Cinco razones por las que Los Ultimos Jedi apesta
20 de Enero, 2018
Con el estreno del nuevo capítulo de una de las sagas más queridas de todos los tiempos, el ratón por fin muestra los dientes confirmando el viejo temor de los fans de que Disney arruinará la galaxia creada por George Lucas.
La reciente entrega de la nueva triología de Star Wars, dirigida por Rian Johnson y estrenada a mediados de diciembre, fue sin duda un éxito de recaudación con sus más de mil doscientos millones de dólares en todo el mundo, a la vez que resultó una gran decepción para su enorme base de fans, generando un extraño fenómeno en el sitio Rotten Tomatoes, alcanzando un 90 por ciento de críticas favorables, pero consiguiendo solo un 50 de agrado en el público, convirtiéndose así en la más repudiada de todas.
A continuación y con algunos spoilers analizaremos las cinco razones por las que el Episodio VIII: Los últimos Jedi es la peor película de Star Wars hasta la fecha.
No es una película de Star Wars
Ya desde la primera escena, una humorada entre Poe Dameron (Oscar Issacs) y el General Hux (Domhnall Gleeson) marca un tono de comedia más propio de Marvel que de la Guerra de las Galaxias, generando no solo una distancia con los seguidores más acérrimos de la franquicia, sino también con casi cualquier adulto en la sala de proyección. Luego, Johnson se reirá de la solemne escena final de la entrega anterior, Episodio VII: El despertar de la Fuerza, y así esa noción de que Disney está más preocupada por atraer nuevo público a una vieja atracción que producir una buena película de entretenimiento se hará groseramente patente en cada rincón de la lejana galaxia.
Sin ir más lejos, el enfrentamiento entre la luz y la oscuridad que fueran el corazón de Star Wars durante dos trilogías, es reemplazado por un mucho más rentable conflicto romántico de parejitas. De esta forma, la historia de redención de padre e hijo, o la tragedia de un alma dividida entre su potencial para la luz y la oscuridad deviene en la búsqueda de un novio ‘chico malo’ para ser domesticado por la chica que apostó que con sus encantos podía afeitarlo y enseñarle buenos modales.
El argumento no tiene sentido
Como todo film cuyo guión está escrito por el departamento de mercadeo, la trama de Los últimos Jedi tiene inconsistencias fundamentales que son casi una burla a la inteligencia de un espectador medio, fan o no de la saga. Muchos momentos de la película directamente no tienen sentido. ¿Cómo averigua DJ (Benicio del Toro) el plan de los rebeldes, si Finn (John Boyega) y Rose (Kelly Marie Tran) no lo saben? No solamente el arco argumental que liga a estos tres personajes es completamente inconducente y aburrido, recordando aquella inútil carrera de ‘pods’ de Episodio I, sino que conlleva a una resolución imposible.
Además, el insulso personaje de Kelly Marie Tran respode a la fría necesidad de Disney de empatizar con el mercado chino, el segundo más grande del planeta, donde la franquicia ha perdido tracción en cada entrega, y funciona como respuesta a las críticas que recibió Daisy Ridley por su aspecto “irreal” que perpetuaba los estándares de belleza imposibles típicos de Hollywood. Este fallido intento de sumar
un nuevo integrante al universo Star Wars le termina arrebatando el título de “peor personaje” al insoportable Jar-Jar Binks de las precuelas dirigidas por George Lucas, dando por tierra a su vez con uno de los aciertos más grandes de la entrega anterior: la química entre sus tres protagonistas.
En lugar de sentido común, lo que tenemos es ‘fan service’, toneladas de él. Desde el absurdo del “Leia Poppins”, hasta la intervención de maestros Jedi del pasado que no aportan nada, y que incluso carece de sentido que sean ellos y no otros los que asistan en una situación dada. Solo un sondeo de popularidad podría explicar dichos cameos. Durante toda la saga es Obi-Wan Kenobi, protector y primer maestro de Luke, quien asistió al joven Jedi cuando éste se encontraba en problemas. Pero claro, los contratos de la próxima película de antología centrada en el carismático escoses aún no se firman, por lo que era más rentable y menos conflictivo el cameo de un muñeco que el de Ewan McGregor o Alec Guiness.
No hay trasfondo
En el Episodio VII, a cargo de J.J. Abrams, se plantearon varias interrogantes que por supuesto nadie en su sano juicio esperaba que fueran todas resueltas en la entrega de Rian Johnson, pero la estrategia del imperio de las orejas de ratón no podría haber sido más insatisfactoria. Sigue sin saberse qué es en definitiva la Primera Orden o cómo consiguió tal posición de dominio sobre la galaxia, ni por qué la República no tiene un ejército propio, y menos cuál es la razón por la cual los rebeldes están solos en su lucha. Mucho menos se nos explica acerca del origen del principal antagonista, el Líder Supremo Snoke (Andy Serkis) o del pasado de la última esperanza de la galaxia, Rey (Daisy Ridley), de quién solo se hace mención de sus padres, pero que nada nos dice de ella como personaje.
A pesar de que por dos años la Disney se dedicó a sembrar pistas y sugerencias acerca de las posibles respuestas a estas preguntas en diferentes productos, muchas de las cuales nacen en la entrega anterior, Johnson decidió adoptar la ‘astuta’ estrategia abortista de no responder a nada, sacándose de encima varias de estas interrogantes del modo más vulgar que un guionista podría pensar, generando un sentimiento de insatisfacción en todo aquel espectador que haya desarrollado la más mínima empatía por la saga y sus personajes.
