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De La Gran Piñata

Unidos y distorsionados

Cronista: Redaccion El Bondi | Fotos: Gentileza: Andrea Celis

19 de Abril, 2014

Unidos y distorsionados

Once Tiros y De La Gran Piñata tocaron juntos por primera vez en El Teatro de Flores, desafiando al lema de la noche: “Lo que separa el río, lo une el rock”. Un show de tres horas, de pura energía y amistad en cada rincón del lugar.

“Cuántas mitades se hacen entero”. Esta vez se pudo presenciar el momento en el que mientras más nos deslumbraban las mitades, más creíamos en ese entero. Once Tiros, de un lado del río, De La Gran Piñata, del otro. Pero este día no había río, sólo rock, distorsiones, letras, y pasión por la música: el entero perfecto.

El encuentro estaba planeado con total equidad, nadie teloneaba a nadie. Cada banda tenía una hora de show para disfrutar con su gente, para compartir con los seguidores de la otra banda y conocerse con su nueva mitad.

A las 20 hs, De La Gran Piñata salió al escenario a derribar esa ansiedad y esas expectativas, sobre una noche que prometía grandes alegrías, con “La Puerta detrás del ropero”. Más oscuros y rifferros, siguieron con “Escalofríos”, con el final más que disfrutado por cada uno de sus integrantes. “¡Es un placer enorme festejar un cumpleaños así, en familia, muchas gracias!”, esas fueron las palabras del cantante Darío “Pantera” Giulino, luego de que el público le haya cantado el feliz cumpleaños.

Desde abajo se ve una hermosa relación entre sus integrantes. La banda se completa con Lucas Martínez (guitarra), Nicolás Persig (bajo) y Alejandro Zenobi (batería), y los cuatro saben cómo desmenuzar su felicidad y pasión en cada tema, cómo ser recíprocos entre golpes y solos, entre gritos y distorsión.

El primer invitado de la noche fue Pechi Pagés, baterista de Locos de Nacimiento y Virna Lisi, amigo inquebrantable de la banda, para dar una versión magnífica de “Malas noticias”. Más tarde fue el turno de Bruno Andreu y Pablo Silveira, guitarrista y cantante de Once Tiros respectivamente, quienes trajeron su poca cordura y toda su energía para “Canción de Cuna”, terminando con cinco músicos enloquecidos, saltando arriba del escenario. Una postal que se iba a repetir y potenciar al final del recital.

Con “Montaña Rusa”, “Residuos” y “La historia de la mosca y la araña” se despidieron, exhaustos de rock, felices y ansiosos por ver a Once Tiros, banda que admiran, respetan y quieren.

Luego de un pequeño corte, los uruguayos arrancaron con “Aventuras y proezas”, destilando todo el ska que les sale por los poros. La energía es tanta que después que termina “Injusticia divina” Pablo Silvera sigue bailando al lado de la batería. No se queda quieto un segundo; con un frontman como él nadie se puede aburrir.

Lugo de “Look cool” y “Lo más valioso” invitaron a un amigo “que tiene una banda tremenda y es un re buen tipo”. No era otro que Pantera, quien confesó que era un placer enorme, no sólo compartir esa noche sino ese tema en especial. De esta manera con todos los halagos y admiraciones dichos, cantaron “Nos dijimos todo”.

Once Tiros lleva la bandera de la alegría, de esa buena onda uruguaya. Es imposible aburrirse, la música te mueve, lleva a unirte a esos adolescentes que no paran de bailar y cantar, creyendo en ese mensaje irónico y rebelde.“Tiempo y dolor”, “Batella sin luz” y “El globo” no podían faltar esa noche de fiesta, de consecutivos pogos, de ska uruguayo, permanentemente mutado en porteño.

Después de “Bisturí” y “Maldición” llegó el final con “Tu postura” en donde en cuatro minutos el cantante acerca el micrófono a alguien del público para que lo ayude a cantar, mientras de a poco los integrantes de De La Gran Piñata se iban sumando en sus respectivos instrumentos, terminando con las dos bandas, más unidas que nunca, saltando, compartiendo y entregándose a toda esa gente que abraza su música una vez más.

Una noche de comunión perfecta y distorsionada. De la Gran Piñata y Once Tiros entendieron que la perfección está en la felicidad y la emoción, en el poder compartir lo más preciado que tienen, eso que los une: la música. No hay barreras, sólo lazos, sólo canciones. El reflejo de eso es un teatro lleno, más que satisfecho, rebalsado de alegría.

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