Huevo
No están crudos
05 de Noviembre, 2015
Huevo tocó, por primera vez, en la Trastienda Club y presentó su primer trabajo discográfico, junto con covers de bandas nacionales e invitados especiales. Además, adelantaron temas de su próximo disco.
La acústica de la sala permitió apreciar a una banda musicalmente madura. No tuvieron que esperar una seguidilla de discos para encontrar un sonido propio, sino que se adelantaron a eso. Su primer y único disco, Las mil diabluras (2014), es una muestra de esto. “Es un show que venimos preparando hace tres meses”, dijo Julián Baglietto, la voz de Huevo, en plena euforia intercambiada entre la banda y el público.
Sebastián Lans, guitarrista de la banda, se lució con toda su impronta y sus destacados solos; Julián López Pisani y Tomás Sainz, bajista y batero respectivamente, también se permitieron mostrar con aires de disfrute a lo largo de los temas. Al igual que en el disco, la canción “Un día serrano” fue la elegida para dar la apertura al show, seguida por “Le vi”; todas interpretadas por un hombre dueño de una voz privilegiada, un hombre que emitía gritos y no desafinaba, un cantor que bailaba al compás de las canciones.
Para poner a sonar el tema que le da nombre al álbum, se dieron el gusto de tocar con Nicolás González, guitarrista de Sig Ragga (una de las bandas con las que tienen afinidad y amistad). Luego, con la voz distorsionada y la presencia de González en el escenario, Julián sumó a Nahuel barbero y a Hernán Ortíz, dos de los integrantes de Hipnótica, que habían oficiado previamente de soporte en la velada, para interpretar juntos a ellos un par de canciones, entre ellas “Dónde está mi bolso”.
Ya con la formación original nuevamente sobre el escenario, Baglietto presentó “Saltar y esquivar”, uno de los tracks nuevos. Y con la tranquilidad de que la novedad fue bien recibida por el público, el cantante pidió las manos en el aire de todos los presentes y la gente aceptó la invitación al juego con entusiasmo, dando así inicio a “¿Qué es esa música, abuela?”, luego de un solo de Lans, acompañado por un espectacular juego de luces que dejó al público exultante.
No conformes con la performance que habían dado hasta ese momento, tocaron covers de artistas como Fito Páez y Luis Alberto Spinetta para deleitar a la audiencia. Comenzaron con “Ciudad de pobres corazones”, y luego hicieron un enganche entre “Tonta Luz” y “Dale gracias”, canción que supieron interpretar, alguna vez, junto al gran Lito Vitale. Para coronar ese momento, desde el público se escuchó a alguien gritar un “Gracias Luis” y la sala se inundó de aplausos.
En una suerte de falso final, los integrantes se abrazaron entre ellos y saludaron al público, posaron para la clásica foto con la audiencia de fondo y se fueron agradeciendo por la buena onda y el cálido ambiente que se generó a lo largo de la noche. Sin embargo, ni una sola persona les creyó y los bises no tardaron un minuto en llegar.
“Últimos dos temas”, dijo Baglietto. Y así fue nomás. “Don Horacio” relajó a la gente y creó un clima ideal de relajación, generado por una luz tenue, la voz suave del cantante y las cálidas melodías de instrumentos que se acoplaron con exactitud; sin embargo, la tranquilidad sólo duró algunos minutos, porque el recital terminó de manera eufórica con la interpretación de “Cable”, tema que también cierra el disco.
Huevo demostró que los meses de preparación para la fecha fueron aprovechados en su mayor plenitud y no dejó dudas de su rápida madurez. La entrada valió cada centavo y el clima creado por la banda, la música y el público fue el mejor, de principio a fin.
Tal vez sea por esto que, citando algunos de sus temas, se puede afirmar que estos chicos están locos, que patean hasta el final y que la gente los sigue. Porque, en ellos, se puede apreciar que el futuro está aquí.
Txt. Christian Peremartí
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