Revista El Bondi - 15 AÑOS DE ROCK
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Miguel Mateos

Al ritmo del corazón

Cronista: Lucas González | Fotos: Beto Landoni

15 de Octubre, 2014

Al ritmo del corazón

El ex cantante de Zas llevó su prolongada trayectoria al barrio de San Telmo e hizo un breve pero contundente repaso de ella.

De sentados, todos. La Trastienda, casi completa. El clima era cálido, expectante. Fue el primer encuentro de “La Maravillosa Historia del Rock” -la segunda será el próximo miércoles-, un after office diferente, con un público rehén de la noche, en el cual Miguel Mateos ofició de captor. “Gracias por venir. Pensé que no se habían enterado”, exclamó el cantante con una sonrisa.

No, no hizo “Tira para arriba”, clásico que lo catapultó a la masividad, ni “Bar Imperio”, ni “Perdiendo el control”. Tampoco “Obsesión”, la cual, según el cantante, lo llevó a consolidarse como solista. El setlist se concentró en repasar la extensa discografía que posee Mateos, pasando por Kriptonita (1991), Pisanlov (1995) o La alegría ha vuelto a la ciudad (2013), incluyendo además composiciones de Zas, grupo que lideraba en los ’80. 

Si hay algo que el pionero del rock en español mantiene de aquella época es su impronta vocal, la cual se muestra intacta y llena de matices. Por eso no es de extrañar que se luzca con las interpretaciones de “Besa al tonto”, utilizada para abrir la lista, o “Vi luz y subí”, una que no tocaba hace mucho, según él. Otra destacada fue “Por siempre”, que estuvo envuelta en una cadencia rítmica similar a “Wonderful Tonight” de Eric Clapton.  

Luego de tocar “Tentando a Diana”, el cantante afirmó que “nunca la habíamos hecho con esta formación”. Seguido llegó el turno para “Libre vivir”, la primera que sonó de su ex grupo. En otro tramo de la noche Miguel se adueñó del escenario y sólo con una acústica, previo a relatar cómo se originaron, cantó la sentida “Un millón de rosas” y “Amo”. “Lo verdaderamente importante nunca se pierde”, recordó.

El remate del show estuvo compuesto por un breve pero electrizante segmento dedicado a Zas -que puso de pie al público- que incluyó “Cuando seas grande”, “Mundo feliz”, en donde tocó el piano -algo que no fue habitual en la noche- y “Tengo que parar”.  

La noche finalizó al palo, algo escasa de hits y con un cantante que no acusa el paso del tiempo. Un poco más robusto, es verdad, pero con la voz, su principal instrumento, intacta.

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