Revista El Bondi - 15 AÑOS DE ROCK
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Daniel Melingo

El fantástico mundo de un linyera

Cronista: Fernanda Miguel | Fotos: Diego Carnevale

28 de Julio, 2017

El fantástico mundo de un linyera

El ex Abuelos de la Nada presentó Anda, su nuevo disco, ante un Niceto que se quedó con las manos rojas de tanto aplaudirlo.

La orquesta arranca sin su cantante con “Se viene el dosmil”, el tango instrumental del maestro Pugliese reversionado para esta nueva producción. Sigue “En un bosque de la China”, y no hay noticias del cantante sino hasta promediando el tema, cuando entona las estrofas del popular infantil. Pero no lo hace sobre el escenario, sino que aparece entre el público para la sorpresa de todos, algo que repetirá a mitad del show.

Daniel Melingo va y viene del escenario, haciendo muecas, pequeños pasos de baile, marcando el ritmo con sus zapatos o haciendo las veces de instrumento con sonidos que salen de su boca. Su público es cómplice y lo acompaña cada vez que pide su participación. Toda esa locura teatral lo muestra suelto en su traje de linyera y en su rol de cuenta historias que se desarrollan en cada canción, las cuales encierran pequeños mundos en sí mismas.

“Anda” retumba en el silencio de la gente que escucha el tema con mucha atención y emoción. La letra es profunda, tierna y melancólica al mismo tiempo. Melingo se retira del escenario y aparece su hijo Félix, se luce en un tema instrumental y se lleva todos los aplausos. “Hijo e´tigre”, le gritan por ahí y el muchachito sonríe. Para “Corazón y hueso”, la bella Isabel de Sebastián acompaña al cantante y logran fusionarse de una manera exquisita.

Un capítulo aparte merece la aparición de Jaime Torres. Su solo de charango deja hipnotizados a todos. Luego, ya con el ex Twist en escena, interpretan “Volver a los 17”, un clásico de Violeta Parra reversionado a lo Melingo que se transforma en un momento mágico e imborrable, como si por un instante todo se detuviera.

“La canción del linyera” es una de las últimas e infaltable, como una especie de himno que el público se sabe de principio a fin. Ahí mismo incluye un fragmento de “De nada sirve”, ese superclásico de Moris que en la voz de Daniel y sus muecas, toma un tinte distinto.  

Como esos públicos rockeros insistidores, la gente no lo quiere dejar ir y le pide “otra”. Así que el músico canta los primeros versos del tango “Ayer” para dejar que los asistentes hagan lo suyo y coronar una gran noche en ese fantástico mundo en donde todo fluye de manera perfecta y dan ganas de quedarse navegando mucho tiempo más.




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