El último Concierto
18 de Septiembre, 2017
Se cumplen veinte años de la noche en la que Soda Stereo le puso fin a una carrera llena de éxitos. Las razones de la separación, el duro proceso de asimilar tal idea y la noche en la que miles de encendedores iluminaron el campo y las gradas del estadio Monumental.
“Cualquiera sabe que es imposible llevar una banda sin cierto nivel de conflicto”. Ésta frase está incluida en una carta abierta que Gustavo Cerati publicó en el suplemento Sí de Clarín el 2 de mayo de 1997. Un día antes, Soda Stereo hacía circular un comunicado: “Soda Stereo confirma su separación, resuelta de común acuerdo. Pronto se anunciará la fecha de realización, en un estadio de la Ciudad de Buenos Aires, del último show en la carrera del grupo. Firmado: Gustavo Cerati, Zeta Bosio, Charly Alberti”. Al parecer, la decisión se tomaba como una solución a los conflictos internos de la banda.
La previa
Tiempo después de la separación, Gustavo reconocía que el final se avecinaba desde hacía un tiempo: “Creo que, en los últimos tres o cuatro años, podría haber sucedido en cualquier momento”. Si bien los ánimos comenzaban a agotarse, el grupo seguía produciendo cosas muy fuertes arriba y abajo del escenario; la banda retomó las actividades luego de la muerte de uno de los hijos de Zeta Bosio, producida en un accidente de autos. El otro hijo del bajista también estaba presente y resultó gravemente herido; como su recuperación fue muy larga y meticulosa, Bosio dedicó más de un año acompañándolo en el proceso.
Retomando grabaciones realizadas previas al accidente, el conjunto editó lo que iba a ser su último trabajo de estudio, Sueño Stereo (1995). Gracias a la popularidad del primer corte, “Ella Usó mi Cabeza Como un Revolver”, Soda volvía a estar en el ojo de la tormenta. Se habían programado una serie de nueve recitales en el teatro Gran Rex con el fin de presentar el álbum, para luego emprender una extensa gira; de esas a las que el trío ya estaba acostumbrado. El éxito del videoclip de “Ella Usó…” generó una propuesta por parte de MTV para sacar un nuevo video, sumado a la intención del canal por grabar un recital Unplugged con la banda. Soda accedió y en muy poco tiempo se vio en la obligación de producir un nuevo material audiovisual, cumplir con los shows y la gira, más el agregado de preparar y ensayar un recital con versiones distintas de sus propias canciones.
“Alguna vez dijimos que, cuando se acabara la diversión, se terminaba Soda. Parecía que había llegado el momento”, expresó en su autobiografía Zeta Bosio. Pasada la gira de "Sueño Stereo" y el Unplugged, Cerati y compañía cerraron el año en Ferro, el 23 de noviembre de 1996, en el marco del Festival Alternativo pero, los cortocircuitos ya eran evidentes, sobre todo desde la noche luego de la presentación para la cadena musical de televisión: una broma realizada en el hotel debió ser remunerada por causar “destrozos”, cosa que los Soda ya conocían de chicos. Sin embargo, en esta oportunidad la decisión sobre quién debía hacerse cargo de la cuenta enfrentó a los tres miembros del grupo. Dejando a Gustavo por un lado y a Zeta y Charly por el otro. Este malestar siguió hasta la noche del show en Ferro y los tres coincidieron en que aquella fue la peor de sus presentaciones en vivo.
Los músicos se vieron las caras nuevamente sobre el final del año, como hacían habitualmente para definir los próximos pasos, pero en ésta oportunidad Cerati tenía planteos bien distintos a los usuales. Según Zeta: “Lo que pude comprender fue que Gustavo ya no se sentía acompañado por nosotros, que dentro del grupo estaba cada día más solo y que no sabía qué hacer con esa situación”. Luego de tal determinación, decidieron tomarse el verano para pensar y volver a reencontrarse en febrero del año siguiente, pero llegó el mes en cuestión y Cerati nunca se hizo presente. Para ese entonces, Alberti y Bosio habían acordado con Daniel Kon, su manager, que de disolverse la banda deberían hacer una gira de despedida. Sin embargo, lo curioso de aquella voluntad no sólo remitía a lo que sentían para con su público, sino que se debía a que creían que la banda era una verdadera empresa. Por lo que, si la máquina se detenía, iban a ser muchas las personas que se quedarían sin trabajo.
