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Rodar sin Bill Wyman

Cronista: Augusto Fiamengo | Fotos: Gentileza prensa

11 de Enero, 2018

Rodar sin Bill Wyman

Hace 25 años el bajista anunciaba oficialmente su salida de The Rolling Stones. Repasamos los entretelones de su alejamiento, el impacto en el seno de la banda y la llegada de su reemplazo, Darryl Jones.

Los primeros días de 1993 significaron un verdadero cimbronazo en los cimientos de una banda que acababa de superar las tres décadas de vida y al parecer gozaba de una excelente salud: el 6 de enero, en el programa televisivo London Tonight, de Matthew Lorenzo, Bill Wyman (cuyo nombre real era Bill George Perks) anunció que se alejaba definitivamente de The Rolling Stones, confirmando así un rumor que no hacía más que crecer desde hacía por lo menos tres años. El legendario bajista confesó: “Realmente no quiero seguir. Tengo muchos recuerdos especiales, ha sido maravilloso. Pero creo que los dos últimos tours que hice con ellos fueron los mejores que hicimos nunca, así que estoy feliz de parar después de eso”.

No se puede acusar a Wyman de no haber dejado señales en el camino que presagiaran su decisión final: cuando los Stones se reunieron en marzo de 1991 a grabar en Nueva York el videoclip de “Highwire”, un tema de estudio que incluirían en su nuevo disco en vivo, Flashpoint, el bajista faltó a la cita y prefirió asistir a un show de Eric Clapton, en Londres. Por otro lado, en noviembre del mismo año los integrantes, a excepción de Bill, firmaron un nuevo contrato con el sello Virgin, por más de 40 millones de dólares, que los comprometía a grabar tres álbumes. Incluso, a fines de 1992, Keith Richards intentó reunirse con él en la capital inglesa. “Necesito sentarme con él y decirle: ‘Tengo que saberlo ahora, Bill’. No quiero cambiar de formación a no ser que sea absolutamente necesario. Sin embargo, no quiero arrastrar a un Bill Wyman desganado por todo el mundo. Tengo que saber qué pasa, cara a cara”. Pero ese encuentro nunca ocurrió.

¿Qué llevó al bajista a dejar a su grupo de toda la vida, justo después de haber batido récords durante 1989 y 1990, con la presentación de su último disco, Steel Wheels, en Estados Unidos, Japón y países de Europa? Sin duda, se trató de un conjunto de causas. La vida afectiva de Wyman se vio afectada por la muerte de su padre, en febrero de 1990, mientras los Stones brindaban una serie de diez conciertos en el Tokio Dome. Además, debía enfrentar problemas con su joven esposa, Mandy Smith, a la que le propuso casamiento aún cuando los separaban más de tres décadas. Tras menos de dos años de matrimonio –que incluyeron problemas de salud de la joven y la persecución de la prensa sensacionalista-, en palabras del propio Bill, "le dije a Mandy que lo nuestro se había terminado; había sido un desastre desde el principio”.

Otro problema, que fue acrecentándose con el paso de los años, fue el rechazo de Wyman a viajar en avión, situación que lo llevó a trasladarse en auto a todos los conciertos del tramo europeo de la gira. Richards declararía: “Sé que suena bastante raro, pero no es el primer caso. El pobre Bill tenía que ir en coche a cada concierto, lo cual era demoledor y, a veces, a la gente se le acaban las pilas”. Para Ron Wood, “mentalmente ya había llegado a su límite y necesitaba un cambio”.

Para tensar todavía más la cuerda, en el verano de 1989 Wyman inauguró en Londres su restaurante, al que llamó Sticky Fingers (título del exitoso álbum stone de comienzos de los ‘70), sin haber solicitado autorización, lo que generó molestias en el interior del grupo. También se dedicó a trabajar en su polémica autobiografía, titulada Stone Alone, que publicó en octubre de 1990 y en la que por ejemplo declaraba que durante los sesenta, en un período de dos años, ¡se había acostado con 278 mujeres! Todo esto, sumado a la histórica disconformidad por los créditos que la dupla Jagger/Richards le había negado en la creación de muchas canciones (el riff de “Jumpin´ Jack Flash”, sólo por citar un caso), la composición de material como solista y la gira por Suecia en 1992 con otros músicos bajo el nombre Willie and The Poor Boys, evidenciaba que el bajista iniciaba un período de su vida en el que sus intereses ya no eran compatibles con las grabaciones y el ritmo de las giras de Sus Majestades Satánicas.

