Arbolito
Semillas que germinan
Cronista: Gentileza: Nadia Mansilla | Fotos:
Beto Landoni
03 de Julio, 2006
Arbolito prendió una noche a Teatro lleno en Flores. Esta nueva generación de músicos de escuela no deja de sorprender. ¿Será porque nos habremos acostumbrado a la improvisación desordenada? Esperemos que no.
Eran las nueve y el folklore empezó a sonar. Acompañado por zurdos y violines, salieron al escenario dispuestos a brindar un show bien prolijo, pero sin caer en monotonías cuadradas. Una zamba, una chacarera y después un reggae. El factor sorpresa como un as para aquellos que no los conocían.
Esta banda que, junto a muchas otras de la escena under, ofrece sonidos tradicionales de manera no tradicional, dio un show que no permitió quedarse quieto por un instante. Entre el público, parejas bailando esas melodías que nos enseñaron en la escuela. Sólo que esta vez no era una fecha patria ni había trajes de época, sino que era una fiesta de pibes de Topper blancas.
En la pantalla, que hacía las veces de escenografía, imágenes relacionadas al nombre de la banda: Arbolito fue un indígena corajudo que asesinó a un genocida de la Campaña del Desierto. Es que la mayoría de las letras indican la interesante ideología de la banda. Eso es algo que los hace aún más fuertes en escena. Inclusive, con el Negro Fontova como invitado, hicieron una versión de “Jorge W”, que denuncia las atrocidades cometidas por el presidente de Estados Unidos.
Un clarinete, un ficus y guitarras acústicas. Pero en ningún momento deja de sentirse en el aire una sensación rocker que no roza siquiera la connotación negativa con la que habitualmente se relaciona al género. Arbolito transmite la esencia de nuestras raíces, esa identidad que algunos se niegan a tomar. Siempre fieles a su estilo, sin caer en lugares comunes y con una autenticidad admirable.
Esta banda que, junto a muchas otras de la escena under, ofrece sonidos tradicionales de manera no tradicional, dio un show que no permitió quedarse quieto por un instante. Entre el público, parejas bailando esas melodías que nos enseñaron en la escuela. Sólo que esta vez no era una fecha patria ni había trajes de época, sino que era una fiesta de pibes de Topper blancas.
En la pantalla, que hacía las veces de escenografía, imágenes relacionadas al nombre de la banda: Arbolito fue un indígena corajudo que asesinó a un genocida de la Campaña del Desierto. Es que la mayoría de las letras indican la interesante ideología de la banda. Eso es algo que los hace aún más fuertes en escena. Inclusive, con el Negro Fontova como invitado, hicieron una versión de “Jorge W”, que denuncia las atrocidades cometidas por el presidente de Estados Unidos.
Un clarinete, un ficus y guitarras acústicas. Pero en ningún momento deja de sentirse en el aire una sensación rocker que no roza siquiera la connotación negativa con la que habitualmente se relaciona al género. Arbolito transmite la esencia de nuestras raíces, esa identidad que algunos se niegan a tomar. Siempre fieles a su estilo, sin caer en lugares comunes y con una autenticidad admirable.
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