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Carajo

El fuego salvaje del Luna

Cronista: Redaccion El Bondi | Fotos: Jose Fuño

14 de Junio, 2014

El fuego salvaje del Luna

Carajo se presentó el sábado 14 de junio en el Luna Park. Ante un estadio desbordado de gente repasó gran parte de sus temas emocionando y manteniendo encendida la llama entre ellos y su público.

Él es uno de los miles. Tiene el cuerpo transpirado, las gotas caen por la espalda desnuda, el pelo está mojado pero en su cara hay una sonrisa tallada. Afuera hace mucho frío y entre la multitud él se va acercando adonde el viento pega fuerte. Pasa por el costado del escenario y lo mira como un religioso ve a un santo después de una larga peregrinación, con esa mirada de agradecimiento porque nunca falla. Sólo le faltaba persignarse. Sale y con lo poco que le queda de voz y lo que le sobra de felicidad dice: “¡Vamo, que se viene la pulmonía!”. Después de dos horas y media de recital la sensación final es una mezcla de impermeabilidad al frío y supersensibilidad a la vida. Carajo no es la primera vez que logra esto, pero hoy ¡cómo se nota!

No se escondieron, seguro que ellos estaban más ansiosos que esa multitud de gente que se iba pegando cada vez más. Un rato antes de las 21 se escucha la voz de Corvata diciendo que iban a sortear los skates autografiados por ellos entre la gente que había comprado algo en el stand de Vans. “760”, canta el bajista. Silencio y gritos. Algunos esperan y renuevan la esperanza faltan dos números más. “693”, más gritos y menos esperanza. “270”, el último ya tiene la noche ganada y eso que todavía no empezó el show. La voz de Corvata desaparece y los cantos entre los carajeros se vuelven constantes, son perseverantes en esa teoría imaginaria que dice que si no paran de cantar y llegan a oírse en todo el estadio, la banda va a salir más rápido. 

Un rato más tarde se apagan las luces y se encienden las pantallas laterales. Globos por el aire y gente haciendo pogo sin música, sólo incentivada por la emoción. El telón empieza a iluminarse con flashes que cegan pero dejan ver las siluetas de Marcelo “Corvata” Corvalán (cantante y bajista), Andrés Vilanova (baterista) y Hernán “Tery” Langer (guitarrista). Suenan los primeros acordes de “Trágico mundo caído” y el público comienza a corear la intro, minutos después se escucha la voz de Corvata y lo que sigue es el principio de una explosión de dos horas y media.

No hay metro cuadrado sin ocupar, los cuerpos se rozan, se calefaccionan sólo por la cercanía, son grados provocados por adrenalina. No se podría calcular la temperatura exacta pero mientras suena “Ironía” seguramente el campo hierve. Mediante un sorteo en Facebook, el público había elegido “Acorazados” para que no falte en la lista del Luna, y así fue. La banda dedicó a su familia esa canción sin vencimiento, vigente y activa ante la percepción de cualquier sentimiento.

"Muchas gracias por el aguante, por todo el amor que nos dan siempre. Increíble. Gracias a ustedes estamos acá. Esta canción va para Romina una vieja carajera que la está peleando y también para todo aquel que lo necesite”, esas fueron las palabras de Corbata para presentar “Triste”. A diferencia del primer Luna en el 2012, en el que no pararon ni un segundo a descansar, esta vez el show estuvo dividido por tres pequeños intervalos. Sin embargo esto no permitió que la energía bajara en ningún momento.

“¿Quién es el más salvaje de ahí abajo?”, arenga Corvata antes de tocar justamente “Salvaje”. De manera espontánea fue el momento donde más mosh hubo. Lo que significa que también fue el momento en donde los de seguridad más se entretuvieron. La secuencia era un tanto violenta: El pibe se tiraba se sacudía un poco sobre la gente, el patova lo veía y estiraba las manos para agárralo del buzo, remera o brazo y tironearlo hasta bajarlo. Si eras mina tenías suerte, te iban agarrar de debajo de los hombros. Si el público te agarraba la situación era más dura y menos amable todavía. A pesar de esto, el mosh era continuo y en el resto del estadio no hubo nadie quieto.

Durante todo el recital nadie habló mucho pero para el final Corvata las tiró todas juntas: “No imaginábamos ver tanta gente, en serio, ¡son una masa! Queremos pedir un fuerte aplauso para toda la gente que laburó en esta puesta, ¡muchas gracias!” y agregó, “¿Hay algún padre presente? Le queremos desear un buen día para mañana. ¡Acá hay uno que se las trae, eh!" -Todas las miradas apuntaron a Tery, quien sonreía tímidamente- "¡Dónde está Renata, quiere salir a la pista”. 

Al día siguiente era el primer partido de la Selección en el Mundial de Brasil y Corvata grito “Vamos a hinchar por Argentina mañana ¡A ver si ponen huevo pendejos millonarios!”, e instantáneamente llegó el último tema, “Sacate la mierda”, donde los rollos de papel higiénico volaban y decoraban el estadio, mientras el pogo no dejaba de latir.

La imagen final, en la que Tery sostenía una bandera de Argentina y al lado tenía a sus compañeros de música, refleja un instante más de sus vidas. Un instante que empezó hace más de diez años y permaneció fuerte, combinó la música con el amor y logró que toda esa gente que estaba ahí una vez más llene un Luna Park para disfrutar y festejar. Pura vida.

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