Revista El Bondi - 15 AÑOS DE ROCK
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Rock en Baradero

No me arrepiento de haber venido hasta acá

Cronista: Sergio Visciglia | Fotos: Catalina Doval

05 de Febrero, 2017

No me arrepiento de haber venido hasta acá

El Rock en Baradero cerró con el día más rocanrolero y una pizca de reggae. La aparición de Toti de Jóvenes Pordioseros, el final con Los Gardelitos y la buena calidad del gratuito Parador Baradero comandaron la última jornada.

Una de las grandes características del Día 3 del Rock en Baradero era la presencia de bandas más de rock barrial, por decirlo de alguna forma, con la mezcla del reggae de Nonpalidece en el medio de todas. Pero otra característica, tal vez menos anunciada y menos agitada, era la incursión de bandas de muy buena calidad en el Parador Baradero, aquel escenario gratuito ubicado cerca de la entrada al predio.

Hasta allí llegamos bien temprano, con la amenaza de la lluvia una vez más, que retrasó el comienzo pero no esta vez no impidió que suene la música. La Medianera de La Plata regaló unas lindas canciones rockeras, La Furia de Petruza incitó a algunos pogos y llegó el turno de La Condena de Caín, con esa asombrosa de mezcla de simpleza y complejidad, envuelta en un rock que por momentos se vuelve tan oscuro como el propio cielo. El punto más llamativo de su set fue la visita de Ale Kurz (El Bordo), quien luego aparecería con su banda en el escenario principal.

Andando Descalzo despidió la jornada en el Parador haciendo bailar a todos y regalando destellos de calidad con esa mezcla rockreggaeskacumbiacuarteto que tan bien hace al alma de cualquier espectador. Si estuviese con alguna productora de renombre, Andando seguramente hubiese tocado en el escenario principal y varios escalones arriba del fondo de la grilla.

Y justamente en el escenario principal la acción continuaba con dos bandas que también podrían haber estado tranquilamente en un horario más “oscuro”. Los Pérez García hicieron cantar a los madrugadores gracias a su fábrica de canciones rockeras comandadas por Beto Olguín, y a su término Toti Iglesias de Jóvenes Pordioseros apenas pisó las tablas se emocionó por el gran cariño que recibió de parte de todos los presentes, y se entregó en su totalidad.

Con la extraña particularidad de tirar el tono de todos los temas que se sucedían, el cantante nos compró con los hits “No la quiero dejar”, “Descontrolado”, “Cuando me muera” o “Nunca me enseñaste”. En el medio de este tema se vivió una de las perlas del festival, cuando se bajó a la valla que divide el campo en dos y se dispuso a saludar con un beso a todos los que se acercaban. Para seguir subiendo la apuesta, invitó a su mamá a cantar la última canción. Más allá de tantas idas y vueltas, o de pensar que estábamos viviendo un deja vu de hace diez años, Toti se robó las miradas del día gracias a su simpleza y carisma.

Banderas y más banderas, remeras, tatuajes, canciones cantadas de memoria por una multitud. Este fue el resumen de Sueño de Pescado para decir presente en un festival grande y contarle a todo el rock argentino lo que está generando en tantos jóvenes. Un crecimiento gigantesco en muy poco tiempo respecto a la cantidad de seguidores para esta banda que parece no vislumbrar el techo de su convocatoria.

El Bordo llegó con mucha entrega y energía, provocando el pogo cantado de un auditorio que ya iba camino a llenarse, desde la primera parte con temas como “Existir” o ya acercándose al final con el clásico “El regreso”. Ale Kurz se tiró al público como siempre y esta vez la oleada fue con guitarra y todo, para coronar un gran set que dejó a todos muy arriba.

Pero había que bajar un cambio de la mano de la calidad (y calidez) sonora de Nonpalidece. Con un Néstor Ramljak risueño y arengador, los espectadores se encargaron más de seguir atento y aplaudir, coreando los temas más conocidos como “Sueño” o “La flor”, o el cover de de Marley “Wake up and live”. Uno de los mejores sets de la noche pese a haber quedado casi como “colado” entre el resto de las bandas. “La música no mata”, gritó el cantante al despedirse, como para quedar en sintonía con el público mayoritario de la jornada.

Rock y canciones. Hits y agite. Radio en radio y boca en boca. Sin llegar a escala súper masiva, Guasones es una de las pocas bandas que logró conjugar los dos caminos que parecen posibles para trascender en la música: las canciones sonando en las radios y el público acompañando en gran cantidad en los shows. Y entonces esto da como resultado un combo perfecto para un festival. Así entonces pasaron hitazos como “Reyes de la noche” y “Gracias”, o clásicos más internos como “Todavía”. Beto, de Los Pérez García, subió a cantar “Pasan las horas”, en otro de los pocos intercambios en vivo de colegas que hubo en el festival.

El final del Rock en Baradero 2017 quedó a cargo de Los Gardelitos, quienes tras el típico tango sonando de fondo aparecieron bajo los acordes de “Puño y letra”, tema que abre el gran disco Ciudad Oculta (2014). Al instante “Gardeliando” arremetió con el “Ahora es nuestra la ciudad” y todo fue explosión hasta el final de un show que duró tan solo una hora, bastante poco tal vez para ser el cierre de todo el fin de semana, pero al mismo tiempo más que entendible para ser domingo y tener que volver a casa.

A volver “Envuelto en llamas”, como cantó Eli promediando el set. Con calor y sol, con lluvia, con algo de fresco, todos los estilos musicales del rock argentino pasaron por Baradero y consolidaron a un festival que ya es un nuevo clásico de verano. Con todo lo bueno y lo malo que acarrea un festival.

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