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Rolling Stones

Un público fiel a sus majestades (satánicas)

Cronista: Gentileza: Pablo Gabriel Krause | Fotos: Beto Landoni

01 de Marzo, 2006

Un público fiel a sus majestades (satánicas)

Los Rolling Stones pisaron suelo argentino por tercera vez y 65 mil personas fueron testigos de un show excepcional en el estadio de River Plate. Sencillamente, la banda de rock más grande del mundo.

Ocho años habían pasado desde la última visita de los Rolling Stones a nuestro país, cuando en 1998 presentaban “Bridges To Babylon”. Tras presentarse en Brasil para más de un millón de personas, desembarcaron en Buenos Aires y desataron la locura de 65 mil personas que colmaron el estadio de River para la presentación de “A Bigger Bang”.

La mística que acompaña una presentación de los Rolling Stones en nuestro país, sumadas a la euforia contenida durante los años de espera, estallaron cuando faltando diez minutos para las diez de la noche la inconfundible guitarra de Keith Richards dio comienzo al característico riff de “Jumpin’ Jack Flash”, ese clásico inmortal que abría el disco Through The Past Darkly, la última obra de Brian Jones.

El clima que se vivía en la cancha de River no podía ser mejor. Frente a un enorme escenario tan ancho como el campo de juego y una pantalla de ocho pisos de altura, las más de sesenta mil personas gritaban como una declaración de principios el estribillo de “It’s only Rock & Roll”: “Yo sé que es sólo Rock & Roll, pero me gusta…” (“I know it’s only Rock & Roll, but I like it”).

Sin acusar recibo alguno del paso del tiempo, la banda brindó un show imponente tanto desde lo visual como desde lo musical. Como si no fuese suficiente disfrutar de clásicos de la historia del rock como los ya nombrados, el sólo observar a los músicos sobre el escenario emociona a más de uno, algo que quedó reflejado en la imagen de Jagger y Richards parados frente al público al final de “Midnight Rambler”, abrazados y con la guitarra al hombro. Una verdadera postal del rock & roll, que cosechó los aplausos de todo el estadio.

Hubo tiempo también para la presentación de su última placa, de la que intercalaron temas a lo largo del show, entre las que se destacó “Rain Fall Down” –con Jagger empuñando una Stratocaster negra- y la versión de “This Place Is Empty” interpretada por Keith Richards luego de que el público lo ovacionara al quedar frente al micrófono.

Finalmente el mismo Richards volvió al viejo repertorio de la banda, y arremetió con “Happy”, furioso rock and roll del disco Exile On Main Street que tomó por sorpresa a varios y puso al público en el clima perfecto para lo que estaba por venir.

Con Mick Jagger nuevamente sobre las tablas, los Stone comenzaron el mítico “Miss You” amontonados frente a la batería de Charlie Watts. Sorpresivamente, esa porción del escenario se levantó y se deslizó sobre rieles por la pasarela que dividía la público en dos aguas, para “aterrizar” en un pequeño escenario situado en la mitad de la cancha.

Así, rodeados por un mar de fanáticos que alzaban sus manos y revoleaban sus remeras, Jagger, Richards, Wood y Watts concluyeron el clásico de “Some Girls” y pasaron nuevamente a su último trabajo con “Rough Justice”, canción que da inicio a la placa. Por si eso no fuese suficiente, la banda recurrió a uno de sus mayores clásicos: “Star Me Up”, para luego regresar al escenario principal de la mano de “Honkey Tonk Woman”.

River ardía. La gente se miraba entre sí como si no fuesen capaces de creer lo que acababa de suceder. Mientras un pibe de unos veinte años se fundía en un abrazo con su padre, comienza a escucharse el inconfundible coro de “Sympathy for the devil”. La ceremonia parecía no tener fin, y el estadio completo revoleaba sus remeras en el aire al tiempo que coreaba el riff de “Paint It Black” y finalmente imitaba los pasos de Jagger en “Brown Sugar”, tema con el que había concluido el show de 1998, aunque este no sería el caso.

Después de un pequeño cambio de vestuario de Jagger, volvieron con la hermosa “You can’t always get what you want”, de Let It Bleed, para terminar con el que sea quizás el tema más emblemático de los Rolling Stones: (I Can’t Get No) Satisfaction, en donde Mick Jagger se sacó la camisa, luciendo por debajo la camiseta de la Selección Argentina, truco tan viejo como efectivo. Luego de una extensa versión en la que el mismo Jagger incentivó el “revoleo” de remeras, la banda se despidió bajo una lluvia de fuegos artificiales.

La frase comenzó a rondar a fines de la década del sesenta, pero hoy es todavía más significativa: sin dudas, los Rolling Stones son la banda de rock más grande del mundo y no quedaron dudas de ello después de su show en River. El único punto en contra fue la organización, donde la lentitud en el cacheo produjo una cola de cuatro kilómetros (la fila hacía 20 cuadras “ida y vuelta”) por lo que mucho gente estaba todavía afuera cuando la banda subió al escenario. Por si fuera poco, la seguridad fue incapaz de impedir que un muchacho saltara la valla y por algunos segundos, abrazara a la banda mientras saludaba al público. De no creer…
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