Tras varios intentos de comunicarse con Gustavo, Zeta pudo charlar con él por teléfono. Estaba decidido: Soda dejaría de existir. Aunque sus compañeros estaban de acuerdo en dejar los egos de lado con tal de que la cosa siguiera su marcha, Cerati dejó en claro que no tenía intención alguna de realizar una despedida. Fue Daniel Kon quien pudo convencer al líder de que la idea de una gira era lo mejor. Eso sí, Gustavo quería que sea un tour acotado y que en Buenos Aires se realice un solo show. “Lo que me mantiene sin tanta tristeza es que nos estamos separando porque nos conviene hacerlo”, decía el frontman por aquel entonces.
Los preparativos
La gira incluiría las visitas a México, Venezuela, Chile y, finalmente, el estadio Monumental. Soda Stereo cerraba un ciclo de manera redonda y así lo sintetizaba Charly Alberti: “El sueño empezó y terminó en el mismo lugar, a unos pocos metros. O sea, comenzó en la pileta de natación de River y terminó en el estadio de futbol”.
Los ensayos comenzaron en la sala de la banda y concluyeron en la discoteca Dr. Jeckyll. Soda siempre contó con músicos de apoyo para el vivo y ésta oportunidad no sería la excepción: Tweety Gonzalez, en teclados y programación, Alejandro Terán, en saxo tenor, viola, guitarra y percusión, y Axel Krygier, en flauta traversa, acordeón, saxo barítono, teclados y percusión, serían los elegidos por la banda para acompañarlos. En ese momento, Terán y Krygier fueron bautizados como “Los Especialistas” y las presentaciones dejaron claro el porqué de aquel apódo.
Al tour se sumó también Alfredo Lois, uno de los “cuarto Soda”, responsable de la estética visual del grupo en los comienzos. Alfredo se encargó de tomar un registro audiovisual de la gira y lamentablemente falleció en febrero de 1998, por lo que no llegó a ver su documental trasmitido por la televisión. Otro nombre que se sumó a la despedida fue el de Eduardo Capilla, quien fuera el encargado de armar la escenografía y que ya venía trabajando con la banda en los últimos años. Su obra consistía en un escenario despojado con grandes telones blancos por detrás que reflejaban imágenes gigantes disparadas desde un proyector. Además, alternadamente a lo largo del espectáculo, aparecerían unos telones por delante de la banda, generando sensaciones de claroscuros y contrastes más que interesantes.
Gracias Totales
Por esos días, el ambiente era pura nostalgia. Fueron muchos años recorridos y si bien varios no querían que la cosa terminase, tal como lo expresó Adrian Tarverna, sonidista del grupo, Charly, Gustavo y Zeta acordaron hacer -de los últimos shows- un festejo. “No me queda nada en el tintero, con esta despedida saldamos esa situación. Que algo tan importante en nuestras vidas no se diluyera, sino que tuviera un cierre magnífico”, decía Cerati antes del concierto en River. Y tiempo después agregaba: “En algún punto Soda Stereo estaba limitándome, no solo a mí, sino a todos. Lograr esa libertad me va a permitir hacer algo más alto. Particularmente, me entusiasma la idea de no tener tan claro lo que voy a hacer”.
El debut de la gira se dio el 30 de agosto de 1997 en el Palacio de los Deportes en el D.F., en México. Si Soda había sido un aprendizaje para el trío, ahora debían aprender a despedirse. El camarín posterior al primer show se vivió entre llantos y tristeza. Los músicos recordaron su promesa de una despedida a la altura y decidieron torcer la situación. A medida que los shows se sucedieron, a fuerza de música y el cariño de la gente, el ambiente interno tomó otro color.
