Hasta pronto David Bowie

Los medios hablan de que murió una estrella y por más esnob que suene, aunque las estrellas están en el cielo, el concepto apropia un valor literal con lo que representa hoy la muerte de David Bowie. Una musa generacional de indiscutible talento, más tangible e imprescindible que un cuerpo celeste.

Movilizado por un impulso creativo admirable, en 1967 Bowie comenzó su carrera musical con un disco homónimo. Dos años después llegó su primer gran éxito con Space Oddity, de ahí en más transitó un universo filarmónico en donde sus creaciones siempre fueron aciertos.

Con su estética y profundidad intelectual logró desde entonces desafiar el arquetipo musical de los setenta y las décadas siguientes, hasta hoy, popularizando el glam rock e incursionando en diversos géneros.

Inspirado en las travestis neoyorquinas del entorno de Andy Warhol, David Bowie se impuso a la imagen rockera machista de la época y se atrevió al maquillaje, purpurina, plataformas y raros peinados que sugerían ambigüedad sexual. Así fue como resurgió en 1972 con su andrógino álter ego Ziggy Stardust, junto al sencillo "Starman" y el disco The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars.

Desde entonces su producción discográfica fue intensa, extravagante y única. Editó en total 25 discos que albergan reconocidas canciones como "Rebel, Rebel", "Heroes", "Let‘s Dance" o "Suffragette City". Hablar de "éxitos" sería limitar en vano su existencia para quienes con lucidez afirmamos que toda su esencia fue un éxito, lo que hará que perduré eternamente.

Resulta injusto despedir con frases hechas a una persona que por el contrario siempre invocó a la innovación y a la ruptura de paradigmas pero es inevitable decir y repetir con añoranza que es un ídolo, un gran músico y que esto no es un adiós.

David Bowie ha sido y seguirá siendo inspiración por lo que no resulta insólito que su partida haga eco y cale en lo más profundo de las personas tanto cómo su música.

Foto: Agencia Efe.