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The Offspring

Mantengalos Unidos

Cronista: Juani Lo Re | Fotos: Gentileza prensa

24 de Octubre, 2019

Mantengalos Unidos

The Offspring y Bad Religion protagonizaron una cumbre punk en el Luna Park.

Noche de punk rock en Buenos Aires. El sur de California plantó bandera en el Luna Park el jueves a la noche: Bad Religion y The Offspring compartieron escenario en una fecha única. La banda local Charlie 3 fue la telonera y, si bien el Luna Park estaba a mitad de capacidad, el Templo del Box se llenó a mitad del recital de Bad Religion.

Cientos de pibes que se habían quedaron afuera sortearon las vallas y rejas del campo; mientras los agentes de seguridad hacían lo imposible para impedir el paso, los fans se escabulleron y mimetizaron rápidamente con la multitud. Remeras de Bad Religion, y The Offspring sumadas a unas cuantas de Ramones, NOFX, Pennywise y Green Day, indicaban que seis mil personas fueron a buscar una sola cosa: romperse la cabeza con una buena dosis de punk rock californiano.

40 AÑOS NO SON NADA

Bad Religion salió a escena a las 21 para mandar a la mierda al Armaggeddon. La banda de Greg Graffin y Jay Bentley está cumpliendo 40 años de trayectoria y supo resumirlo en exactamente una hora. Durante su set repasó gran parte de sus clásicos y algunos temas de su último disco Age of Unreason (2019).

La canción escrita en 1990 pero tan acorde a los tiempos actuales, “21st. Century Digital Boy”, abrió el repertorio de los norteamericanos, que lidiaron con varios problemas de sonido. Con un frontman de escaso despliegue escénico pero muy visceral en sus ademanes, el profesor Graffin acompañó con su mano derecha cada verso, cada estrofa, mostrando su compenetración en cada canción, sobre todo en las más contestatarias y desplegando sus famosos Oozin’ Aahs.

“Do the Paranoid Style” y “End of History” son muestras de que si bien se podrían basar en hits, los Bad Religion se muestran orgullosos de sus nuevas composiciones. La utópica “Sorrow” y “Los Angeles is Burnin’” (con la parte que dice “Los Angeles” cambiada por “Buenos Aires”) invitaron a los fans más desenfrenados a un violento mosh-pit. “¿Cómo podría ser peor el infierno?”, fue la última pregunta que dejó Graffin antes de “American Jesus”, con la que se despidieron hasta la próxima visita.

LOS CHICOS NO ESTÁN BIEN

The Offspring tiene razón. Los chicos no están bien, pero de la cabeza. Ni los de arriba, ni los de abajo del escenario, en donde volaron varios puñetazos y patadas en el pogo. El inicio de su set, que se prolongó por una hora y cuartro, fue con “Americana” seguido de “All I Want”. Alejados un poco (pero no tanto) de la política y la sociedad, sus canciones más bien huelen a espíritu adolescente, como el pop-punk “I Want you Bad” que invadió las radios en los 90’s.

Entre canción y canción, Dexter Holland y Noodles intercambiaron (demasiados) diálogos, varios de ellos muy divertidos. “¿Por qué no tocamos un tema de la mejor banda del mundo?”, le preguntó el guitarrista al cantante antes de arrancar con "Blitzkrieg Bop" de The Ramones, acompañado del clásico cantico “Hey ho, let’s go!” que vino desde el campo.

“Y ahora, ¿por qué no tocamos una de la segunda mejor banda del mundo?”, siguió con su propuesta, y ante la respuesta afirmativa del público, se despacharon con una versión inesperada de “Whole Lotta Rosie” de AC/DC. Una tenue luz iluminó a Holland con su piano para una íntima versión de “Gone Away”. La banda se integró sobre el final de la canción e inició una fiesta en “Why Don’t you get a Job?” con pelotas y papelitos incluidos entre el público.

El recital concluyó con el himno adolescente “Self Esteem”, dejando marcada la huella de un nuevo paso de The Offspring por nuestro país, que a pesar de haber superado 30 años de carrera, parece tener bastante tela para cortar. El público, molido a base de tanto mosh, pogo y algo de violencia, se fue bailando lentamente al estilo Joker al ritmo de "That‘s Life", de Frank Sinatra que sonaba por los parlantes del Luna.

Fue una interesante idea juntar a dos bandas punk en una sola fecha, a pesar de los irracionales precios de las entradas que oscilaban de los $3000 a los $5000. Idea que bien podría repetirse en el futuro con otras bandas y matar dos pájaros de un tiro.

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