Skay Beilinson
Brillante como el fuego
24 de Mayo, 2014
La fiesta ya había empezado afuera. Los peregrinos llegaban de todas partes y el ritual se iba encendiendo. La ansiedad por escuchar los primeros acordes iba en aumento y se notaba con el agite de las banderas y de los cánticos ricoteros. Todo explotó cuando por fin Skay Beilinson y su banda salieron para arrancar con "Genghis Khan", el tema que abre A través del Mar de los Sargazos la primer producción solista de Skay allá por el 2002.
"¡Muy buenas noches, bienvenidos al show!" dice "El gourmet del infierno" con la promesa de traer felicidad con una energía inmensa que también aportan Cladio Quartero en bajo, Javier Lecumberry en teclados, Oscar Reyna en guitarra y el Topo Espíndola en batería.
En la primera parte no faltaron temas del último disco como "Cicatrices", "El sueño del jinete", "Arriba el telón" y "Ya lo sabés": "Hay un lugar especial, una morada espacial donde se besan cielo y tierra", dice la canción y los peregrinos deliraban, aún sin saber que lo que seguía era "JiJiJi", momento en el que el Mandarine se sacudió y se transformó en una porción del pogo más grande del mundo.
Había que respirar un poco, así que Skay hizo el primer parate y volvió diez minutos después acompañado de su guitarra acústica para hacer "Paria" y "La bestia pop". La banda regresó e hicieron "La fiesta del karma", tema en el que Quartero y Lecumberry agarraron las panderetas y por más que sea un instrumento menor al que ejecutan, lo hicieron con la misma potencia.
Después de "Falenas en celo" y "Aves migratorias", llegó "Sombra golondrina" que según el Flaco, era la primera vez que la hacían en vivo. El tercer momento redondo fue "Nuestro amo juega al esclavo", para luego dar paso a "Alcolito" y a un Skay sin guitarra en mano.
"Esta se la vamos a decicar a Víctor, un peregrino que siguió viaje", avisó y sonó "Flores secas" que primero fue acompañada por el público como si estuviera dando lección y luego con la fuerza de la banda. Siguiendo con el peregrinaje, "Astrolabio" fue el tema dedicado a los presentes y parecía ser el final pero los bises fueron tres: "El redentor secreto", "Oda a la sin Nombre" y "Lejos de casa", aunque nadie se quería volver luego de vivir una noche tan poderosa.
Magia, hipnosis, mística, rock y senciones de toda clase son las que quedan rondando en el aire y en el cuerpo cuando un tipo de 62 años con seis cuerdas y una banda que hace vibrar todo, tocan por el simple hecho de reunirse con su público para darles un poco de esa felicidad que prometen.
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