Revista El Bondi - 15 AÑOS DE ROCK
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Dream Theater

Un sueño que duró dos noches

Cronista: Gentileza: Pablo Krause | Fotos: Beto Landoni

08 de Diciembre, 2005

Un sueño que duró dos noches

Dream Theater visitó por primera vez nuestro país con dos conciertos en Obras al aire libre. El sábado presentaron su último disco y el domingo recompensaron a los fans que los esperaron durante años con un show histórico.

Ni siquiera la intensa lluvia del sábado, que castigó a quienes formaban la interminable cola que llegó hasta el estadio de River, logró calmar la ansiedad de las veinte mil personas que se acercaron hasta el Templo del Rock (al aire libre, claro está) para recibir a Dream Theater, máximos exponentes del metal progresivo y una de las bandas más virtuosas del género.

James LaBrie en voces, John Petrucci en guitarra, John Myung en bajo, Jordan Rudess en teclados y el aclamado Mike Portnoy en batería, dieron una verdadera cátedra de técnica y ejecución musical a lo que se sumó la inesperada sorpresa del domingo (como “recompensa” para los fans locales), donde se despacharon con la interpretación entera del disco “Scenes From A Memory”, la opera-rock que represanta, sin dudas, la obra maestra de la banda y que no interpretaban de manera completa hace años.

Con la banda de sonido de “La Naranja Mecánica” en el los parlantes, y un Obras apenas iluminado por la luna, Dream Theater abrió el show al igual que lo hace en su última placa, con The Root Of All Evil. Para no cortar con la “energía poguera” generada en esos primeros nueve minutos, pero sin salirse de “Octavarium”, arremetieron con Panic Attack, en donde los aplausos fueron para el “chino” Myung, aunque dificilmente se haya visto reconocido en ese apodo, elegido por los muchachos locales (hay que reconocer que Myung no es un apellido que se preste fácilmente a los cánticos).

Antes de seguir, LaBrie aclaró que agradecían la larga espera del público argentino y “lo iban a compensar interpretando canciones de todos sus discos”. Hombres de palabra, los DT “viajaron” directamente hacia su placa debut (When Dream And Day Unite) y sorprendieron a más de uno con el tema que abría aquel disco, A Fortune In Lies. Cronológicamente, pasaron a los tiempos de “Images & Words” con Under A Glass Moon y posteriormente al oscuro “Awake” con Caught In A Web, donde además añadieron algunos compases de When The Water Breaks, de Liquid Tensions Experiment (proyecto solista de Petrucci y Portnoy).

Varias personas describen el sonido de Dream Theater como una mezcla entre el rock progresivo de Pink Floyd y el metal más elaborado de Metallica (algo bastante acertado, dicho sea de paso) y la banda pareció darles la razón al intercalar algunos pasajes de Wish You Were Here (de Floyd) y Wherever I May Roam (de Metallica, precisamente) mientras promediaban su interpretación de Peruvian Skies. Así como abrieron de la misma manera que Octavarium, el cierre del primer bloque (al que sucedió un intervalo de quince minutos) fueron los últimos tres temas del “Six Degrees Of Inner Turbulence”: Solitay Shell, About To Crash (Reprise) y Losing Time/Grand Finale.

Para la segunda parte (que por momentos presentó algunos problemas de sonido en los sectores más cercarnos a los parlantes) se volcaron directamente a la etapa más reciente de la banda, con As I Am y Endless Sacrifice en representación del disco “Train Of Thought” para luego dar paso a I Walk Beside You (donde a varios se les escapó una lágrima) y Sacrified Sons. Pero la presentación del disco no hubiese sido completa sin la obra que le da nombre. Así es, aunque cueste creerlo, interpretaron de manera corrida y sin corte alguno la versión completa de Octavarium (que en el disco dura 24 minutos) la cual se extendió más aún con el impresionante solo de teclado que Rudess realizó en la introducción.

Después de semejante hazaña, hasta hubiese sido entendible que la banda dicidiera dar fin al show. Sin embargo, Petrucci y Rudess combinaron teclados y guitarra para dar inicio a The Spirit Carries On, en donde el mismo Portnoy, parado tras su batería, prendió un encendedor y logró que el público imite su actitud. Finalmente, porque no era posible que Dream Theater culminara el show con una balada, la despedida fue Learning To Live y Mike Portnoy tomó el micrófono para “dejarla picando”: “Los esperamos mañana para un show totalmente diferente”.

