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Gran Martell

Los buenos volvieron

Cronista: Redaccion El Bondi | Fotos: Jose Fuño

05 de Junio, 2014

Los buenos volvieron

Gran Martell pisó suelo porteño tras casi un año de introspección, en el marco de una gira nacional que desde mayo los está conduciendo por las ciudades argentinas, desde Mendoza a Rosario, de Bariloche a Mar del Plata, de Bahía Blanca a Capital Federal, lugar donde el pasado jueves dieron su único show del año, ante un público que ansiaba verlos, y viceversa. Crónica y fotos del show.

Caída la noche hacía ya algunas horas, por los alrededores del barrio del Abasto tipos con campera de cuero apuraban sánguches de carne y vasos de cerveza, prontos para entrar al Uniclub, donde cada vez quedaba menos espacio para acomodarse. Minutos después de las diez, Jorge Araujo, Tito Fargo y Gustavo Jamardo dieron comienzo al show con una breve y contundente zapada rockera, a la que le siguió "Tango griego", una de esas que en el arranque no puede fallar.
 
Fue una hora y media de rock puro, donde entraron temas de los tres discos que posee Gran Martell, el primero de nombre homónimo a la banda lanzado en 2005, Dos huecos de 2008, y Un volcán, editado en 2010 en doble formato, acústico y eléctrico. Fueron parte de la lista "Cara-K-Pop", "Dos huecos", "Tierra de campeones", "Sopa", "Ojos desiertos". "Tragamonedas" y "Empetrolado", que cerró la función.
 
En el repertorio fue incluida "Vete de mi, cuervo negro", gema musical del segundo disco de Almendra, que iluminó diciembre de 1970. Un momento rockero por naturaleza, y emotivo por el recuerdo imborrable de Luis Alberto Spinetta por parte de viejos amigos.
 
La década que se avecina para el poderoso trío lo encuentra bien parado sobre sus canciones. Jorge Araujo, quien hace rato dejó la aplanadora, pero que conserva en Gran Martell esa característica destructora de oídos, ensambla de maravilla con sus dos escuderos, martilla desde el medio y derriba mandíbulas cada vez que agarra viaje con un solo de los que tiene acostumbrado. A sus lados, una guitarra Gibson en las manos de Tito Fargo dispara riffs, quintas y solos con sonido valvular, y los dedos de Gustavo Jamardo galopan sobre todos los cuadraditos del diapasón del bajo, para hacer del resultado final una piña de rock.

En tiempos donde abundan las bandas cuyo género se vuelve indefinible por la fusión de estilos, hace bien que toque Gran Martell. Rock de la vieja escuela en los barrios de la Ciudad de Buenos Aires. El trío liderado por Jorge Araujo demostró en el Uniclub que, como dice una de sus letras, siguen al pie del cañón.
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