dichos quedaron en el olvido cuando en Cosquín volvió a presentar falencias. Mientras interpretaban “Hawai”, comenzó a hablar sólo con frases muy extrañas. Tras esta nueva mancha, Adolfo Morales -encargado de prensa- anunció que, luego del Quilmes Rock, la banda se juntaría a hablar para definir el futuro. “Pasarás los días, sobre la cornisa”.
La inminente salida del Bocha ya se percibía, mientras el público llegaba a Núñez. Aunque existían dudas, ya que no había nada que lo confirme. Es más: ¿por qué se retiraría en un festival donde el 100 por ciento de su gente no está? Por las dudas, quien haya estado allí lo vivió de una manera particular. Concluido el set de Los Ratones Paranoicos, le tocaba a Las Pelotas seguir con la posta. De traje y corbata, Sokol salió a entonar “Muchos mitos”. Una vestimenta que le pone glamour a su despedida, o bien, destila cierta ironía al pedido de profesionalismo.
La lista no varió demasiado teniendo en cuenta sus últimas fechas. Lo que sí cambió fue el estado anímico; ya no había caras alegres, todo era desazón e incertidumbre. Las expresiones finales de Alejandro daban a entender que estaba herido, era el fin y no había donde ir. Se bancó que se incluyeran “Basta” y “Siento, luego existo”, canciones escritas para él. El único invitado fue Roberto Pettinato, que aportó su saxo para cerrar el repertorio con la emblemática “Debede”. Allí, Sokol lució una remera que decía “Simplemente gracias”. Sin saludar, sus colegas emprendieron la retirada, mientras que el Bocha se quedó disfrutando hasta el último segundo y se llevó una gran ovación. Con esa imagen se cerraba un ciclo.
De inmediato, el comunicado de prensa oficial determinó la desvinculación de Sokol, que encararía su carrera solista y Las Pelotas seguirían su rumbo con Germán a la cabeza. Así fue como el cazador de Hurlingham se cansó de soportar tanto veneno y pasó su último tiempo en esta tierra deleitando a todos los que admiraban su personalidad. El 12 de enero de 2009, en la ciudad de Río Cuarto (Córdoba), su corazón dejó de latir, pero su alma quedó para siempre en la historia del rock nacional. ¡Que estés sonriendo Bocha!
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