Revista El Bondi - 15 AÑOS DE ROCK
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Echo & The Bunnymen

Al hombre conejo no le gusta la fama

Cronista: Gentileza: Guillermo Lopez | Fotos: Beto Landoni

05 de Mayo, 2006

Al hombre conejo no le gusta la fama

El grupo inglés Echo & The Bunnymen se presentó en el Gran Rex en lo que fue su segunda visita al país. En un show donde predominaron los clásicos, la banda demostró que el paso del tiempo no disminuyó la intensidad de su energía.

Echo & The Bunnymen es una de las bandas más trascendentes (léase también “de culto”) del post punk inglés de la década de los ’80. Este grupo de Liverpool pudo haber llegado a la masividad comercial que sí tuvieron algunos de sus colegas del género como The Cure y Joy División, pero cuando el éxito lucrativo comenzaba a acercarse, su líder y cantante Ian McCulloch decidió abandonarlos en 1988.

Tendrían que pasar casi diez años para que vuelva a reunirse con el otro líder de la banda, el guitarrista Will Sergeant, para resucitar a Echo. Quizás el reconocimiento llegó, además de por su música, por esa actitud tan provocadora y a su vez atractiva de resistirse a la popularidad.

Ya en el 2005 editaron lo que es hasta ahora su último disco llamado Siberia. Y justamente, el motivo de su show del miércoles pasado en el Gran Rex fue la presentación de los temas del álbum. Pero en realidad, hubo poco de lo nuevo y mucho de clásicos que era lo que el público más esperaba. Por eso, el repertorio estuvo plagado de viejos conocidos como Rescue, Bring on the dancing horses, The cutter, Back of love, Seven seas y The killing moon.

A las 10 de la noche, una música que parecía de iglesia escoltó la salida al escenario de McCulloch y Sergeant y a la banda integrada por Paul Fleming en teclados, Simon Finley en batería, Gordon Goudie en guitarra y Stephen Brannan en bajo. Las contraluces del escenario no permitieron ver bien en detalle a un McCulloch que se mostró comunicativo a pesar de ser considerado distante y frío. Toda la puesta en escena (efectos de iluminación, humo blanco, etc.) estuvo muy acorde con la música del grupo, acompañando los climas oscuros y misteriosos de algunos temas y la faceta más pop de otros.

A diferencia de McCulloch, Will Sergeant no intercambió una sola palabra con el público en las dos horas que duró el show. En un costado, el guitarrista parecía estar sumergido en una suerte de trance con su guitarra desde la que disparó hipnotizantes sonidos cargados de delay que embobaron a más de uno.

Además de tocar temas de su autoría, el grupo homenajeó a los artistas que sirvieron de influencia en los primeros años de Echo & The Bunnymen. Primero, sorprendieron a todos con una excelente versión de uno de los clásicos de los Doors (y de todos los tiempos), Roadhouse blues. Después apareció un nuevo tributo a otro norteamericano, Lou Reed, con Walk on the wild side. Y como para que los covers no vengan solamente de Estados Unidos, tocaron Don’t let me down de los Beatles.

Se acercaba el final, y luego de la primera tanda de bises (hubo dos) apareció sobre el escenario una bailarina vestida de conejita que se meneó y bailó al ritmo de Lips like sugar. El clásico e infaltable Ocean rain fue el tema elegido para cerrar la noche y su segunda visita al país. La primera había sido en 1999.

Fue un show potente, sólido y prolijo que dejó en claro que McCulloch y Sergeant están enteros y todavía con la inspiración y actitud que los llevó a ser reconocidos.
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