The Jesus & Mary Chain
La notálgia que nunca se vivió
Cronista: Gentileza: Sebastián Barrera | Fotos:
Gentileza: Prensa
21 de Mayo, 2014
Jesus and Mary Chain volvió al país para copar Groove y mostrar cómo era el pop en los ochentas
Es valido cuestionarse cuánto influye la nostálgia en estos shows. ¿Qué tan importante es para una convocatoria ser parte fundamental de la historia de la música moderna? Pasaron 16 años desde su último trabajo y 29 del fundamental Psychocandy, y sin embargo cientos de personas coparon Groove con entradas a 450 pesos para ver en vivo a una de las bandas creadoras del buen ruido.
Es interesante preguntarse qué tan cierto es todo esto de las reuniones, qué tan superificial se puede ser ante una banda que tomó fuerza con el tiempo gracias al mito, al culto, a los libros de historia del punk y a los cientos de músicos que pueden citarlos como influencia. ¿Van a verlos por eso o aman sus discos?
Los JAMC vuelven después de aquel Personal Fest del 2008 que también trajo a los grosos de Spiritualized y a los no tan grosos de The Offspring. En aquel momento tenían apenas un año de ensayos luego de un gran parate desde su último disco de estudio. Salimos de GEBA con la gran duda de si los vimos a ellos o a una buena banda de covers. Seis años después los tenemos de nuevo en Buenos Aires pero en un mejor lugar y solos, como para que no quepan dudas de cómo suenan los escoseses en el siglo XXI.
Como suele pasar con las bandas que vuelven después de muchos años, el ojo crítico es mucho más potente y turro, ya que podriamos decir que disfrutamos de "Head On", "Sidewalking" o la gran "Happy when its rains" y volver a casa sabiendo que vimos en vivo canciones que se escuchan desde siempre, pero también podríamos quejarnos de que sólo hayan tocado un tema de Darklands (1987) y mucho de Munki (1998), pero por jodidos nomás.
El público arrancó con todo, extasiados, eran turistas yendo a un museo. Se abre el telón y aparece el arte, pumba, todos deslumbrados por estar viendo a Jesus and Mary Chain en persona, la banda que hizo punk pero con muchas menos revoluciones, un sonido obscuro lleno de ruido que se mezcló con estribillos explosivos de la escuela de Brian Wilson. Pasan las canciones y los chicos se van cansando de saltar y festejar hasta que escuchan algun que otro clásico como "Just Like Honey", "The Hardest Walk" o la guitarrera "Halfway Crazy".
Los hermanos Reid lograron vencer al tiempo y se mostraron frescos y sobre todo activos. Entendieron también que sacar un disco sería lo peor que podrían hacer, porque con boludeces no y mejor disfrutar de las canciones ya hechas que están redondas antes que sacar bochornos como los Who, los Stooges y los Pixies hace apenas unas semanas.
Asi que ahi están ellos, dando vueltas por el mundo repasando su discografía y permitiendo a miles de personas que nunca pudieron ver aquellos shows de solo veinte minutos, con instrumentos y botellas que volaban por el aire en tiempos en que el punk estaba llegando a su fin y que bandas como JAMC permitieron entender que el género puede servir para crear otras cosas, mezclarlo con melodías y hacer cosas increíbles.
Nostálgia, cholulaje, necesidad de pertenencia, snobismo, lo que sea, pero las canciones sonaron y muchos disfrutaron de una banda histórica que perdió algunos agudos de Reid pero que sigue guitarreando para emular aquellos dorados años ochentas.
Es interesante preguntarse qué tan cierto es todo esto de las reuniones, qué tan superificial se puede ser ante una banda que tomó fuerza con el tiempo gracias al mito, al culto, a los libros de historia del punk y a los cientos de músicos que pueden citarlos como influencia. ¿Van a verlos por eso o aman sus discos?
Los JAMC vuelven después de aquel Personal Fest del 2008 que también trajo a los grosos de Spiritualized y a los no tan grosos de The Offspring. En aquel momento tenían apenas un año de ensayos luego de un gran parate desde su último disco de estudio. Salimos de GEBA con la gran duda de si los vimos a ellos o a una buena banda de covers. Seis años después los tenemos de nuevo en Buenos Aires pero en un mejor lugar y solos, como para que no quepan dudas de cómo suenan los escoseses en el siglo XXI.
Como suele pasar con las bandas que vuelven después de muchos años, el ojo crítico es mucho más potente y turro, ya que podriamos decir que disfrutamos de "Head On", "Sidewalking" o la gran "Happy when its rains" y volver a casa sabiendo que vimos en vivo canciones que se escuchan desde siempre, pero también podríamos quejarnos de que sólo hayan tocado un tema de Darklands (1987) y mucho de Munki (1998), pero por jodidos nomás.
El público arrancó con todo, extasiados, eran turistas yendo a un museo. Se abre el telón y aparece el arte, pumba, todos deslumbrados por estar viendo a Jesus and Mary Chain en persona, la banda que hizo punk pero con muchas menos revoluciones, un sonido obscuro lleno de ruido que se mezcló con estribillos explosivos de la escuela de Brian Wilson. Pasan las canciones y los chicos se van cansando de saltar y festejar hasta que escuchan algun que otro clásico como "Just Like Honey", "The Hardest Walk" o la guitarrera "Halfway Crazy".
Los hermanos Reid lograron vencer al tiempo y se mostraron frescos y sobre todo activos. Entendieron también que sacar un disco sería lo peor que podrían hacer, porque con boludeces no y mejor disfrutar de las canciones ya hechas que están redondas antes que sacar bochornos como los Who, los Stooges y los Pixies hace apenas unas semanas.
Asi que ahi están ellos, dando vueltas por el mundo repasando su discografía y permitiendo a miles de personas que nunca pudieron ver aquellos shows de solo veinte minutos, con instrumentos y botellas que volaban por el aire en tiempos en que el punk estaba llegando a su fin y que bandas como JAMC permitieron entender que el género puede servir para crear otras cosas, mezclarlo con melodías y hacer cosas increíbles.
Nostálgia, cholulaje, necesidad de pertenencia, snobismo, lo que sea, pero las canciones sonaron y muchos disfrutaron de una banda histórica que perdió algunos agudos de Reid pero que sigue guitarreando para emular aquellos dorados años ochentas.
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