Que placer verte otra vez
13 de Enero, 2018
Andres Ciro Martínez cumplió 50 años y lo festejó junto a su familia, amigos y fanáticos. Un día especial de punta a punta para una de las figuras máximas del rock nacional.
El verano del 68 no fue uno más para la familia Martínez y Lerena. En el Hospital Italiano porteño, un 11 de enero, nació Andrés Ciro, un inquieto con alma de artista que contagiaba sonrisas a propios y extraños. Su padre era un amante del jazz y se nutrió de esa música en sus primeros años; igualmente, ese ámbito de ritmos y melodías aún era lejano ya que, primero, la actuación le provocaba un gran entusiasmo.
En la época escolar, deambuló por Villa del Parque hasta llegar a Ciudad Jardín, donde encontraría su lugar. No era muy aplicado para el estudio, pero siempre prestó atención a materias como Historia o Derecho. Su primer quiebre se produjo en un acto en el cual se animó a bailar como John Travolta, tras el fervor de Fiebre de sábado por la noche (1977), con el clásico “Stayin’ Alive”, de Bee Gees. Los movimientos de cadera y esa cosa loca sensual no fueron bien visto por la directora, que de inmediato le gritó: “Martínez, conténgase”. Claro, en plena dictadura hacer algo así en el colegio era una locura. Allí por primera vez recibió una ovación.
Años más tarde, encaró la escena teatral y formó parte del elenco de “Romeo y Julieta expulsados del paraíso”, que fue seleccionada como mejor obra off. Antes, junto a un amigo, había realizado la pieza humorística “Zapatos de gamuza azul”. Los aires de democracia traían libertad y la movida artística fue gigante. La armónica que su papá le había regalado, una Honner llamada Seductora, seguía esperando en su casa. Eso sí, sus gustos musicales fueron variando. Pappo, Moris, Sumo, Manal, Bowie, Iggy Pop, entre otros, de a poco musicalizaban su adolescencia.
A los 15 conoció a los Rolling Stones de la mano de quien hoy en día es su masajista en las giras, Gustavo Lafert. El disco Emotional Rescue (1980) le voló la cabeza y no se despegó más del grupo inglés. En un pub de Ramos Mejía vio el film Let´s Spend The Night Together (1982) y su admiración por la dupla Jagger-Richards creció. “Que bueno sería estar ahí”, le dijo Ciro a un amigo. Este último le respondió que el documental seguro había sido filmado en Estados Unidos; pero a Andrés no le interesaba estar viendo en vivo el show, sino pararse arriba de un escenario.
A fines de la fervorosa década del 80, en la zona oeste iban surgiendo varias bandas de rock. Del colegio Bernardino Rivadavia, de El Palomar, nacieron Los Piojos, que apenas tenían un par de ensayos encima. La amistad con Pablo Guerra, primer guitarrista de la formación, acercó a Ciro con estos muchachos que de inmediato lo obligó a dejar el teatro para inclinarse definitivamente por la música. Así se fue gestando la imagen de uno de los mejores vocalistas en la actualidad.
Este jueves cumplió 50 años y recibió todo el cariño que se merece. Desde el primer minuto hasta el último pudo disfrutar el medio siglo, ese que para nada se le nota. En Villa Devoto, el bar tributo a los Stones llamado 40x5 organizó una movida para que los fanáticos de Ciro se aceraran a celebrar. Juan Ignacio Muñoz, dueño del local, quiso homenajear al cantante sin saber qué podía llegar a pasar en el medio. Por tal motivo, encendió la chispa en el Facebook oficial y rápidamente agotó las reservas.
La noche del miércoles venía caliente y la esquina de Cuenca y Navarro se iba llenando. Un excelente banner de Ciro y Los Persas, con el característico color naranja de su último material discográfico, daba la bienvenida. Los flashes fueron capturando las mejores poses mientras que se grababan cálidos saludos que podían llegar a ser vistos por el músico. El clima pesado, por cierto, ameritaba para que la cerveza refresque un poco el lugar. Un buen trago no venía mal para esa altura. Se realizaron diversos sorteos con buenos premios como, por ejemplo, remeras, discos y hasta un viaje a Mar del Plata, con entrada incluida para el recital de este 27 de enero.
La medianoche se acercaba y, como si fueran las fiestas de fin de año, se contaban los minutos y segundos hasta que el reloj marque las doce. Cuando al fin el calendario indicó que ya era 11 de enero, se proyectó el video de “Antes y después”, del DVD en Ferro (solicitado por Ciro), para que la torta cubierta con naranjas ingrese al medio del mini pogo que se armó. El emblema musical de estos chicos llegaba a una cifra digna de ser bien halagada. Las risas y viejas anécdotas de rituales piojosos y fiestas persas consumían el tiempo hasta que, cerca de la 1:30, un auto estacionó en la puerta del bar. El agasajado llegó para unirse al festejo con todos.
La sorpresa cambió rotundamente de eje. Los rostros alegres ahora se llenaban de emoción. Y no era para menos si tenes frente a frente a ese que te hace feliz con cada canción. “Muchas gracias a todos por estar acá”, fueron las primeras palabras de Ciro que se lo notaba muy movilizado. Recibió varios regalos y se prestó para sacarse fotos con cada uno. Los días de descanso por el sur del país le dieron la energía necesaria para ponerse la noche al hombro; así que sacó su celular para adelantar tres temas que serán parte de Naranja Persa 2 y tomó la posta como DJ. Momento cumbre del evento.
Dejando satisfecho a todos, se marchó para seguir una linda gira con sus íntimos. Los 50 siguieron en el Club M, con una fiesta vip a la que asistieron sus familiares y amigos. Un buen menú, acompañado con un mix de tragos, levantó la temperatura que llegó a su pico cuando el músico encaró al escenario para un par de zapadas. Aparte de sus compañeros de banda, como Lulo Isod y Nico Raffetta, participaron Juanchi Baleirón, Chucky De Ipola, Hernán “Pumpy” Martínez (hermano de Andrés – Ex Agrupación Skabeche) y el fiel compañero de emoción, Micky Rodríguez, entre otros.
Versionaron algunos clásicos como “El Farolito”, “Tan Solo”, con un breve fragmento de “Sympathy For The Devil”, de los Rolling Stones, “Around & Around” y “Fantasma”. Los presentes bailaron y disfrutaron de una noche fabulosa. Como dice el estribillo de “5 bestias”: “Nadie quiere que se acabe el baile”. Tranquilos, este animal tiene cuerda para rato para seguir brindando buena música como es de costumbre.
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