Revista El Bondi - 15 AÑOS DE ROCK
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Cemento, Cromañón y después

Cronista: Fernando Villarroel | Fotos: Gentileza prensa

18 de Noviembre, 2014

Cemento, Cromañón y después

Omar Chabán falleció el 17 de noviembre a los 62 años, víctima de cáncer de Hodgkin a los 62 años. Lo que fue y lo que pudo haber sido de una figura ineludible del under local.

Su vínculo con el mundo del rock como fundador del Café Einstein primero, y de Cemento después, podrían haber inmortalizado a Omar Emir Chabán como el iniciador de bandas míticas de la escena nacional. Sin embargo, su rol de gerente en el boliche República de Cromañón, aquella noche del 30 de diciembre de 2004 en donde murieron 194 jóvenes, lo sindicaron como el principal responsable de la tragedia no natural más grande de la historia de nuestro país.

Frases como “los tres pendejos que quemaron el lugar son los responsables”, convirtieron a Chabán en uno de los enemigos públicos número uno de la sociedad. Fue marcado como el modelo del empresario inescrupuloso, ese que no mide consecuencias en el afán de saciar su sed de avaricia. Pero, ¿fue Chabán el único responsable de aquella fatídica noche? Sin él en la faz de la tierra, ¿se terminaron la falta de controles en los recitales?

A pocas horas de conocida la noticia del deceso, Iván Noble (ex líder de Los Caballeros de La Quema) escribía en su cuenta de twitter personal que todos aquellos que fueron parte de la escena local en los ’90 contribuyeron en la tragedia. Respecto a la postura del rock para con las bengalas decía lo siguiente: “En mayor o menor medida fuimos demagogos, clientelistas, torpes, tribuneros, adolescentes, monos con navajas”. 

Las palabras de Noble no son las de uno más. Son las de un referente de la música de aquellos tiempos que hoy, un poco más maduro, ve a la distancia el nivel la inconsciencia de toda una generación y que, también, intenta asumir la culpa de lo ocurrido. No tira la pelota para afuera, sino que entiende que lo que le pasó al empresario y a los músicos de Callejeros, le podría haber tocado a cualquiera, que sólo era cuestión de tiempo. 

En diez años pasaron por el banquillo de los acusados más de veinte personas, entre funcionarios públicos, policías, los miembros de la banda Callejeros, empleados del local y el mismo Chabán. Para la justicia, el empresario debía estar preso mientras la mayoría de los acusados había logrado la excarcelación por falta de mérito. Cómo si hubiera un único responsable para todo, como si la culpa de tamaña fatalidad pudiera caber en una sola persona.

Nada ni nadie podría, en su sano juicio, eximir a Chabán por lo sucedido. Su falta de responsabilidad para gerenciar el lugar, su actitud cobarde de huir del lugar mientras todo se prendía fuego y su intento por fugarse, en más de una ocasión, dejan en claro que este hombre debía pagar por todo lo sucedido. 

Así terminó la historia de un alguien que lo pudo tener todo y se quedó sin nada. Un personaje que fue condenado por la justicia y la opinión pública a cadena perpetua. Un empresario responsable de la muerte más de un centenar de personas, pero que no fue el único. Porque si no comprendemos importancia de este último concepto, entonces no habremos entendido nada.

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