Luke no es Luke
La nueva trilogía, planteada 30 años más tarde, tanto en el mundo real como en el universo Star Wars, trajo de vuelta a los queridísimos personajes de las entregas originales, Luke Skywalker (Mark Hamill), Leia Organa (Carrie Fisher) y Han Solo (Harrison Ford), quienes de un modo u otro serán los modelos a seguir para la nueva generación de héroes. Mientas que Leia y Han tuvieron una gran participación en El despertar de la Fuerza, la aparición del último jedi de la galaxia se reservó para el momento final de Episodio VII y fue sin duda de lo más anticipado del Episodio VIII.
En la versión de Rian Johnson, aquel joven Luke cuyo optimismo y perseverancia consiguieron redimir al personaje más temido de la galaxia, incluso contra los pronósticos del poderoso maestro Yoda, pues tal era su capacidad de empatía que solo él pudo ver la débil luz que aun brillaba en la corrupta alma de su padre, es ahora un ermitaño cobarde, derrotado por un solo fracaso, y que a pesar de que supo ver el bien en Darth Vader, no supo empatizar con el conflicto interno de su confundido sobrino adolescente a quien casi asesina.
Ni qué decir que el propio Mark Hamill declaró en repetidas entrevistas que este “no era ‘su’ Luke”, manifestando abiertamente su descontento con el rumbo que Johnson trazó para su personaje. Miles de fans, además, se sintieron defraudados por el radical cambio de carácter de un personaje entrañable. Tan poco característico es el comportamiento de Luke en Los últimos Jedi que incluso genera sin sentidos en la trama de la película anterior ¿Si no quería ser encontrado, para qué dejó un mapa con su ubicación? ¿Si quería que los jedis se terminaran, qué hace viviendo en el primer templo de la orden? Por si esto fuera poco, la anticlimática muerte de Luke Skywalker es tan confusa y poco heroica que ni siquiera queda claro para qué se sacrificó, pudiendo haber vivido para seguir siendo una decepción para todos sus fans.
Rey ex machina
El personaje central de esta nueva trilogía, Rey, se constituyó en El despertar de la fuerza como el centro de las especulaciones para los fans. Siendo que la Guerra de las Galaxias es la historia familiar de los Skywalker, un parentesco con Luke hubiera sido demasiado obvio, aunque sus similitudes con Anakin eran innegables. A su vez, la película de Abrams tiene varios momentos que sugieren que ciertos personajes la reconocen como a alguien especial. Johnson, en cambio, decidió cortar por lo simple y confirmó que Rey no es más que un producto del marketing oportunista.
El padre de Luke, un mesías de la fuerza nacido de la divina concepción de su madre para traer el balance a la Fuerza debió entrenar toda su infancia y juventud para convertirse en Caballero Jedi, y no fue hasta que se convirtió en Darth Vader y adulto que sus poderes alcanzaron su pico más alto. Luke, su descendiente, se convirtió en un jedi aún más poderoso que su progenitor gracias a un intenso entrenamiento por parte del legendario Maestro Yoda y la enorme empatía antes mencionada.
Rey, en cambio, ya era más poderosa que Kylo Ren (Adam Driver), hijo de Leia ‘Poppins’ y sobrino de Luke, quien fue preparado tanto por el último y más poderoso de todos los jedi como por Snoke, quien supuestamente es un personaje omnipotente del lado oscuro. En la entrega de Abrams esto sumaba a la idea de que el personaje de Daisy Ridley era alguien especial y que debía haber una buena explicación para su innato dominio de la fuerza y el sable de luz. Al modo del Rey Arturo, la espada que habría sido de los Skywalker la elije como sucesora sugiriendo una profunda conexión con las sagas anteriores.
Ya para la versión de Johnson, Rey se convierte en un Jedi muchísimo más poderoso que todos los demás antes mencionados si tomamos en cuenta el poder que logra alcanzar con tan solo tres lecciones literalmente. Esta condescendencia con el personaje, lejos de identificar a los espectadores con la protagonista, los aliena y aleja cualquier posibilidad de empatía. Rey no es nadie, pero a su vez es superior a todos sus antecesores sin sacrificio, sin esfuerzo, y sin trasfondo alguno. Es Rey, una necesidad del guión sin justificativo mayor a una conveniencia que hace de la lucha por la equidad entre los géneros una oportunidad comercial.
Por estas razones y un sinfín de detalles absurdos, contradicciones y ‘astucias’ de marketing, el último producto de la franquicia Star Wars es una decepción para los fans de siempre, y aunque quizás efectiva a la hora de atraer al público nuevo, el resultado final es una película mediocre, fría y oportunista. Si bien parte del encanto de esta prolongada saga era su tono ligero, Los últimos Jedi tiene como moraleja que para que exista la esperanza, los niños pobres y oprimidos de la galaxia deben enrolarse en el ejército para marchar a la guerra. ¿Cuál es el sentido del personaje Rose, su trasfondo, la trama del casino, y el final panfletario del film sino un “your country needs you” con Leia en lugar del Tío Sam?
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