Let There be Rock: el disco que salvó la carrera de AC/DC
25 de Julio, 2017
A cuatro décadas de su lanzamiento internacional, repasamos cómo los fans australianos le dieron la espalda, cómo las disqueras querían echarlos, la grabación, y lo que pasó con el álbum que cambió la historia del rock and roll.
¿Y si AC/DC tenía razón y todos los demás estaban equivocados? Apostando a su sonido primitivo (y efectivo), el cual los acompañó durante toda su carrera, los australianos –sin saberlo- lanzaron un disco que definitivamente cambió la forma de pensar al rock and roll. Hoy en día, con la banda ya consagrada, es fácil subirse al caballo ganador de los hermanos Young, pero en 1977, los augurios no eran los mejores, la jugada no era tan clara, y la respuesta no era tan obvia.
Los problemas antes de que sea rock
1976, Australia recibía la Navidad y Michael Browning –manager del grupo- pintó el panorama sin pelos en la lengua: “Era todo una mierda y estuvo muy cerca de que se termine. Aunque las cosas habían ido muy bien en Londres y en Europa, con records de tickets vendidos. El tour Lock Up Your Daughters funcionó en el Reino Unido, incluyendo fechas importantes, como la del Festival de Reading". Todo marchaba bien. Después de ocho meses de gira, Browning llevó a AC/DC de vuelta a Australia (con la intención de que sea un regreso triunfal), pero se encontró con que, tras la ausencia en su país natal, los fanáticos le dieron la espalda.
Las cosas habían cambiado, la juventud los abandonó por otros conjuntos locales, como Skyhooks; también surgió cierta actitud despectiva para con el grupo que “había salido a ultramar”. Cuando el 12 de diciembre tocaron en el Pabellón Hordern, apto para 5.000 personas, el lugar sólo estaba a la mitad de su capacidad. “Fue un tour jodido, no querían realizarlo y me tuve que bancarme mucha mierda por parte de ellos. Era una necesidad financiera, tuvimos que hacerlo para llenar las arcas. Pero andá a explicarle eso a una joven banda de rock and roll (con los hermanos Young tocando en ella)", relató Browning. Mark Evans –en aquel entonces bajista- agregó: “También nos suspendieron varios shows. Angus se bajaba los pantalones y nuestros panfletos decían: ‘Quiero ganar suficiente dinero para poder cogerme a Britt Ekland’ –una de las chica Bond-. Y eso descarriló bastante el tour.”
Pero siempre se puede estar peor. En medio de la gira, Browning recibió una llamada telefónica en la que se le comunicó que a Atlantic Records America (USA) no le gustaba Dirty Deeds Done Dirt Cheap (1976), que no lo iban a editar, y que además quitarían a AC/DC del sello. Steve Leeds –jefe de promociones de discos- justificó: “La música de ellos era difícil, no encajaba con nada. Un rock and roll ruidoso, no tenía ornamento, Bon (Scott) era un gruñidor, ‘¿Ella tiene la peste?’, ‘¿Él tiene bolas grandes? Era asqueroso". Ahí fue cuando Phil Carson, -ejecutivo de Atlantic Records en Londres – dijo: "Creo que están cometiendo un error muy, muy grande". Y encaró a Nesuhi Ertegun, -copropietario de Atlantic con su hermano Ahmet- para mostrarle las cifras de ventas de High Voltage (1976). No eran impresionantes, pero teniendo en cuenta que sólo había pagado 25.000 dólares para hacerlo, no estaba mal. Nesuhi recapacitó y volvió a incluir a la banda. Gracias a Dios que lo hizo.
