Mariana Bianchini
Crema Rusa
13 de Mayo, 2018
Rock fuerte, bailarinas y actuación. Mariana Bianchini presentó oficialmente Matrioska en la Usina del Arte y todo fue una locura hermosa. ¡Rock teatral!
Después de varias semanas de lluvia, humedad y cielos grisáceos, el frío aterrizó en Buenos Aires, sin escalas. El domingo 13 en el barrio de La Boca, a metros del Río, se sentía muchísimo más. Sin embargo, nada podía opacar las ganas del público de visitar la Usina del Arte, para ver la presentación de Matrioska, el último trabajo de estudio de Mariana Bianchini.
La previa estuvo a cargo de un ruido a tormenta que sonaba real dentro del auditorio principal del lugar. Cuando las luces se apagaron, una voz en off en ruso hablaba intensamente y lo único que se podía distinguir al final del audio que se repetía, era el nombre de la artista. Mientras que los músicos que la acompañan salieron al tablero de ajedrez gigante que sirvió de escena, de la ex integrante de Panza, sólo se podía ver su sombra detrás de un cuadro de tela. Desde allí, entonó toda la canción “Sumo”, que tuvo para el final a una Bianchini cantando con un paraguas (o mejor dicho, su sombra), para después salir y mostrarse al público con un vestido rojo y una pollera del mismo color, que terminó dejando sobre el escenario.
Una intro larga le da lugar a “La Sra del Kiosko”, una canción que contiene, por un lado, distintos sonidos de guitarra, que si bien parecen capas distintas, Sergio Álvarez tiene el don para convertilos en algo uniforme. Por otro, una línea de bajo que comanda Camila Beszkin, que perturba sanamente los oídos. El siguiente tema fue “Espejo Negro”, con un estribillo power pop, súper alto. Para las últimas estrofas de la canción, todo quedó a oscuras, los lentes que poseía la cantante se encendieron con un rojo furioso, y un juego de luces sobre el escenario arrancó los primeros aplausos fuertes de la noche.
Todo el set de canciones transcurría mientras, en el escenario, un grupo de bailarinas y una ayudante “todo terreno” se paseaba por el escenario con un carrito de supermercado, decorando según indicaba la canción. Asi fue que cuando sonó el segundo corte de Matrioska, “La policía de la armonía,” todo fue pura energía: la gente, los músicos y Bianchini, que junto a las bailarinas, se mandó una muy buena coreografía.
“Voy a tomar con estilo”, dijo Mariana Bianchini entre risas, antes de interpretar “Hermana Gemela”, de Informes desde Villa Estruendo (2015), su libro/canción editado hace unos años. Mientras suena una de las letras más profundas, el ambiente se pone oscuro y la ex Panza simula tomar el té con su ayudante, La gente aplaude la actuación, que involucra a varias de las personalidades de la artista.
Los teclados de Caro Caratti invaden la sala, previos a “Inundación”, y la furia desgarradora de Mariana Bianchini la hacen cantar tirada en el suelo “Nuestra cama no es tan grande para vos, mi contractura y yo”, de “Contracto Matrimonial”.
Se vuelve todo oscuro otra vez, y suenan los acordes de “Súper Chica”, mientras Bianchini canta con dos alas que le asoman de la espalda. La escenografía contiene piezas de ajedrez se mueven por todo el escenario, y la guitarra de Álvarez, vuelve a hacer de las suyas, mientras el bajo suena de forma sideral.
La más festejada de la noche fue sin dudas “Dra. Ketamina”, el primer corte de difusión del disco. El video del tema es muy particular, y las mismas enfermeras que son parte del mismo, fueron parte de la presentación oficial de Matrioska. Toda la venganza que contiene la canción fue llevada a tal extremo, que hasta gente del público subió para ser “cortado y tratado mal”, por una Bianchini “despechada”.
Para el tramo final, se despacharon con una canción nueva llamada “El blues de Matrioska”, seguida por “Un amor de película”, un tema con muchos aires ceratianos. “Ruta al infinito”, con un bajo y la batería de Lulo Isod, que se complementaron bien con la letra en la que la cantante promete portarse muy mal. El último capítulo de la noche fue “Oficina de objetos perdidos”, con su clima pesado, pero digno de un final teatral, en donde la cantante volvía a las sombras, como en el comienzo.
En poco más de una hora, Mariana Bianchini hizo todo lo que quiso en la Usina del Arte. Montó una obra de teatro con una banda de rock sonando al ritmo de distintas historias y personalidades femeninas. Hoy en día no es algo común ver esto en artistas locales, y que la ex Panza tenga esa visión para fusionar el arte, es digno de destacar.
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