Revista El Bondi - 15 AÑOS DE ROCK
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El Soldado

El Guerrero Visionario

Cronista: Gentileza: Gaston Magallanes | Fotos: Gentileza: Ro Diaz

22 de Julio, 2006

El Guerrero Visionario

El Soldado se presentó en el ND Ateneo y dio un show a toda furia, demostrando que todavía está intacto

Pasadas las 12 de la noche se levantó el telón y apareció la banda sonando con todo. Con pantalón a cuadros, chaleco y una guitarra roja salió el protagonista para interpretar un rock & roll estilo rutero. El recinto estaba al tope. La excusa fue presentar su último trabajo: “Visiones de un rompecabezas”. Entonces fue cuando el guerrero de la noche tocó varios temas de ese disco, entre ellos “El Duro”, “Cofrecito”, “Fue”, “Litte Trip”, entre otros.

El color de la gente era espectacular. Coreaban los temas, cantaban y agitaban por el ex plomo Redondo. Pero el clima, también, fue generado desde el escenario. Además de lo musical, hubo un juego de luces impecable. Rojo intenso para crear un propicio ámbito en “El Duro” o verde esmeralda para consolidar la esperanza en el bellísimo “Como dos Capullos”.

Con toda la fuerza sonora empezaron a escucharse algunos clásicos como aquel que abría el primer disco, “Boleto de Empeño” o “Alas Rotas”, de su segundo trabajo. La viola de El Soldado marcaba el ritmo. Pero los demás no se quedaban atrás. Otro que deslumbraba con sus solos fue el guitarrista Ryan Anderson. El grupo se completó con el legendario Timote Cid en batería, Tino Moroder en bajo, Fernando Rusconi en Hammond y teclados y Pedro Conde en banjo y voz.

Los acordes y melodías fueron pasando de una forma velocísima. Tal vez por la ansiedad con la que uno devoró los temas del repertorio. Después de los sutiles rasguidos se empezó a escuchar la lujuriosa voz en “Alas Rotas” y la gente ganó en confianza. Una versión impresionante con una instrumentación de riff y punteos bien densos…impecable. Todo para terminar con un solo de slide de Anderson. Pero acto seguido, estalló todo con “Ella Es”. A partir de ahí la fiesta fue completa. Clásicos tras clásicos se fueron sucediendo. “La Fiera”, “Polvo” y “Blues o Veneno Sabor Miel” no alcanzaron, lo que vino después dejó conforme a todos.

El Soldado se empezó a despedir de su gente. A esta altura las butacas berretas del rock estaban (como tienen que estar) de adorno. Todos de pie, saltando y alentando a la estrella de la noche. Entonces, llegó “La Gran Margarita”, “Ángel de los Perdedores” y el cierre estuvo a cargo de “Trago especial”.

Una fiesta roquera. De principio a fin. Y el guerrero visionario demostró que sin prensa difusora se puede tener todo el oficio para salir adelante y mostrar que al arte no se lo compra con una tanda publicitaria.
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