La grabación de Let there be Rock y sus tres pilares
Todo este preámbulo histórico viene a cuento ya que la suma de los hechos negativos tendría un efecto dominó, que se vería reflejado más tarde en Let There be Rock. En enero del 77, el grupo viajó a Sydney y entró en los estudios Alberts –donde habían registrado sus trabajos anteriores– y grabaron por dos semanas. La forma de encarar las cosas fue la siguiente: Malcolm Young había logrado un total desprecio por lo que pensaban los estadounidenses. "¡Mierda!, les vamos a demostrar, vamos a hacer este álbum y metérselo en el culo", recordó Evans sobre la calentura que tenían los hermanos Young a la hora de enchufar sus guitarras y hacer música. La actitud efervescente fue la primera base sólida y el principal disparador para la composición, que de entrada marcó un manifiesto. “Queríamos un montón de guitarras ¿sabés? Grandes guitarras”, planteó Angus Young.
El segundo pilar de la grabación de LTBR fue el hermano mayor de los Young, George –quien, además de ser el productor, estaba aún más decidido que Malcolm y Angus a probarle a los estadounidenses estaban equivocados-. Si la banda no hubiera estado tan cabreada y enojada cuando hicieron el álbum, es probable que hubiese tomado más recaudos haciendo Let There Be Rock, pero la desprolijidad, tuvo su premio. George acertó reproduciendo lo mejor que tenía la banda: sus pulverizadores shows en vivo. La única manera en la que sabían grabar en ese entonces, era simplemente como si estuvieran en un concierto. Harry Vanda- el otro productor- lo explicó a la perfección: “Espontaneidad, estábamos hablando de no bullshit rock and roll, rock con mucho huevo, no como ese rock americano que tarda dos años en grabarse". Evans amplió: “Todos los álbumes que hice con ellos se hicieron en un período de dos semanas, las canciones fueron escritas en el estudio, y nunca hicimos un demo".
Let There be Rock se registró en vivo en una habitación. Los errores eran tolerados. El baterista Graham "Buzz" Bidstrup, de The Angels, quien fuera testigo del momento, señaló: “Todo estaba relacionado con la sensación, no se trataba de la perfección. Ellos podían tocar un riff durante cinco o diez minutos hasta que George decía: ‘Creo que ahí tenés el groove’. En esa época no había baterías electrónicas, ni pistas, ni click, ni nada”. Todo un elogio para el baterista de AC/DC, Phil Rudd.
La intensidad que se vivía en el estudio se reflejó en una conocida historia que narró Angus: “Recuerdo estar grabando el final de la canción ‘Let There be Rock’, y el maldito amplificador empezó a largar humo, ¡había humo saliendo detrás del maldito amplificador! Y George gritando: ‘¡No pares, seguí, no pares!’. Podía ver cómo el humo empezaba a llenar el cuarto, aunque seguí tocando hasta el final, hasta que ¡blaaaaah! El ampli se derritió."
La placa sonaba exactamente como lo que era, un LP escrito y grabado rápido, antes de que el ambiente tuviera tiempo de desvanecerse. Estaba lleno de sangre, de saliva y de cólera. Alimentado por la velocidad, por la cerveza fría, todo cubierto con whisky caro, y, por lo menos, un millón de cigarrillos -algunos con olor claramente “divertido”-. Es la perfecta descripción que hace Mick Wall, el periodista autor de la gran biografía "AC/DC: Hell Ain‘t a Bad Place to be" (2012).
Las bases fueron trabajadas en la primer semana, a Bon Scott le dieron un cassette con el mix sin la voz para que escribiera las letras y las grabara en los segunda semana, mientras Angus hacía lo suyo con los solos. Acá es donde aparece el tercer eslabón que definiría el rumbo del álbum: el enojo, la espontaneidad, y… Bon Scott.
Bon Scott, el chico problemático
En el momento en que Bon se unió a AC/DC, en 1974, estaba a punto de morir, ya que todavía estaba recuperándose de un horrendo accidente de motocicleta. Estuvo en coma durante tres días y rompió virtualmente cada hueso importante de su cuerpo. Tres años después, era el rey australiano del rock and roll. "El alcohol, las drogas y salir con mujeres sueltas, todo es muy bueno para el cuerpo y el alma", se jactaba.