Luego del anuncio oficial de Wyman, sus compañeros -a excepción de Charlie Watts- lo despidieron con altas dosis de ironía. Mick Jagger declaró: “No creo que nos afecte mucho. Extrañaremos a Bill, pero vamos a conseguir a alguien bueno, a un buen bailarín”. Por su parte, Wood dijo: “Puedo comprender lo de la marcha de Bill. Tenía dos mil años de edad”. Mientras Keith se preguntó: “¿Por qué iba a abandonar una de las mejores bandas del puto mundo para abrir un local de ‘fish and chips’?”, en obvia referencia a la apertura de Sticky Fingers. Más allá de las burlas, Keith realmente estaba preocupado ante la tarea de reemplazar a una pieza esencial en la estructura musical de la banda, porque “tenía una afinidad increíble con Charlie Watts, y una buena sección rítmica no es fácil de encontrar”.

Y entonces los Stones pasaron a ser cuatro. En el primer semestre de 1993 Jagger, Richards y compañía comenzaron a trabajar en lo que finalmente se convertiría en su nuevo álbum de estudio, Voodoo Lounge, pero urgía encontrar un reemplazo permanente para Wyman. A mediados de ese año empezaron las audiciones en Nueva York con decenas de bajistas, lo que se volvió especialmente tedioso para Watts: “Se me hizo eterno. Tuve la sensación de que había estado escuchando a miles de músicos durante nueve días sin salir detrás de la batería. Era increíble; todos eran buenos. Y además no hubo ni uno solo que no trajese recomendaciones”. El baterista, por decisión de sus compañeros, sería quien tuviera la última palabra, y finalmente el elegido fue Darryl Jones, un bajista negro de Chicago que había tocado con Miles Davis y participado en giras con Sting, Madonna y Eric Clapton. Richards siempre recordará la audición con Jones: “Vi la cara de Charlie cuando empezó a tocar con Darryl. Tuvieron una conexión jazzística de primera, aunque también hay que decir que Darryl tiene un grandísimo talento”. En su autobiografía, Memorias de un Rolling Stone, el siempre ocurrente Wood explica cómo Jones logró ingresar a la banda: “Mientras hacíamos audiciones a los posibles bajistas, veía entrar a los esperanzados candidatos antes de preguntarles: ‘¿Quieres una Guinness, colega?’. Darryl consiguió el puesto porque contestó: ‘Sí, me tomaré una Guinness’”.

El mismo año en que anunció su partida de los Stones, Wyman se casó por tercera vez, en esta ocasión con su vieja amiga Suzanne Acosta, con quien tuvo tres hijas. Continuó con su restaurante y con su afición a la arqueología, y a finales de los ‘90 armó un nuevo grupo, Bill Wyman´s Rhythm Kings, con el que se dedicó a tocar su música favorita y publicó tanto discos de estudio como en vivo. Los viejos compañeros de ruta de Bill continuaron agigantando la leyenda alrededor del mundo con nuevos álbumes, películas y giras. Los Stones superaron las cuatro décadas de vida, luego llegaron a las cinco y en 2012, en ocasión de las celebraciones por su cincuentenario, anunciaron que Wyman sería invitado a los shows que brindarían en el The O2 Arena de Londres, el 25 y 29 de noviembre. Se trataba de un acontecimiento histórico, ya que muchos fans no habían visto al bajista con el grupo sobre el escenario. ¡Habían pasado veinte años desde su partida! Bill interpretó los clásicos “Honky Tonk Women” e “It’s Only Rock´n´Roll”, pero se quejó por tocar sólo dos temas. En una entrevista con el Huffington Post, declaró: “Me invitaron a participar de los ensayos y me interesó estar otra vez comprometido con la banda. Cuando me enteré que iba a tocar sólo dos canciones, me sentí defraudado… Este tipo de acontecimientos lo tomo como una reunión de ex compañeros del colegio. No funcionó pero seguimos siendo amigos. Lo lindo fue que mis hijos me pudieron ver tocando con los Stones”. Molesto por la situación vivida, Wyman se rehusó a acompañarlos en los dos conciertos que tenían programados en Estados Unidos para el mes de diciembre.

El histórico bajista, que actualmente lucha contra un cáncer de próstata que le diagnosticaron en 2016, resumía con simpleza en otro de sus libros, Rolling With The Stones (2001), su salida de la banda: “Había otras cosas que quería o necesitaba hacer (…) Sé que debe ser muy difícil para muchos de ustedes verlo como yo lo veo, pero tocar con los Stones era mi trabajo. Era mi carrera, y, como le pasa a mucha gente, un trabajo no es necesariamente toda la vida. Había estado con los Stones durante más de media vida y ahora era el momento de cambiar”. A partir de su alejamiento, Wyman se propuso, como una especie de desafío personal, demostrar que había vida después de The Rolling Stones. Lo logró. Y por si fuera poco, pudo echar por tierra una de las tantas frases de cabecera de Keith Richards, que hasta la salida de Bill sentenciaba sin titubear: “Aquí nadie se va si no es en un ataúd”.     

*Colaboró en este informe Mauro Fernández.   

 

            

 

 

 

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