Paradise Lost
Veinticinco años de relatos oscuros
13 de Abril, 2014
Paradise Lost regresó y nuevamente ofreció un show en el Roxy de Palermo. Salón lleno y oídos gustosos. Con la quinta visita a la Argentina la banda repasó su carrera El Tragic Illusion Tour cerró la gira latina aquí en Buenos Aires.
Es domingo, es temprano. El Roxy está lleno, chamarras negras por doquier. Paradise Lost en todos estos años se dio el gusto de hacer lo que quiso. Balancearse en géneros a gusto y piaccere., doom, gothic metal, electrónica, algún disco más cercano al new wave, y así… los ingleses no se privan de nada.
Nick Holmes, Greg Mackintosh, Aaron Aedy, Steve Edmonson, Adrian Erlandsson fueron subiendo al escenario mientras acompaña el clásico coreo de cancha con el nombre de la banda, en este caso más complicado de consolidar que en otros.
“Queríamos verlos Buenos Aires, vamos, es jodidamente bueno verlos nuevamente y están bien”. Gótico, no significa que les falte humor. El cantante, no sabemos si por la ingesta de alcohol, o si su naturaleza lo quiere así, llevó todo el recital con una soltura de palabras que daban ganas de invitarlo a tomar unas cervezas o lo que sea after show. Hay artistas que saben que no tienen ciencia cierta respecto a lo que va a pensar su público del material nuevo, entonces Nick Holmes aclara “lo nuevo va bien”, aunque esta visita solo los trajo para que recordemos que hace un cuarto de siglo están aquí.
Apenas pasaron por “Mortals Watch the Day” y cuando llegaron a “So Much Is Lost” el baterista tuvo un problema con el sequencer que disparaba las pistas, lo que los detuvo un buen rato. Una vez de nuevo en el escenario el cantante entusiasta arenga al público con un “alleluyah” y luego los desafía: “¿quién quiere escuchar death metal?”, la respuesta es uniforme, sí, todo el mundo quiere, así llego “Gothic”.
Luego lo dice “están horriblemente tranquilos, por lo menos pretendan que están borrachos”. Mientras transcurría la banda, en el sector vip había un niño de entre 3 y 5 años que agitaba cual fan acérrimo de la banda y el cantante no tardó en notarlo: “espero que vaya a la escuela mañana”.
Mantener una formación bastante fiel desde sus inicios hace que la severidad de la banda sobre el escenario sea totalmente cierta. La gira, aunque exhaustiva, no mostró a los músicos cansados. Por el contrario, mientras el guitarrista Aaron Aedy da chirlos a su guitarra, Mackintosh dispersa sus largas rastas en un headbangig que acompaña los movimientos de su riff. Un espacio quedaría luego de “Isolate” y “Say Just Words”, más largo que aquellos que se toman como ritual los músicos antes de los bises, y no tardaría en sacar la furia de un fan, demasiado trabajador y peronista que pedía a los gritos que no se hagan los misteriosos y salgan a tocar nuevamente.
Las prédicas a los gritos no funcionaron, a los 15 minutos ya estaban ahí nuevamente, como así también el humor acido del frontman. “Rotting Misery” nos hunde definitivamente en la miseria, Holmes suena más crudo que otras veces, aquí se encuentra gran parte de las raíces de la banda. “¿Tienen algún pedido especial? ¿Alguna canción que quieran escuchar? Todavía nadie nombró la que tengo anotada”. Hasta que un certero grito disparó “True Belief”.
Suena “Over The Madnes” antes que se vayan nuevamente, vuelven y dejan “Erased” para el final. Es extraño, hay preguntas que quedan sin responder. Una de ellas es ¿por qué una banda como Paradise Lost, padres de su estilo y pioneros en vastas oportunidades tiene un lugar tan acotado para tocar? ¿Por qué solo un puñado de personas se acercó a verlos? Es una banda que definitivamente no tiene el reconocimiento que se merece. Pero que importa, siguen tocando igual.
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