Era el líder perfecto, con una carrera previa que incluía incursiones en el estrellato del pop con The Valentines y varios meses en la cárcel por pelearse con la policía y robar coches en su época de adolescente. El mismo que respondía en chiste cuando se le preguntaba si él era el “AC” o el “DC” en la banda: "No, yo soy el flash en el medio". Browning comentó: “Los hermanos Young lo fueron a buscar, no porque fuera mayor, sino porque pensaban que era un cantante fabuloso.”
En cuero, con esa sonrisa pícara –que había perdido dientes en algunas peleas- y con los brazos tatuados, Bon era más que el dueño del escenario y de las voces, él era el narrador, el contador de historia vividas en carne propia. "Tan pronto como apareció Bon, tenías el verdadero AC/DC", reafirmó Browning. “En su primer show con nosotros, tenía una botella de Jack Daniel’s en la mano, y se la tomó toda. Además, había drogas por todos lados, y le dije: ‘Con suerte, vas a poder caminar, aunque no sé si vas a poder cantar ‘", recordó Angus. John Bisset -tecladista de Fraternity, la banda de Scott antes de AC / DC- amplió: "Éramos bebedores, estábamos en la marihuana, la mezcalina, y los hongos. Pero el alcohol era nuestro pilar. Bon bebía a montones, hasta que apenas podía mantenerse en pie”. Todas descripciones de un tipo que se animó a vestirse de mujer para el apoteótico video del cover de “Baby Please Don´t Go”, y, aun así, seguía destilando rock.
Historias reales a ritmo de boogie (de chico malo)
"Bon tenía una libreta y siempre la llevaba con él, llena de títulos de canciones e ideas de letras. Se encerraba escribiendo y adaptando las líricas a las pistas de acompañamiento”, reconoció Evans. Ahí estaban “Go Down", inspirada en una super-groupie llamada Ruby Lips, con una gran capacidad amatoria en sus labios; “Let There be Rock”, escrita con la ayuda de una Biblia donde se cuenta una versión encapsulada y ficcionada de la historia del rock and roll, basada en una línea de la canción de Chuck Berry, "Roll Over Beethoven": "... contale a Tchaikovsky la noticia".
Y claro, la archiconocida leyenda de “Whole Lotta Rosie”, que narró Angus: “Habíamos estado en Tasmania y después del show Bon dijo que se iba a un bar. Tras caminar unos 100 metros por la calle, escuchó, ‘¡Hey! ¡Bon!’. Miró a su alrededor, vio una pierna y pensó: ‘¡Oh, bueno…!’. Por lo que sé, había una mujer llamada Rosie, acompañada por una amiga. Estaban tomando algo y Rosie le comentó ‘este mes he dormido con 28 famosos’, y la reacción de Bon fue: ‘¡¿Ah sí?!‘. A la mañana siguiente, Bon se despertó clavado contra la pared, abrió un ojo, vio a Rosie inclinarse hacia su amiga y susurrarle: ‘¡29!’. Muy pocas personas son capaces de escribir una canción sobre una mujer grande y gorda, pero Bon dijo que era digno…”.
La idea de imaginarse la carrera de AC/DC sin “Whole Lotta Rosie” es casi una pesadilla. Originalmente, el tema se llamaba “Dirty Eyes”, y la banda trabajó mucho por hacer que la canción realmente funcione. “Rosie” solo hizo click después de una semana de laburo. Angus relató: “Malcolm tenía el riff de guitarra y George sugirió: ‘¿Por qué no probamos haciendo unos cortes al principio de la canción?’. Mi hermano y Bon eran muy seguidores de Elvis”. Según Malcolm: “Éramos muy fanáticos de temas como ‘Heartbreak Hotel’, las dinámicas, los frenos, y en ‘Whole Lotta Rosie’ tratamos de buscar algo más al estilo de Little Richard”. Y la versión final se terminó convirtiendo en un clásico.
