Revista El Bondi - 15 AÑOS DE ROCK
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Willy Crook

Conversaciones

Cronista: Milagros Carnevale | Fotos: Mara Moreno

20 de Septiembre, 2019

Conversaciones

Willy Crook presentó en el Centro Cultural Kirchner, su nuevo álbum Lotophagy, en un concierto en el que dialogaron idiomas, personas, géneros y tiempos.

El marco de la presentación de Lotophagy, nuevo disco de Willy Crook, llegó con una hermosa propuesta en el Centro Cultura Kirchner a sala llena. Los Funky Torinos son imprescindibles y en esta ocasión formaron con Juan Cava en batería, Esteban Freytes en bajo, Aimé Cantilo y Johanna Gandolfo en coros, y Leonel Duck en teclados, quien en mitad del show se llevaría todas las ovaciones ante el saludo cariñoso de cumple por parte del capitán del barco. Una noche en la que sin dudas importaron inmensamente todos arriba del escenario.

Aimé Cantilo y Johanna Gandolfo entraron luego de la primera canción, “Lotopaghy”, y Crook las recibió con una Oda a su talento, que luego ellas verificaron ampliamente en los coros de “Myselfed”, una canción en la que el cantante preguntaba y ellas respondían, o viceversa, o todo al mismo tiempo.

Al rato entró un señor vestido con ropa deportiva, anteojos oscuros y una gorra, para disputarle el banquito al pianista y cumpleañero Duck. Era Carlos “Patán” Vidal, quien ya había acompañado a Crook en la presentación en vivo de su primer álbum, Big Bombo Mamma, en 1995. Patán hizo una sola canción y se retiró después de abrazarse con el líder de la banda, que mientras volvía al micrófono excusaba a su amigo: “Se va a jugar al golf, discúlpenlo”.

Cuando llegó el momento de pasarle la guitarra a Aimé Cantilo, a quien se refirió como “antiguamente joven promesa y actual amenaza”, Willy se preguntó en voz alta qué hacer con los brazos ahora vacíos. “Suerte que bailo muy bien”, se respondió a sí mismo. De todas maneras tenía su saxo. Para seguir con las bromas deportivas, luego de tocar “Them” comentó que se iba un ratito a jugar al bowling y dejó a las mujeres cantando un tema propio. Mientras, las miraba desde la puerta lateral del escenario y bailaba.

El bis lo pidió él (“Rock 1: hagamos como que nos vamos y ustedes nos piden otra”) y luego del último tema con los Funky Torinos tocó y cantó solo “E se domani” para terminar la noche. Willy Crook fue, la noche del 20 de septiembre, admirador de todos los integrantes de su banda y admirado por el público. Presentó su nuevo disco y su nuevo disco lo presentó a él como la miscelánea personalidad que es. Funk, jazz, rock y blues. Español, inglés e italiano. Guitarra, saxo y voz. Los redonditos de Ricota y Los encargados.

Corriéndose de la soberbia que no sería raro encontrar en una figura tan consagrada de la música, dio en la Sala Argentina del Centro Cultural Kirchner un espectáculo que podría haber dado en un estadio o en el living de su casa. Un espectáculo acaparado por la familiaridad y la confianza, la complicidad entre él y el público, la banda y él, todos y la música.

Los lotofagos que se encontró Ulises en su vuelta a Ítaca se alimentan de una flor que manufactura el olvido completo. El disco Lotophagy quizás es un guiño de parte de su autor a la inevitabilidad del paso del tiempo y los altibajos de la memoria, pero lejos de intentar rememorar lo pretérito, Willy Crook demostró que nunca se fue, que se rodea de nuevos y grandes talentos y que en la música hay muy buenos pasados y probablemente muy buenos futuros, pero, por sobre todo, muy buenos presentes.

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