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Cinco blues para recordar a Adrián Otero

Cronista: Pablo Andisco | Fotos: Gentileza prensa

12 de Junio, 2017

Cinco blues para recordar a Adrián Otero

En el quinto aniversario de la muerte del cantante, un recorrido por las canciones de Memphis La Blusera que acompañaron silenciosamente el camino a la fama.

No fue de un día para el otro que Memphis La Blusera dejó de ser un secreto a voces del under porteño y entró en los hogares de todo el continente. “Moscato, pizza y fainá”, sobre todo, pero también “La bifurcada” y “Montón de nada” se convirtieron en hits con delay, interpretados por un grupo que encabezó la escena blusera de los primeros ‘90 y que venía subiendo peldaños a paso firme. Porque, si Pappo fue la imagen y la carta de presentación internacional de una movida que llenaba bares, Memphis le venía poniendo el cuerpo de manera silenciosa desde hacía quince años. En un momento, el Viejo Correo y Cemento mutaron en el Estadio Obras y el Teatro Gran Rex. El ojo devorador de Marcelo Tinelli hizo el resto y cambió la historia de La Blusera para siempre.

El 12 de junio de 2012, Adrián Otero viajaba en auto de Córdoba a Rosario y un accidente terminó con su vida. En pleno desarrollo de su etapa solista, con algunos cortocircuitos con sus ex compañeros que el tiempo se encargó de arreglar, Adrián tenía un ambicioso proyecto que se publicó tres semanas más tarde. Con producción de Oscar Mediavilla, El jinete del blues lo muestra en plenitud, homenajeando a antecesores, contemporáneos y a la propia obra, demostrando lo pronto que se fue y todo lo que su carrera tenía para dar.

Junto al bajista Daniel “Ruso” Beiserman, Otero firmó casi la totalidad de las canciones de la banda y con el saxofonista Emilio Villanueva formaron la santísima trinidad blusera que durante más de 25 años supo pasar de los sótanos al Teatro Colón y de bajonear en La Universal a ser cortina de Tinelli y banda de sonido de la productora Polka. Hoy, el "Ruso" sigue adelante con una nueva etapa de La Blusera, mientras Emilio y Adrián acompañan de las plateas más altas. En este breve racconto a modo de homenaje, cinco canciones perdidas entre los hits de la era del under, cuando sus conciertos acababan de madrugada, donde las hinchadas del ascenso dirimían sus pleitos.

"El Trepador" - Alma bajo la lluvia, 1983.

En este country blues de su disco debut, Otero recoge el guante de la lírica que había sembrado Manal y con ironía y furia destila la bronca de una forma cuestionable de ascenso social. “Diré que conozco un tipo/ que viste elegantemente/ de una importante firma/ que es el súpergerente. Y lo rodean minas de plástico, tiene plata y bobo de oro/ y la gilada le hace cartel y todo”. 


"Blues de Rosario" - Tonto rompecabezas, 1998.

Tal vez el main hit que no fue. En clave rocanrolera, Memphis relata una historia de amor no correspondida y un plantón en la Chicago argentina, en tiempos de autopistas utópicas y ferrocarriles en plena etapa de decadencia. “¿Para qué estas seis horas de tren?”, se pregunta una y otra vez Otero, mientras el coro no se anima a darle una respuesta.






"Seducidos por papi Lucifer" - Memphis "La Blusera", 1991.

Un descanso lúdico entre tanta carga dramática. En uno de los temas más breves de su discografía, la banda se prueba en uno de los grandes clichés del género. Otero refleja sus obsesiones de siempre -la gran ciudad, las apariencias- con un rock and roll bailable de fondo. 




“Blues del árbol” - Nunca tuve tanto blues, 1993.

Tema dos del disco, antesala del salto a la popularidad. En una atmósfera de Hammond y con paisajes de alto vuelo instrumental, Otero se pone en la piel de un árbol que sufre el embate del frío invernal e interpela a quien quiera escuchar. En medio de un álbum urbano y oscuro, sobresale este manifiesto de sabiduría de la madre naturaleza.

 

"Arlequines y payasos" - Memphis "La Blusera", 1991.

El gran blues de La Blusera. Incluido en su cuarto álbum de estudio, el más parejo de su discografía, una banda cada vez más intensa entrega ocho canciones sin fisuras, de la que se destaca esta fábula circense. En una de sus mejores intervenciones vocales, el vocalista carga de dramatismo su interpretación llena de filosofía de arrabal y existencialismo de esquina. El solo de guitarra y la épica de los vientos enmarcan una inmensa canción que los seguidores de Memphis atesoran en lo más profundo de sus recuerdos.





Bonus Track: "Café Madrid" (La Mississippi) - El jinete del blues, 2012.
Un guiño de su álbum póstumo a la otra gran banda de blues nacional. El jinete del blues, se editó tres semanas después de su fallecimiento, y entre citas a Manal, Pappo, Spinetta y Los Redondos, se cuela esta versión del primer hit de La Mississippi. Así, Otero rearma las filas del blues local, un gesto que Tapia y los suyos devolvieron en su disco de versiones Inoxidables (2015), con una brillante interpretación de “Blues del estibador”.






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