Prison Break: Arranca o no arranca
12 de Abril, 2017
Michael Scofield está vivo y la serie vuelve a las pistas. ¿Tendrá esa mezcla de adrenalina y enroscadas vueltas de tuerca que tanto nos había acostumbrado? El capítulo inicial comenzó en puerto muerto, el segundo al menos puso primera pero no mucho más. Esperaremos a que avance la carrocería.
Cómo hubiéramos deseado que reviva Macaulay Culkin en Mi Primer Beso, Hilary Swank en Millon Dolar Baby, o Di Caprio en Titanic, para tirar solo algunos ejemplos. Allá por 2009 (o años posteriores para los que bajan series o exploran Netflix), sin dudas sumamos un personaje más a esta maldita lista. El más listo de todos, el que siempre tenía un as bajo la manga, el que enamoraba a la bella doctora, el que liquidaba a todos los malos, terminaba la serie bajo una lápida. Lagrimas para todos y todas.
Pero entonces, el 2016 nos trajo una noticia tan insólita como esperanzadora: Michael Scofield volvía a la vida. Sí, como aquella vez pasó con Vega y Carrizo en Poliladron (?) a pesar de que los cagaran a tiros (si me das a elegir...). Todos fuimos felices y esperamos el primer capítulo de esta nueva temporada, lanzado el pasado martes 5 de abril.
¿Por qué estuvimos como enfermitos enfrente del televisor esa noche? Es que la adrenalina que supo transmitir Prison Break en sus cuatro temporadas iniciales superó todo tipo de barreras de guión: desde el letargo de la cárcel de Sona, hasta la poco creíble locura de Scylla al mejor estilo Misión Imposible.
Pero viajemos al principio: la idea de un tipo tatuándose toda una prisión entera para entrar en ella y escapar junto a su hermano es igualable por pocos comienzos en la historia de las series. Esa primera temporada repleta de problemas y soluciones para lograr escapar, es acción y entramado constante, adrenalina y razonamiento al por mayor. De lo mejor que se pudo ver en este milenio. No es casualidad entonces que allí hayan nacido los mejores personajes: de la partida de los hermanos antagonistas Scofield y Lincoln Burrows, sobresale el oscurísimo T-Bag al filo siempre de lo peor de la raza humana; Brad Bellick, el guardia odioso que luego se gana el cariño de todos y muere como un héroe; y Sara Tancredi, con una Sarah Wayne Callies más presente y bella que en cualquier otra serie en la que se la vea.
En la segunda temporada se presenta otro de los mejores personajes de la serie: Alexander Mahone, la perfecta antítesis que podría tener Scofield, impiadoso y encargado de buscar a los fugitivos ocho de Fox River, pero que con el correr del tiempo se vuelve querible y se convierte en el favorito de los fans. Lo más rescatable de una densa tercera temporada es la aparición de la extraña e incorregible Gretchen Morgan, la única que le pone acción a esta corta temporada afectada por la famosa huelga de guionistas. Y la temporada final trae la locura de la Compañía, el General, Cristina Scofield (la madre más odiada de la historia) y el falluto de Don Self que cae en su propia trampa.
Los diferentes escenarios por temporada terminan siendo de todas formas la mejor vuelta de rosca de una serie que intentó reinventarse constantemente, para seguir una línea argumentativa que arrancó con una primera temporada insuperable en la cárcel de Fox River. La adrenalina constante, la mente indomable y casi perfecta del personaje principal, la riqueza de los personajes que acompañan y las interminables vueltas de tuerca son las que nos hicieron esperar con ansias el capítulo 5x01.
Wentworth Miller (Scofield) está vivo, como Elvis que vive en Carlos Paz, y vuelve a las pistas junto a Dominic Purcell (su hermano Lincoln Burrows), Sarah Wayne Callies (Sara Tancredi), Robert Knepper (T-Bag), Amaury Nolasco (Fernando Sucre), Rockmond Dunbar (Benjamin C-Note Franklin) y Paul Adelstein (Paul Kellerman).
La adrenalina (repetimos mucho esta palabra, ¿no?) con la que nos sentamos frente a la tele arrancó con tuti y lamentablemente empezó a bajar minuto a minuto. T-Bag queda en libertad, encuentra una foto de un tipo que parece Scofield y busca a Lincoln, quien acude a Sarah para juntos intentar creer lo imposible. Sucre se entera y aparece de la nada queriendo ayudar, pero nada puede hacer porque al parecer Scofield está en ¡sí, una cárcel! en Yemen, país en plena guerra civil. Pero claro, justo, justísimo, Franklin se volvió musulmán y la tiene re clara para ir con Lincoln al fin del mundo. Sarah no se convence y se queda cuidando al Miguelito Jr.
Todo esto que parece re vertiginoso sucede en cuarenta minutos que intentan querer arrancar pero nunca lo hacen. El final encuentra a un Scofield que parece o estar loco o hacerse el dolobu (claro que elegimos esta segunda opción) y le dice a su hermano que no sabe de qué habla y que su nombre es Kaniel Outis. Sería una genial incógnita si el tráiler de la temporada no nos mostrara que posteriormente los hermanos se fundirán en un abrazo.
Los segundos cuarenta y pico de minutos encontraron a un entramado que se parece más que nada a una propaganda yanqui contra el famoso terrorismo en Oriente, pero con Michael empezando a hacer de las suyas, ejercitando su gigante cerebro al máximo y haciendo las pases con dios y con el diablo para lograr su objetivo. Por ahora tampoco tenemos noticias de como anda su enfermedad genética que supuestamente le había causado la muerte.
La adrenalina entonces por ahora se hace esperar. En este segundo capítulo ya parece mostrar a Scofield queriendo tomar el control de la saga argumentativa, y allí entonces es donde históricamente se mostró lo mejor de la serie. Ya está vivo y eso es todo un acontecimiento. Aguardaremos con ansias sus andanzas, ya que el pasado vivido nos permite tener esperanzas.
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