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Festival Clandestino de Cultura Rock y Reggae

Vigencia y renovación del rock nacional

Cronista: Redaccion El Bondi | Fotos: Jose Fuño

01 de Noviembre, 2014

Vigencia y renovación del rock nacional

El Festival Clandestino fue una gran fiesta en el Microestadio Malvinas Argentinas, donde se presentaron bandas nuevas que de a poco marcan su huella junto a exponentes clásicos como Las Pelotas y Catupecu Machu.

Las puertas del microestadio de La Paternal abrieron a las tres de la tarde, y bajo un cielo gris y un viento para nada amigable, los fanáticos se hicieron presentes en un festival que tuvo una grata particularidad: la puntualidad en cada uno de los escenarios. La banda mexicana “Descartes a Kant” abrió la grilla en el escenario techado, mientras que Brancaleone inauguró el escenario al aire libre que se encontraba frente a las vías del tren. Los Rusos Hijos de Puta, Melián, Bulldog, Jeites y El Buen Salvaje completaron el vermucito.

El primer plato fuerte fue Massacre. Con un estadio a oscuras y bastante colmado, apareció Walas con una luz y dijo “Hola, esto es Massacre, miren”, antes de abrir con “La Octava Maravilla”. Varios chicos, levantados y pasados de mano en mano, eran depositados hacia el sector donde trabajaban los fotógrafos y los guardias tenían que sacarlos para la salida. Los muchachos, contentísimos por su atrevimiento volvían al campo cantando las canciones de la banda.  

Walas hizo gala de su histrionismo, con diferentes compulsas populares. “¿David Gilmour o David Guetta?” y la gente eligió a Gilmour. “¿Peter Capusotto o Peter Alfonso?” “Capusotto”, contestaron. “¿Vivir solo pero como el tujes a los 20 o bien y con los papas hasta los 30?” “Hasta los 30 con papá”, sentenció la gente. Y Walas, contento, resumió: “este es nuestro público”.

No había terminado Massacre y en el escenario descubierto inició su presentación Salta la Banca. El piberío presente deliró frente a la banda liderada por un carismático Santiago Aysine que enamoró a todos con su versión de “Somos”, y quien dedicó la presentación a Mariano Ferreyra y familiares de Luciano Arruga.

Del otro lado, apareció Carajo como representante del metal nacional. El trío abrió con “Libres” y tuvo a un Marcelo Corvalán inspiradísimo, quien cantó con una precisión en las notas muy marcada, y un Hernán Langer muy firme en guitarra. Carajo es una banda que se relaciona con su gente a través de la música. 

Los pibes metaleros se movían al ritmo de las canciones y abrieron espacio para la infinidad de pogos que hubo en los cortes de cada tema, y las chicas recibieron una dedicatoria especial. “Esta canción es un tributo para todas las carajeras y se llama 'Tracción a Sangre'“, explicó Corvata, antes de despedirse con “Sacate la Mierda”, acompañado de las voces de sus fanáticos.

En una tarde noche bastante hostil por el frio, el viento, y la llovizna que empezaba para no parar nunca, salió al escenario Catupecu Machu, encabezado por un Fernando Ruíz Díaz de gran humor aunque con un habla medio chueca, quizá producto de la bebida que estaba tomando. “Esto de que llueva me encanta”, dijo el cantante antes de arrancar con “El Grito Después”, y el público acompañó saltando, cantando y mojándose sin importarles nada. 

El recital siguió con “Confusión” y el frontman cerró el tema cantando con la misma melodía del tema “deseo que la lluvia no pare”. Con un tono de alegría y euforia Fernando celebró la reunión del rock nacional y pidió un aplauso para sus invitados de Sick Porky, el cantante Carlos Villafañe y el guitarrista Jeremias Stutz, antes de hacer “Muéstrame los Dientes”.

Si de invitados se trataba, Catupecu fue quien más tuvo. Y para anunciar a los siguientes, el cantante se refirió a los organizadores. “Gracias al Festival Clandestino ustedes pueden ver a estas bandas nuevas que son increíbles, y a mí me dan la posibilidad de hacer `Magia Veneno´ con Las Pelotas”. Y ahí nomas entraron Germán Daffunchio, Gabriela Martínez y Alejandro Gómez, quien tuvo un espacio para mandarse un solo de trompeta.

Para el final se sumaron Andrés Vilanova y Tery Langer, baterista y guitarrista de Carajo, para hacer “Dale” y “Y lo que quiero es que pises sin el suelo”. Previo a esto, el baterista de Catupecu, “el Búho” se salió de su lugar, tomó carrera y se tiró al público, que al instante lo devolvió hacia el escenario.

El gran final se dio con Las Pelotas. El Malvinas empezó a llenarse con gente que sólo iba a ver su banda preferida y entonces el campo estaba repleto. Pero el clima no acompañó, y el aumento de la lluvia y la baja de temperatura hizo que muchos miraran el recital desde la puerta del microestadio.

Es aquí donde aparecieron los fanáticos grandes. Los que tienen banda de recitales encima y no entran hasta que su banda no esté tocando, para así contener toda su energía y dedicársela a sus referentes. Con ellos aparecieron las banderas de Las Pelotas y de Luca Prodan y con los acordes de “Corderos en la noche”, la gente empezó a saltar de la emoción mientras se embarraban sus borcegos y zapatillas de tela. 

No había pogos, ni empujones. La gente en gran parte bailaba y cantaba. Muchos se movían al ritmo de “Ya no Estás” y de “Será”, mientras la banda que no perdía tiempo en tocar su lista de temas.
Fernando Ruíz Díaz y Walas subieron para cantar “Capitan América” junto a un Germán Daffunchio, que se veía algo molesto por la lluvia cada vez más persistente, aunque su público, fiel como pocos, lo acompañó hasta el último acorde de "Brilla (shine)".

Pese a un clima que se fue haciendo cada vez más hostil, el rock nacional tuvo una fiesta de dos generaciones en el Malvinas Argentinas, con bandas clásicas que son garantía festivalera y grupos nuevos con canciones para mostrar.

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