La gira: AC/DC vs. el mundo
Let There be Rock contiene ocho pistas y dura 40 minutos. Y sobre su sonido, Bon volvió a dejar las cosas en claro en una entrevista: “Si los fans esperaban algo diferente de AC/DC, después de tres discos de rock and roll directo, esto es todo lo que hay. No hay más. Nosotros tocamos lo que realmente creemos”. El álbum fue lanzado en Australia en marzo de 1977 y apenas llegó al Top 20. Las críticas eran lúgubres, como el titular del periódico The Sun de Sydney: "Qué aburrimiento”. Eso les dolió aún más que el rechazo de su música en Estados Unidos. Tan hondo caló la herida, que pasaron varios años hasta que volvieron a girar por país. En lugar de eso, volvieron a Londres, donde la idea de "AC/DC vs. el mundo" estaba más fuerte y latente que nunca.
Los obstáculos en la vida de AC/DC volvieron con su arribo a Inglaterra, donde se encontraron con una nueva corriente musical, el punk, que hacía temblar a las bandas históricas. Pero a los australianos poco les importó, de hecho, se subieron al ring y lanzaron la primera trompada: "Los verdaderos punks eran los bluseros originales, que tuvieron que luchar desde el principio para ser aceptados; Bon Scott es más salvaje de lo que Johnny Rotten –cantante los Sex Pistols- jamás podría ser”, declaró Malcolm. La prensa local apodó a AC/DC como “La antípoda del punk”, y obvio Bon también aportó algo: “Debe ser muy fácil cortarse el pelo como un punk, nosotros somos reales”.
En el tour pasó absolutamente de todo: un espectáculo agotado en la Universidad de Edimburgo tuvo que ser parado por Bon Scott, por cómo la seguridad trataba a los fans; un cambio de bajista, sale Evans entra Cliff Williams; 12 días de gira con Black Sabbath, donde los equipos nuevos que habían comprado no funcionaron, llenándolos de frustración. “Tocamos unos 20 minutos y luego destruimos el escenario", recordó Angus. En esos días, fue donde se originó una de las mejores anécdotas (que cuenta con varias versiones): Geezer Butler, bajista de Sabbath, le arrojó un cuchillo (aunque realmente era de juguete) a Malcom. Todo, como era de prever, terminó a las trompadas.
La agenda, también, los llevó a girar por primera vez a Estados Unidos, donde tocaron en el mítico CBGB. Después de algunas fechas, Angus y Malcolm no se mostraban de acuerdo con la forma de actuar de Bon -a quien llamaban "El viejo" a sus espaldas–. Ellos permitían el alcohol, pero las drogas ya eran otra cosa y como el ambiente no era el mejor, ante la incomodidad, Bon empezó a viajar con el grupo telonero. Así lo recuerda Ian Jeffery -su tour manager-: “Ese tipo de viajes se convirtieron en algo usual, media hora antes del show nos preguntábamos, ‘¿dónde carajo está Bon?’ Y aparecía justo con sus nuevos compañeros y con una botella de whisky en la mano”.
¿Querías sangre? Ahí la tenés
1977 tuvo sus vaivenes para AC/DC, pero el lanzamiento internacional de Let There be Rock ordenó un poco el panorama. Aunque solo alcanzó el puesto 154 en los rankings de Estados Unidos y el 75 en Gran Bretaña, el álbum fue la primera obra maestra de las que vendrían (Powerage, Highway to Hell y Back in Black) y marcó el inicio de un viaje que, tres años más tarde, los vería convertirse en una de las bandas de rock más grandes de la historia. Atlantis entendió que no tenía que perder tiempo en singles y en las radios, y que tenía que llevar la banda a la gente. Y así lo hizo.
Jeffery concluyó: "Yo estaba allí cuando Bon murió, y también cuando Brian Johnson entró y finalmente lograron un éxito enorme. Hicieron grandes cosas después de Bon. Pero no como cuando estaban haciendo Let There Be Rock. Todavía escucho esas canciones y me digo: ‘Cómo gustaría poder volver el tiempo atrás y hacerlo todo de nuevo".
PD: AC/DC tenía razón, los equivocados siempre fuimos nosotros.
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