Soda Stereo subió al escenario de River Plate a las 22:35 del 20 de septiembre de 1997. Previamente telonearon tres bandas: Avant Press, con un joven Leo García, Santos Inocentes y Tumbas. “Como se agrandó la familia”, saludó Zeta ante un estadio con 70.000 espectadores. Pese a las ofertas de una segunda función, Cerati se negó. Sentía que era absurdo despedirse dos veces.
“¡Llegó la hora, el minuto, el segundo, el instante! ¡Soda Sereo, Buenos Aires, Argentina!”, dijo Gustavo Cerati, para dar comienzo al show con “En la Ciudad de la Furia”. La noche fue calentándose de a poco, siempre al grito de “Volveremos, volveremos otra vez, volveremos a ver a Soda como la primera vez”, por parte del público. El show paseó por todo tipo de segmentos, desde grupos de canciones seguidas de un mismo disco (“Hombre al Agua”, “(En) El Sétimo Día” y “Canción Animal”), un set con guitarra acústica (“Signos” y “Zoom”) y hasta temas intercalados por su estética hipnótica: “Disco Eterno”, “Planeador” y “Luna Roja”. A medida que el concierto avanzaba se podía notar la emoción en los rostros de Zeta y Charly, y en los ojos vidriosos de Gustavo. Entre tema y tema, se los vio tomando bocanadas de aire, tapándose la cara e incluso Cerati en más de una oportunidad se dirigió al público buscando las palabras inexistentes que expliquen todas las sensaciones que lo atravesaban. En ese momento, se respiraba la libertad que terminaría con los momentos de tensión, pero también se acercaba el final de aquella magia que solo ellos podían producir y que estaba sucediendo en el mismo momento en el que todo concluiría.
Musicalmente sonaron ajustadísimos, particularmente en canciones como “Persiana Americana”, donde tocó como invitado Fabián Quintiero, “(En) El Séptimo Día”, “Sobredosis de TV”, con Richard Coleman en guitarras, y “Primavera 0”. Tan calculado estaba todo que, al momento de sonar esta última canción, ya eran pasadas las cero horas, por lo que el 21 de septiembre se hizo presente junto con el tema.
La banda hizo dos tandas de bises. La primera con la ya mencionada “Primavera...”, luego de interpretar “Cuando Pase el Temblor” y “Un Millón de Años Luz”. “¿Qué hacemos con todas las emociones que tenemos dentro?”, le preguntó Cerati a la audiencia. El segundo bis comenzó con “Cae el Sol” y finalmente, tras anunciar que tenía una buena canción para cantar, Gustavo comenzó con las primeras estrofas y el primer estribillo de “De Música Ligera”, tal como lo hiciera en la introducción del multitudinario show del grupo en 1991 en la avenida 9 de Julio: él solo con su voz y su guitarra de fondo, junto con el canto de todo un estadio.
Todo era euforia hasta que llegó el grito que anunciaría el fin: “Nada más queda”, fue la sentencia que dio el pie para la entrada del potente bajo de Zeta y la batería de Charly. En esos minutos finales, Soda Stereo pareció dejar todo en el escenario. Potencia, volumen y precisión se mezclaron para cerrar lo último que haría el grupo. Sobre el final la conocida frase de despedida, más el pausado “¡Gracias…totales!” del cantante. “El sentimiento general fue de alegría por un ciclo cumplido. Y no solo de nosotros tres, sino de un montón de gente que nos acompañó desde el primer momento. Justamente por no poder enunciar a todos ellos me salió el ‘Gracias Totales’”, explicó tiempo después Gustavo.
Luego de un brindis general en el estadio de River, cada integrante tomó un rumbo distinto: Charly y Gustavo se fueron cada uno por su lado con su propio grupo a festejar a diferentes lugares, mientras que Zeta volvió a su casa junto con su familia.
Así fue como terminó la primera parte de la historia del grupo que supo derribar las fronteras de todo un continente. Historia que luego continuaría con varios años de una incomunicación absoluta y que finalizaría con un momento mucho más dulce. Aunque, para poder contar aquello, sea necesario esperar a la salida del próximo cápitulo.
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