El domingo fue, de alguna manera, una “fecha especial para fanáticos”. Si bien el clima no acompañó como lo había hecho el sábado (en donde alguno dijo incluso que “Dios era metalero” porque había impedido que lloviese durante el show), la lluvia no fue tan intensa e incluso ayudó a refrescar a las diez mil personas que asistieron, entre las que se notaban algunas caras repetidas de la noche anterior. Si bien la cortina musical de la apertura fue la misma, el ruido de campanas anunció el comienzo de The Glass Prison, que dejaba en evidencia la sospecha de quienes habían estado presentes el sábado: los clásicos que faltaban, se los guardaron para el domingo.

Después de Just Let Me Breathe, llegó el primer gran clásico de la tarde/noche (el concierto empezó a las siete), con dos emblemáticos de “Awake” pegados uno atrás de otro: The Mirror y Lie, en donde –en una actitud poco común por parte de James LaBrie- las voces del estribillo estuvieron en manos del público.

Los tres temas que habían quedado pendientes en la presentación de Octavarium (The Answer Lies Within, These Walls y Never Enough) llegaron uno detrás de otro para luego utilizar el mismo recurso que el día anterior y cerrar el primer bloque de la misma manera en que culmina uno de sus discos. En este caso fue con el tema que da fin a “Train Of Thought”, In The Name Of God, donde Portnoy “jugó” a pasarse los palitos de una punta a otra del escenario con los plomos, mientras tocaba el tema (Sí, además de ser uno de los mejores bateros del mundo, es todo un show man).

Muchos rumores se habían corrido respecto del segundo día (en que habían anunciado la interpretación de “un disco clásico de rock”). Desde “Dark Side Of The Moon” de Pink Floyd hasta algun disco de Rush, Yes, Metallica o incluso de Iron Maiden habían pasado por boca de varios fanáticos esa tarde. Sin embargo, nadie podría haber imaginado lo que finalmente ocurrió. Después de un tape introductorio, el sonido de un reloj hizo delirar al público en cuanto se escucharo las palabras “Close your eyes and begin to relax…”, frase que abre Regression, primera escena de la ópera Scenes From A Memory, editado por la banda en 1999. Uno tras otro transcurrieron los doce temas que representan las nueve escenas de la obra, que si bien está dividida en dos actos, fue interpretada de manera completa sin interrupciones.

Era más de lo que cualquier fanático de Dream Theater podía esperar, y quedó demostrado en el entusiasmo con que la gente acompañó cada uno de los temas, coreando de memoria la letra de todas las canciones y acompañando con el clásico “Ohh.. ohh.. ohh” las partes instrumentales (incluso algunos solos de teclado y guitarra). Al mismo tiempo, la performance de la banda sobre el escenario dejaba atónito a cualquiera. Petrucci se lucía toda su capacidad en cada solo de guitarra y hasta incluyó la melodía de “Don’t Cry For Me Argentina” en el medio de Trough Her Eyes, mientras que Portnoy (que fue sin dudas quien más aplausos recogió en las dos noches) realizó exactamente igual que en la versión original el solo de batería al final de Finally Free, privilegio del que no había contado nisiquiera la audiencia de Nueva York en la grabación del disco en vivo.

Como si todo esto no fuese suficiente, luego de tomarse un pequeño descanso que sirvió para acrecentar aún más la ansiedad de los presentes, los músicos volvieron a tomar el escenario para cumplir con el ruego que, a fuerza de cánticos, habían pedido todos durante los dos shows.

Al escuchar apenas una o dos notas del primer arpegio, estalló Obras. Era el comienzo de Pull Me Under, por lejos el tema más coreado de la noche (y el más “pogueado” también) que representa el mayor clásico de la carrera de la banda. Pero para dejar a todos contentos, después de que Myung cosechara aplausos en cantidad tras el solo de bajo, la banda culminó el show con las últimas estrofas de Metropolis Pt. I, el otro clásico que había sido pedido a gritos. Sencillamente impresionante.

Dream Theater demostró que puede reproducir en vivo la majestuosidad de sus discos, y más allá de algunos problemas de sonido, deslumbró con el virtuosismo y la capacidad de sus músicos, incluso de James LaBrie, sobre quien existían muchas dudas de su performance en vivo y sin embargo brindó dos shows exclentes. Dos horas y cuarenta minutos netos de música cada día (sin contar los quince minutos de intervalo) y sólo dos temas repetidos entre las listas de ambos shows. Sin embargo, la interpretación completa de Scenes From A Memory el domingo lo conviritó en un recital histórico, que difícilmente se repita en la carrera de la banda. De cualquier manera, se los notaba muy contentos con la respuesta del público y el mismo LaBrie aseguró que volveran pronto.
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