Aerosmith
Fucking Locos
08 de Octubre, 2016
Por quinta, ¿y última?, vez en Buenos Aires, las leyendas de Boston se presentaron en el marco de su gira despedida Rock N´Roll Rumble, con la organización de Ake Music.
TxT: Anabella Reggiani
Ante 35.000 personas, y por segunda vez en el Estadio Ciudad de La Plata, Aerosmith repasó gran parte de sus 45 años de carrera. Durante dos horas de pura energía musical, en una noche precisa, orquestada y ensayada, el público pudo ver en el escenario un show único, de esos que no se olvidan fácilmente.
A las 22 puntual, en la penumbra de una fría noche de octubre, la velada abrió con el primer gran hit de la banda estadounidense, “Back in the Saddle”(1977). El cantante Steven Tyler emerge en el medio de la pasarela y toda su energía se desplaza como un huracán de esos que arrasan con absolutamente todo. Su voz está casi intacta, a sus 68 años entona con una precisión impecable: grita, hace falsetes y sorprende con cada frase que canta. Es impresionante verlo moverse en el escenario, se desliza como una serpiente en celo, revolea su micrófono como si fuese un látigo infinito y no para de bromear y de arengar a sus compañeros de banda. Es en carne viva, todo lo que un manual de estilo dice sobre cómo ser una Estrella de Rock.
La velada se sobrecarga y es un sin parar de canciones conocidas, pasando por cada una de sus décadas de vida, con canciones más bluseras como “Same Old Song and Dance” de los 70´s, sus irreverentes himnos rockaroleros de los 80´s: “Love in an Elevator” o “Dude (Looks Like a Lady)” y la inevitable y escuchada hasta el hartazgo “Cryin‘” de los 90´s. Tal vez aquí hay que hacer una pequeña reflexión, porque esa es la década donde la banda supo cosechar gran cantidad de canciones en las radios y sin embargo se dieron el lujo de dejar fuera de su lista una canción que muchos esperaban como “Amazing”.
La guitarra de Joe Perry suena en un orgasmo eterno, con slides zigzagueantes en canciones como “Same Old Song and Dance” o en sus momentos para él solo en el escenario, cuando canta el ya clásico de Fleetwood Mac, incluido en el álbum Honkin‘ on Bobo, de 2004, “Stop Messin‘ Around”. Sin embargo Joe no está solo, y comparte esos momentos de histrionismo y precisión en las cuerdas con su número cinco en el escenario. Brad Whitford hace de las suyas en canciones como “Last Child” o “Train Kept A-Rollin‘”. Lo mismo sucede con los parches de Joey Kramer, diminuto detrás de su batería llena de purpurina, su figura se hace grande con cada golpe de bombo y deja en claro porque es un gigante en lo suyo cuando se escucha “Livin‘ on the Edge”.
Nada esta librado al azar en el show, todo fue absolutamente previsible y sin embargo, en esa previsibilidad tan orquestado, Steven pide un momento para que una de sus asistentes, Michelle, se vea obligada a subir y ayudarlo con su ropa. Era una trampa, Travis, otro integrante de la tripulación le pide casamiento y esa hermosa escena da pie a la melosa “I Don‘t Want to Miss a Thing”. La noche se acerca al cierre, ¡un piano blanco emerge en la tarima! y Steven balbucea fragmentos de "Home tonight" y sus dedos se clavan en la melodía de la maravillosa “Dream On”. Perry se sube al piano; es una escena perfecta para la antesala del final, entonces cuando todos ya estamos blandos luego de ese gran himno el bajo de Tom Hamilton, gasta los últimos cartuchos de la noche con los acordes de “Sweet Emotion”. Así, con lluvia de papelitos y todo, la noche se cierra, con una banda histórica saludando al público, presentando a sus miembros y regalándonos unos sus últimos suspiros.
¿Viste cuando una película te gusta tanto, pero tanto, que ya no podés dejar de verla? Eso es Aerosmith, una película clásica, legendaria, de esas que no querés dejar de ver y escuchar nunca más. Esta vez dijeron que es la “última”, ojalá se arrepientan, y podamos aunque sea una vez más volver a ver en vivo esta película inoxidable del Rock n´Roll.
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