David Lebon
Suéltate rock and roll
19 de Octubre, 2018
David Lebón repasó exitos de toda su carrera, con invitados de lujo y a sala llena en el Teatro Ópera.
Un excelente plan de viernes por la noche es ver un recital en la avenida Corrientes, donde han desfilado una enorme cantidad de bandas y solistas de los géneros musicales más variopintos desde hace años, con dos principales exponentes: el teatro Gran Rex y el Ópera. En este último se congregó una multitud para ver a uno de los grandes íconos del rock argentino, con una carrera impresionante que excede ampliamente las cuatro décadas.
David Lebón presentó su show con el mismo nombre de su tercer trabajo en solitario, El tiempo es veloz, que fue publicado en 1982. En ese material mostró su notable capacidad para ejecutar todos los instrumentos que se escuchan, con algunas excepciones donde participó Diego Rapoport en teclados. El título de aquel disco quedó como anillo al dedo, consciente o inconscientemente, para reflexionar acerca del paso del tiempo en la trayectoria de este artista.
Cuando todas las butacas fueron ocupadas y sin preámbulos, el guitarrista apareció tras levantarse la cortina, pocos minutos después de las 21 horas. Quizás, otra manera de remarcar esa cualidad del tiempo mencionada anteriormente. O simplemente, un artista de semejante trayectoria ya no necesita introducción alguna.
“En una hora” fue la primera de la larga lista que sonaría a lo largo de la noche, cuya versión de estudio fue publicada en su anteúltimo álbum, Deja Vu (2009). Una gran cantidad de músicos lo acompañaban: Lisandro Bulacio en piano; Daniel Colombres en batería; Roberto Seitz en el bajo; Daniel Ferrón en guitarra y coros; Gustavo Lozano en guitarra y piano. Como se trataba de una fecha especial, también se sumó una sección de vientos y otra de cuerdas, que fue dirigida por Guillermo Cardozo.
La primera sección contó con temas del LP más reciente al día de la fecha, Encuentro Supremo (2016), como también de Siempre estaré (1983) y de aquel que nombró al espectáculo en esta oportunidad. Las grandes ovaciones llegaron cuando sonaron dos clásicos de Serú Girán: “Esperando nacer” y “En la vereda del sol”. De más está decir que no fueron los únicos de aquel cuarteto histórico.
Lisandro Aristimuño fue el primer invitado de la fecha para interpretar con su guitarra acústica, “Casas de arañas”, editado en el debut discográfico del “Ruso” en 1973, aquel que fue bautizado con su nombre y apellido. Lo que siguió fue un impresionante paneo por su riquísima trayectoria.
De Pescado Rabioso mostró “Credulidad” -cantada por Daniel Ferrón- y “Hola dulce viento”. Existieron muchas almas, incluyendo la de este cronista, que fantasearon con la idea de que algún ex integrante de Serú apareciera en escena, pero fue igualmente emocionante escuchar “El mendigo en el andén”, “San Francisco y el lobo”, “Parado en medio de la vida”, “Cuánto tiempo más llevará” y “Noche de perros”, esta última junto a otro guitarrista, el rosarino Palmo Addario. Se destacó una interesante y acelerada versión de “Viernes 3 AM” que fue interpretada en conjunto con Suena Supernova.
Cuando terminó aquella famosa pista, cuyo registro original se encuentra en La grasa de las capitales (1979), un fan gritó: “¡Qué buena canción, la mejor!”. La respuesta del maestro de las seis cuerdas fue: “¿Y cómo no te va a gustar si la compuso Charly (García)? ¡Así cualquiera!”; las carcajadas invadieron toda la sala.
Es que al ex Pappo’s Blues se lo veía feliz y recalcó: “yo vivo del amor y me alegro de que Dios me haya dado este trabajo”. Además, dijo estar nervioso y que hace mucho tiempo que no se sentía así en el escenario. Tal vez debido a que se encontraba frente a un teatro colmado de gente que le expresaba cariño, cánticos y admiración constantes a lo largo de todo el concierto, con la suma de la presencia de toda su familia -nietos incluidos-. Su sonrisa y humor estuvieron allí del inicio al final de la velada.
Lito Vitale fue el siguiente invitado para interpretar una bella versión de “Laura va” -de Almendra-, con un arreglo de cuerdas y piano, que se encuentra al final de su último disco. Fue la única canción de la noche con esa instrumentación y donde el ex Polifemo aprovechó para adelantar que su próxima placa ya la está trabajando en conjunto con Gabriel Pedernera, baterista de Eruca Sativa.
Un pedido que se gestó en las redes sociales hace pocos días, fue finalmente concedido a Ricardo Mollo para tocar “Mundo agradable” -registrado originalmente en Serú ’92 (1992), el último de los cuatro fantásticos argentinos- y “No confíes en tu suerte”, aquella rockera apertura de su tercer disco solista. Las dos fueron ovacionadas con un público de pie.
El cierre triunfal fue una tríada entre “Suéltate Rock and Roll”, del debut de Polifemo -el homónimo, lanzado en 1976- y dos del supergrupo histórico: “Encuentro con el diablo”, que contó con un interesante acompañamiento de los vientos. Por último, “Seminare” tuvo a los 16 músicos en las tablas, en un despliegue superlativo.
Veintiocho canciones condensaron más de 45 años de carrera en casi dos horas. Una muestra de su notable versatilidad, una vigencia que atraviesa generaciones y que además suma a las más nuevas. A sus 66 años, recién cumplidos, expone una energía, humor, cariño y amor por su obra tan potentes que dejan una marca en toda la audiencia. Esto da cuenta de la calidad no sólo como músico sino también -quizás más importante aún- como persona y demostró además que todavía tiene mucho camino por recorrer. Probablemente otra apreciación no alcance para describir la inmensidad de este artista, lo que queda entonces, es escuchar su música.
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