Vetusta Morla
Vetusta Morla: la vieja escuela del rock
23 de Marzo, 2018
El sexteto español cerró su gira por la región con un concierto en el Teatro Ópera, donde presentó las canciones de su último disco.
El tipo baila. Se contonea. Tira piñas, las esquiva (eso parece), se agacha y se inclina. Dibuja figuras en el aire con su cuerpo, que lo mueve con desparpajo y gracia. El ritual se repite muchas veces más. Tiene la mente en blanco. El estado de trance es total. Sólo lo quiebra cuando tiene que cantar. Se llama Juan Pedro Martí, pero sus compañeros de Vetusta Morla lo conocen como “Pucho”, al igual que los cientos de espectadores que presenciaron el viernes pasado el show que el grupo español brindó en el Teatro Opera Orbis.
A cuatro años de su última visita, retornan con un disco nuevo bajo el brazo, Mismo sitio, distinto lugar (2017), eje de la presentación, la última de su gira por latinoamérica. “Esta noche es una primera vez”, dice Pucho, tras reconocer que la anterior fecha, en el Teatro Vorterix, no fue la mejor. Pero también es una alusión directa su último LP, una suerte de quiebre musical, donde (por motu proprio) optaron por salir de su zona de confort, romper con sus propios cánones artísticos. El rock melódico está, ese mismo que que los hizo conocidos, que navega entre Heroes de Silencio y Leiva, pero también afloran otros colores, más vinculados a la electrónica y al dance, en el que las máquinas (teclados) dejan su impronta.
El arranque, con el tridente “Mismo sitio, distinto lugar”, “Deséame suerte” y “El discurso del Rey”, fue una clara muestra de la nueva piel que habitan, donde los sintetizadores juegan otro papel. Días atrás, Pucho habló con Revista El Bondi sobre el flamante álbum. “Es una transformación que nace desde nuestras obsesiones, de nuestras necesidades. Para cambiar las cosas, lo primero que hay que hacer es cambiar las formas”, reconoció. Pero esas inquietudes que movilizaron al sexteto español siguen ahí, presentes, aunque no parezcan o no lo quieran reconocer. En vivo se manifiestan, pelean por salir, toman forma de canción y pegan el zarpazo, como la gótica “Las mosca en la pared” o la épica “Golpe maestro”.
“Nuestros discos nunca son de primera escucha, son para ir disfrutandolos en varias veces. A este hay que escucharlo más, porque descubres capas nuevas y cosas que no te habías percatado. Te puedes ir por muchos sitios”, fue otra las cuestiones que reconoció el cantante ante este medio, y razón no le falta. En vivo, las composiciones de Vetusta Morla se expanden, cobran otro significado. Se amplifican. El ejemplo es “23 de junio”, que además tuvo el aporte vocal de Lisandro Aristimuño.
En un mercado dominado por los singles, Vetusta Morla presenta resistencia. No afloja y apuesta por una obra íntegra, en la que exponen sus miedos y dudas, pero también sus ambiciones artísticas. Como cantan en el tema con el que cerraron su gira latinoamericana, “aún quedan vicios por perfeccionar en los días raros”.
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